Por Luis A. Cervantes
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Una cálida mañana de mayo del 1973, Ernestina Jiménez, una simpática joven de Zapopan Jalisco, salió de su casa rumbo a la barranca de Huentitán, para hacer su acostumbrada caminata de fin de semana.
Estacionó su camioneta en el lugar de costumbre, y después de hacer algunos ejercicios de calentamiento empezó su recorrido habitual, a través de los senderos de la barranca.
Después de 30 minutos de caminata la tragedia se cruzó en su camino, de entre la maleza tres malhechores salieron, y sin darle oportunidad de reaccionar le dieron un fuerte golpe en la quijada, provocando que se desmayara.
Los sujetos se la llevaron bosque adentro, la amordazaron, atándola de pies y manos, antes de arrojarle agua al rostro para despertarla.
Una vez que Tina recuperó el conocimiento, empezó la tortura psicológica, diciéndole todas la bajezas que pensaban hacerle.
La indefensa joven llena de miedo cerraba sus ojos, tratando de evadir la realidad, mientras inútilmente trataba de zafarse se las cuerdas que aprisionaban sus muñecas.
Con terror la joven sintió como uno de sus captores se le acercaba por la espalda, la sangre se le heló cuando sintió la hoja fría de un cuchillo deslizarse por debajo de su blusa, lo siguiente que escuchó fue como su blusa y su sudadera eran cortados, y caían al suelo dejándola desnuda de la cintura para arriba.
Los 3 malditos empezaron a besar y manosear su cuerpo, después de unos minutos los criminales decidieron que era momento de dar el siguiente paso, uno de ellos empezó a bajarle el pantalón. Cuando Tina pensó que era inevitable ser ultrajada, algo inexplicable empezó a suceder.
Un fuerte viento helado empezó a soplar, acompañado de una serie de estruendosos relámpagos que por un breve instante se adueñaron del cielo.
“Qué carajos está sucediendo, ¿de dónde salieron esos truenos?, si no hay una sola nube en el cielo”: fueron las últimas palabras de Pedro, en cuanto terminó de hablar una filosa hoja de machete entró por su espalda, para clavarse directo en el corazón.
Ante la incredulidad de sus dos compañeros el primero de los violadores había pagado el precio por su felonía.
“Que está pasando Joaquín” ?: asustado preguntó Toño, mientras se arrodilló para ver si podía hacer algo por su compañero caído.
Joaquín de entre sus ropas sacó un revolver, y empezó a buscar a su agresor, el miedo lo hizo disparar en tres ocasiones hacia donde veía que se movía la maleza, pero cundo se giró se topó conque un hombre alto, vestido con botas, chaparreras y una larga gabardina negra, con su afilado machete de un corte limpio le corto la mano en la cual tenía la pistola.
Pero lo que más terror le causo fue darse cuenta que su agresor no tenía cabeza, lleno de miedo trató de huir, pero una patada lo hizo caer al suelo y son su propia arma 3 tiros le dieron en la espalda.
Toño trato de aprovechar la distracción y corrió entre la maleza para huir del vengador fantasmal, pero a lo mucho consiguió recorrer 30 metros, cuando un briso caballo negro apareció delante de él, montado por el Jinete sin Cabeza, y con una cuerda lo lazó del cuello, para colgarlo de un árbol hasta quitarle la vida.
El Jinete bajo de su corcel, se acercó a Tina para liberarla de sus ataduras, subió de nuevo a su caballo para levantar la mano en señal de despedida y emprender el galope, desvaneciéndose en el aire.
Cuando la policía llego, no creían lo que la chica les decía de como habían sucedido las cosas, pero un viejo oficial de policía le dijo al detective: “Lo crea o no, ella está diciendo la verdad, en estos parajes durante la guerra cristera un valiente cura se enfrentó solo a un regimiento de federales, alcanzo a matar a 12 antes de ser asesinado por defender sus creencias, para ponerlo como ejemplo el general dio la orden de que fuera decapitado; y desde entonces cuando alguien malvado cruza por su terrenos, el espíritu del jinete sin cabeza se levanta, para imponer justicia.”