Por Agencias
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El delantero del PSG lideró, otra tarde más, a la selección francesa ante Polonia con doblete y asistencia.
Giroud superó a Henry como máximo goleador histórico de Francia.
La historia del fútbol juzgará a su medida cuando se retire, pero no existen motivos para pensar que Kylian Mbappé no va a ser el mejor jugador de todos los tiempos de la selección francesa.
El delantero, ese jugador por el que suspiró el Real Madrid durante mucho tiempo, ese elegido para marcar las diferencias a su antojo sin importar la situación, decidió un partido que se le complicó a Francia ante Polonia (3-1).
Los de Michniewicz compitieron por encima de sus posibilidades durante 45 minutos, pero sucumbieron a un prodigio, un fenómeno, una bestia llamada Kylian Mbappé.
Asistió en el 1-0 a Giroud, que superó a Henry como máximo goleador de la selección, hizo el 2-0 y sentenció con un derechazo que le elevó a los altares del fútbol, si es que ya no estaba en ellos.
El último precedente, ante Suiza en la Eurocopa, invitaba a Francia a no confiarse. Deschamps lo repitió hasta la saciedad en rueda de prensa y en el vestuario.
El favoritismo galo en la previa del encuentro no garantizaba el pase a cuartos.
El seleccionador, como prueba de su desconfianza, repitió el once que ganó a Dinamarca en la jornada 2 de la fase de grupos.
Koundé fue lateral y Varane acompañó a Upamecano en el eje de la zaga.
El inicio francés invitaba al optimismo. Lejos, muy lejos, quedaron los fantasmas de Suiza hace un año en la Eurocopa, con un equipo bien armado, que presionaba con ahínco y que no quería dejar rastro en ninguna zona del campo.
Polonia parecía estar jugando con resultado a favor.
El equipo endeble, frágil y sin aspiraciones de la primera fase volvió a aparecer en el Al Thumama Stadium, pero no por mucho tiempo.
Cuando Szczęsny sostenía otro día más, con dos paradas extraordinarias a Giroud y Mbappé, cuando parecía que el partido iba a ser un apeadero para Francia, una ocasión de Lewandowski, que por los pelos no acabó en la escuadra, cambió todo.
Polonia, quizá a tiempo, se dio cuenta que tenía armas suficientes como para incomodar a la selección francesa.
Esa oportunidad empezó a cambiar el rumbo del partido y a desatar el terror en la defensa francesa.
Koundé, que juega de lateral en la selección, pero es central, sufrió las acometidas de Frankowski continuamente.
Del autoritarismo francés se pasó a la revolucionaria Polonia.
Un equipo completamente distinto al que habíamos visto en la fase de grupos le miró de tú a tú a una de las favoritas.
Si la de Lewandowski resucitó a Polonia, la de Cash iba a encoger el corazón de los aficionados franceses.
Una oportunidad flagrante, de esas que no se perdonan, fue desaprovechada por Zelinski, que se topó con un impresionante Lloris, de récord por igualar a Thuram en internacionalidades y después Cash, que estaba midiendo bien a Mbappé, remató y su disparo tocó en un defensa en la línea.
Si a esta Francia, que avasalla y no juega, que machaca y no combina, la perdonas, lo normal es que te arrepientas.
Y así sucedió. En una gran recepción entre líneas de Mbappé, el crack del PSG encontró a Giroud, que remató a placer y se convirtió en el máximo goleador histórico de la selección francesa, con 53 tantos, superando los 52 de Henry.
Un récord que, indudablemente, va a ser pulverizado más pronto que tarde por su asistente.
Todas las emociones que se habían aglomerado en el primer tiempo fueron paulatinamente diluyéndose, sobre todo en el lado de Polonia.
El gol había supuesto una inyección de cloroformo, un letargo que le alejaba de cualquier atisbo de sorpresa.
Los de Michniewicz se veían en un escenario en el que una bestia, Mbappé, comenzaba a oler la sangre.
El crack del PSG es un jugador fuera de normal.
Si en Rusia, en el que fue ya importante, llegó como promesa, ahora quiere consagrarse como el mejor jugador del mundo.
Cada ataque francés llegaba por su banda y aunque Cash, fuerte lateral derecho polaco, hizo lo imposible por frenarle, la realidad es que no existe el antídoto para ello.
Mbappé avisa una vez, dos ya no.
El delantero había tenido en sus botas el segundo, minutos antes de materializar una de las jugadas de la noche.
Dembélé inició el contragolpe, Giroud hizo el trabajo silencioso, el desmarque que dejaba libre a su compañero y el de Bondy, con una superioridad aplastante, destrozó la red.
Todavía tuvo tiempo para una más.
Con un remate imponente, durísimo, atronador, Mbappé cerraba una exhibición histórica en los Mundiales para hacer el 3-0.
Polonia maquilló el resultado con un penalti que transformó Lewandowski en el segundo intento, ya que en el primero, que se repitió, se lo había parado Lloris.