Por Redacción
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El mundo del béisbol perdió a una de sus figuras más icónicas con la muerte de Fernando Valenzuela, quien falleció a los 63 años, según confirmaron los Dodgers de Los Ángeles.
Valenzuela, cuyo meteórico ascenso a la fama con los Dodgers en los años 80 dio lugar al fenómeno conocido como “Fernandomanía”, dejó una huella imborrable en el deporte y en la comunidad latina en los Estados Unidos.
Antes de que los Dodgers comenzaran su postemporada en 2024, el equipo anunció que Valenzuela se retiraría de su puesto en la cabina de transmisión para enfocarse en su salud, noticia que sorprendió y entristeció a sus seguidores. A lo largo de sus 17 años de carrera en las Grandes Ligas de Béisbol (MLB), Valenzuela fue elegido seis veces al Juego de Estrellas, ganó 173 partidos en temporada regular y acumuló más de 2,000 ponches. Además de su etapa con los Dodgers, Valenzuela jugó para los California Angels, St. Louis Cardinals, Philadelphia Phillies, Baltimore Orioles y San Diego Padres.
Valenzuela nació en Etchohuaquila, un pequeño pueblo del estado de Sonora, México, siendo el menor de 12 hermanos. Desde sus humildes comienzos, llegó a convertirse en una de las figuras más respetadas y queridas del béisbol. Con su distintivo cabello largo, algo robusto y con un característico movimiento de lanzamiento, “El Toro”, como se le conocía, cautivó a los fanáticos no solo por su habilidad en el montículo, sino también por su comportamiento calmado y humilde.
Su salto a la fama ocurrió de manera inesperada en 1981. Tras una serie de lesiones en el equipo, el entonces mánager de los Dodgers, Tommy Lasorda, decidió darle a Valenzuela la responsabilidad de abrir el Día Inaugural. A pesar de haber lanzado solo 17 entradas en la MLB hasta ese momento, el joven mexicano respondió con una actuación magistral. Frente a los campeones defensores de la División Oeste, los Houston Astros, Valenzuela lanzó un juego completo, permitiendo solo cinco hits y ninguna carrera, ganándose la admiración de los 50,511 fanáticos presentes en el Dodger Stadium.
A partir de ese momento, la “Fernandomanía” se desató. Valenzuela ganó sus siguientes siete aperturas, lanzando juegos completos en siete de sus primeras ocho actuaciones y registrando un promedio de carreras limpias (ERA) de menos de 0.50. Terminó la temporada de 1981 con un récord de 13-7 y un ERA de 2.48, llevándose el prestigioso Premio Cy Young y el galardón al Novato del Año, algo nunca antes logrado por un jugador en la misma temporada.
Pero el impacto de Valenzuela trascendió lo deportivo. Su éxito en el montículo representó un punto de orgullo para la comunidad latina en Estados Unidos, que vio en él un héroe y un referente cultural. Vin Scully, el legendario locutor de los Dodgers, describió la experiencia de verlo jugar como “religiosa”. Y, para muchos, eso era exactamente lo que significaba: una devoción casi ritual para asistir al Dodger Stadium y presenciar a Valenzuela en acción. Las ventas de boletos se dispararon, la música de mariachi resonaba en las gradas y el equipo incluso contrató más acomodadores de habla hispana para atender a la creciente afluencia de aficionados latinos.
La influencia de Valenzuela se reflejó también en los medios. El número de estaciones de radio mexicanas que transmitían los juegos de los Dodgers aumentó de tres a 17, y las transmisiones en español llegaron a duplicar la audiencia de las narraciones en inglés. La “Fernandomanía” era un fenómeno que desbordaba el estadio, y Valenzuela se consolidaba como un ícono cultural.
En el campo, Valenzuela siguió brillando. Fue seleccionado para seis Juegos de Estrellas consecutivos y terminó entre los cinco primeros en la votación del Cy Young en tres ocasiones. Además, ganó dos premios Silver Slugger y un Guante de Oro. Su mejor temporada fue en 1986, cuando logró 21 victorias, incluidas 20 aperturas completas, consolidándose como uno de los mejores lanzadores de la liga.
Sin embargo, su carrera con los Dodgers terminó abruptamente en 1991, cuando fue despedido durante el entrenamiento de primavera. Valenzuela continuó jugando para otros equipos, pero en 1997 decidió retirarse.
Tras su retiro, Valenzuela se mantuvo cerca del béisbol, narrando juegos para la transmisión en español de los Dodgers a partir de 2003, junto a Jaime Jarrín, otro legendario locutor que se retiró en 2022. En 2023, los Dodgers rompieron con su tradición de retirar solo los números de jugadores miembros del Salón de la Fama y retiraron el número 34 de Valenzuela, un homenaje a su legado.
Valenzuela deja un vacío en el mundo del deporte, pero su legado perdurará como una fuente de inspiración para generaciones futuras. Le sobreviven su esposa, Linda, y sus cuatro hijos, quienes junto a millones de fanáticos mantienen viva la memoria de “El Toro”.