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Todos nosotros olemos y mucho. Si no me cree, pregúntele a su perro que nos identifica hasta con los ojos cerrados.
No nos damos cuenta, en parte porque nos acostumbramos a ciertos olores y en parte porque no tenemos tan buen olfato.
No importa si nos bañamos cada domingo, aunque no lo necesitemos, o nos bañamos diario, de todos modos tenemos un olorcito muuuy personal.
Algunos olemos a rosas y otros olemos a gorila en su jugo.
Cada uno de nosotros huele un poquito diferente y nuestro aroma depende de lo que bebemos o fumamos, lociones y cremas que usamos, nuestro metabolismo, enfermedades, nuestros hábitos de limpieza y de lo que comemos.
Por ejemplo, ¿a poco no es sabroso el ajo?
Con unos camaroncitos, un pescadito o en una salsita picosa.
Pues, resulta que el ajo contiene ciertos compuestos de azufre (el azufre, por si no lo recuerda, es el olor del huevo podrido y dicen algunos que es el olor del Chamuco o Diablo).
Al comer ajo, parte del azufre llega a nuestra sangre y a nuestros pulmones.
Nuestro cuerpo se deshace del azufre a través del sudor y del aire en nuestros pulmones y por eso, después de unos camaroncitos al mojo de ajo, olvídese de conseguir novio o novia.
El alcohol que tomamos también se va a nuestra sangre y de allí pasa a nuestros pulmones. Por eso, no solo es cierto que podemos “sudar una borrachera” sino que también es muy fácil saber si alguien ha tomado… por el aliento alcohólico.
Tal vez los mayores culpables de nuestros olores corporales son las bacterias. Todo nuestro cuerpo está repleto de bacterias de diferente tipo.
Cada uno de nosotros anda cargando millones y millones de estos bichos por fuera y por dentro.
No importa cuántas veces nos bañemos, de todos modos tenemos bacterias.
La gran mayoría no hace ningún daño y algunas hasta nos protegen de ciertas enfermedades. ¡Pero todas se alimentan de nosotros!
Y cada tipo de bacteria come cosas diferentes. Por ejemplo, hay unas bacterias que se comen la piel muerta, otras se comen unas sustancias químicas dentro del sudor. Y lo que van dejando, ya digerido, es lo que huele.
Los humanos tenemos, básicamente, dos tipos de sudores. Un tipo de sudor sale de las glándulas ecrinas y otro sale de las glándulas apocrinas.
Las ecrinas sueltan un sudor muy aguado y saladito. Tenemos unas 3 millones de glándulas ecrinas regadas por todo el cuerpo y sueltan sudor cuando hace calor o cuando hacemos ejercicio, para tratar de enfriarnos.
Por otro lado, solo tenemos unas 2,000 glándulas apocrinas que están principalmente en las axilas y la zona genital.
El sudor de estas glándulas es más espeso y contiene diferentes sustancias químicas incluyendo algo llamado ácidos grasos.
Este sudor aparece cuando estamos estresados o excitados sexualmente.
Pues resulta que hay unas bacterias que comen ácidos grasos y dejan a cambio un olorcito seductor como de vinagre.
Hay otras bacterias que les encanta comer piel muerta de nuestros pies y se sienten muy a gusto, como en Cancún, con el calorcito y la humedad de nuestros pies.
Estas bacterias sueltan ese riquísimo aroma a queso rancio que tienen algunos pies. Y no es coincidencia, estas bacterias en los pies son parientes de algunas bacterias en algunos quesos.
Los mosquitos detectan a los animales y los humanos por el dióxido de carbono que aparece en nuestro aliento pero una vez que están cerca, se lanzan contra ciertos olores en nuestra piel.
Por eso hay quienes son piqueteados mucho por los mosquitos y hay quienes los mosquitos ni se les acercan
Así que ya sabe. Todos olemos, nadie se salva, pero recuerde que si quiere quedar bien con alguien, ¡o deja de comer ajos o los dos comen ajos! ν