Por Agencias
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Budimir resucitó a Croacia tras el descanso, pero un 2ª tanto de Gjasula (había hecho otro en propia puerta) empató el duelo para Albania.
Entre Ante Budimir y Klaus Gjasula, uno con dos asistencias y el otro con dos tantos (uno de ellos, en propia puerta) repartieron los primeros puntos para Croacia y Albania y casi también un buen trozo de miseria en esta Eurocopa. El empate sienta mejor a los de Sylvinho, claro, aunque vieran primero el partido ganado, luego perdido y finalmente rescatado del infierno. Dos asistencias del ariete rojillo, 16 goles este año en LaLiga, resucitaron a una Croacia cuya presencia en el torneo parecía morir cuando el partido de Hamburgo enfilaba ya su recta final. Albania degustaba lo que no pudo engullir en la primera jornada, contra Italia: una victoria sorprendente, épica. Se conformó, pero lo celebra, con un postrero empate.
Y eso que esta vez el equipo albanés había digerido mucho mejor otro gol rápido, de Laci, a los 9 minutos. Aquel tanto más tempranero de las Eurocopas ante Italia le había sentado regular. Muy aculados entonces, la Azzurra jugó cómoda ante al borde del área albanesa y remontó con cierta facilidad. De aquello Albania ha aprendido: tras ponerse por delante, defendió algo más alto. Y a esta pesada Croacia le costó. Petkovic y Perisic, grandes novedades tras el partido ante España, no encontraban profundidad mientras el rival aprovechaba más de una pérdida croata en zonas trascendentes.
Livakovic salvó a su equipo a bocajarro ante Bajrami y luego detuvo también un cabezazo franco, pero flojo, de Rey Manaj. Rey, ex delantero de Barça B, Albacete y Granada, justificaba su entrada en el once dándole una guerra interminable a Sutalo y Gvardiol, que cambió la banda por su lugar más natural, el centro. Tampoco brilló ahí. Al descanso, Croacia podía dar gracias por perder solamente 1-0.
Los cambios de Dalic agitaron paulatinamente a los balcánicos y dejaron también mensajes para el futuro. Sobre todo, con Brozovic, a cuyo trote cochinero ya se le achacaba su año último dorado en Arabia. La sustitución de Marcelo en el descanso, por Sucic, suena a jubilación internacional. Pero tras el regreso desde el vestuario Croacia seguía estrellándose en la zaga rival.
Andaba Albania redactando el epitafio de esa generación sorprendente y magnífica que ha coleccionado medallas en los dos últimos Mundiales y en la más reciente Nations League, pero a la que los años le han caído encima como te aplasta la edad, el día menos pensado. Modric, Perisic, Petkovic, Vida o Brozovic… Futbolistas mediáticos pero que pronto no sólo dejarán su selección, también dirán adiós al fútbol. Y surgieron desde el banco las figuras de Budimir y Pasalic, hombres que sin ser ya jóvenes miran todavía de lejos el retiro. El osasunista arrastró a la defensa albanesa y asistió a Kramaric para el 1-1. Luego se inventó desde la banda una jugada y un pase de la muerte que metió Klaus Gjasula en su propia puerta, porque si no lo habría hecho seguro Pasalic.
Pero no existe mayor vehículo de redención que el fútbol. Gjasula, veterano pivote del Darmstadt de la Bundesliga que creció en Alemania, hizo de profeta en su tierra y aprovechó un balón muerto dentro del área para empatar el encuentro, cuando parecía no quedar tiempo para mucho más. ¿Que no había tiempo? En tres minutos locos, de área a área, sorprendentemente el marcador no se volvió a mover y si no quieren marcharse a casa, Croacia y/o Albania deberán ganar a Italia y/o España en la última jornada.