Por Agencias
[email protected]
Los expertos señalan que pasar por debajo de la alcachofa de la ducha unos minutos antes de dormir puede ayudarnos a conciliar el sueño, además de eliminar toda la suciedad acumulada en la piel durante la jornada.
Despejarse para empezar el día con energía o relajarse poco antes de irse a dormir. Existen defensores de una y otra teoría para argumentar a qué hora prefieren darse una ducha, pero lo cierto es que probablemente tengan un poco –solo un poco– más de razón los segundos.
Si bien es cierto que el aseo matutino ayuda a despejarse tras las horas de letargo nocturno y comenzar la jornada más frescos a todos los niveles, los expertos señalan la conveniencia de colocarse bajo la alcachofa a última hora del día si se quiere descansar mejor.
Teniendo en cuenta que hasta la mitad de la población española asegura dormir mal y la venta de somníferos está disparada, la balanza se decanta hacia este flanco. Eso sí, apostando por girar el grifo hacia el lado del agua caliente.
“Tomar un baño caliente antes de ir a la cama es una de las técnicas recomendadas para dormir mejor”, apunta Brian Moncada, Médico Especialista en Sueño del Instituto del Sueño.
La razón, explica, es simple: “Cuando nos bañamos con agua caliente estimulamos el sistema de termorregulación del cuerpo y esto facilita las fases nocturnas de nuestro reloj circadiano, situación que promueve el cambio de la temperatura interna de nuestro organismo y estimula la segregación de melatonina –inductora del sueño– de forma autónoma”.
Los tuiteros también se han posicionado en esta peculiar batalla y un reciente tuit que alababa el “sentido común” de los aficionados a las duchas nocturnas ya cuenta con más de 330.000 ‘Me gustas’.
¿Cómo debe ser entonces la ducha nocturna perfecta? Para el especialista las pautas son muy claras: el agua tiene que situarse entre los 38 y los 40° centígrados, su duración no superará los diez minutos y debemos de dárnosla una hora y media antes de ir a la cama.
“Es importante tener precaución con la temperatura del agua y no excederse, ya que ducharse con agua muy caliente puede generar caspa, influir en la caída del cabello, provocar un aumento de sebo en la piel, alterar la digestión o, especialmente en el caso de los niños, empeorar las dermatitis”, enumera Moncada.
La Dra. Mayte Truchuelo, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén, recomienda optar por agua tibia para evitar la deshidratación de la piel e insiste en la necesidad de utilizar productos como los jabones y geles de baño suaves, así como de terminar hidratando la piel con un producto emoliente que repare la barrera cutánea y que, de paso, nos ayude a relajarnos en el caso de decantarnos por las duchas nocturnas.
“Asearnos por la mañana o por la noche va a depender tanto de las preferencias personales como de las circunstancias y la actividad que se lleve a cabo durante el día”, explica la dermatóloga.
“Aquellos que hagan deporte o vayan a la playa o la piscina se ducharán cuando terminen estas actividades, mientras que quienes tengan un trabajo físico probablemente prefieren hacerlo al finalizar la jornada”.
Tal y como apunta a The New York Times el dermatólogo Gary Goldenberg también es importante tener en cuenta que la ducha matinal puede ser de ayuda si se suda mucho durante la noche, por lo que aquellos que defiendan las bondades del aseo nocturno deberían, al menos, lavarse el rostro, las axilas y los genitales a primera hora de la mañana para evitar la acumulación de grasa y bacterias, así como los malos olores.
Otro de los beneficios de la ducha nocturna es que puede ser una buena forma de tomar distancia con las preocupaciones diarias, acercándonos a la hora de dormir con mayor bienestar a nivel mental.
Así lo considera Raquel Prieto Elipe, psicóloga y neuropsicóloga clínica: “La ducha es una muy buena opción para ello, sobre todo si se acompaña de estrategias para gestionar nuestros pensamientos negativos y estrategias de relajación y atención plena. Es decir, si mientras nos duchamos estamos pensando en lo que nos ha dicho el jefe esa mañana, es difícil poder conseguir relajarnos, aunque la ducha esté siendo agradable”.
Para la experta, la temperatura del agua también resulta clave y, si bien recomienda el agua templada como la mejor amiga de un sueño reparador, hace una puntualización.
“En los meses del año con altas temperaturas, la mejor estrategia para ayudarnos a dormir es apostar por una ducha nocturna con agua fresca, que baje la temperatura corporal lo suficiente para sentir mayor confort y facilitar el sueño”.
El resto del año mejor dejar el agua fría para quienes prefieren el aseo matutino, ya que activa el organismo y la circulación y “puede ser de ayuda para despejarnos por la mañana si nos notamos con más somnolencia”.
También los alérgicos deberían decantarse por ponerse en remojo en las últimas horas del día ya que, según sostiene el profesor de dermatología George Cotsarelis en la revista Time, nuestro cuerpo y cabello pueden acumular todo tipo de alérgenos durante una jornada fuera de casa. “Si entras con polen o químicos, y te acuestas sin ducharte, contaminarás la cama”, corrobora.
En el caso de practicar esta última opción, conviene recordar que es mejor esperar un tiempo entre ducharse y salir de casa, sobre todo, si se ha apostado por agua caliente o tibia.
“El choque térmico es una de las explicaciones de por qué ducharse con agua muy caliente llega a ser peligroso para la salud. Al elevarse la temperatura corporal con el baño, y luego encontrarse el mismo cuerpo con bajos grados en el exterior, cambian parámetros fisiológicos”, cuenta Brian Moncada.
Y termina rompiendo otra lanza a favor de la ducha nocturna sin caer en el error de considerarla mágica para caer en los brazos de Morfeo: “Es importante recordar que no siempre es suficiente y la norma es que sea siempre complementaria a llevar a cabo buenas normas de higiene de sueño que promoverán progresivamente la calidad óptima de nuestro descanso”.