Por Agencias
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El juego de los de Xavi sigue sin aparecer, pero el talento del extremo les basta para volver a conquistar la segunda plaza ante una Real Sociedad timorata.
El Barcelona recupera el segundo puesto de la tabla sin seguir jugando un pimiento, pero le bastó y le sobró con Lamine Yamal para superar a una Real que cuando sale como visitante ante el equipo blaugrana se deshace como un azucarillo. Ni rastro de aquel equipo valiente que acogotó al los de Xavi en Anoeta se vio en Montjuïc, donde un Barça bastante adocenado les derrotó por 2-0. Una chispa de Lamine Yamal y una torpeza en el área que el VAR tardó unos tres minutos en descubrir que era un penalti como una casa que transformó Raphinha bastaron para poner al equipo de Xavi de nuevo como subcampeón virtual.
Se suponía que el partido, para el Barcelona principalmente, era “una gran ocasión que no se podía desaprovechar” como dijo Xavi para recuperar la segunda posición de LaLiga. Pero el Barça se tomó la tarea de aprovechar la bola extra que le había regalado el Girona con su empate del viernes en Vitoria ante el Alavés con una calma exasperarte. Como dicen por Barcelona, ‘poc a poc i bona lletra’. Pero la realidad era que de la sentencia sólo se cumplía la primera parte. El poco a poco era palmario. La buena letra ni estaba ni se la esperaba.
Puede que ese Barça abotargado obedeciera a que los jugadores de Xavi se vieran sorprendidos por el planteamiento de Imanol, que salió a Montjuïc con tres centrales y dos carrileros logrando superar la tímida presión alta local, que no lograba que los de Imanol salieran jugando desde atrás con toda la comodidad del mundo en busca de Becker.
El delantero neerlandés originario de Surinam le dio una mala noche a Cubarsí desde el principio. Su velocidad provocó varios sustos al Barcelona, que se salvó de una pena mayor por un fuera de juego forzado por la veteranía de Iñigo Martínez (que le ganó la titularidad a Araújo, con presuntas molestias) y por una falta previa al remate sobre el joven central blaugrana.
El Barça empezó a desperezarse a partir del final de la primera parte, cuando los desmarques incansables al espacio de Raphinha empezaron a hacer daño ante una Real que ya buscaba el descanso. El extremo brasileño avisó disparando al poste a los 38 minutos de partido y dos minutos después, en una transición en la que el equipo barcelonista volvió a ganar por oficio a la defensa donostiarra, Lewandowski habilitó la progresión de Gündogan, quien asistió a un Lamine Yamal -hasta ese momento muy bien marcado- que fusiló a Remiro con precisión quirúrgica.
El Barça sacaba petróleo de un primer tiempo muy gris en el que supo aguantar y pegar cuando llegó el momento. Quedaba por ver si el equipo de Xavi había aprendido de sus errores en Girona, donde después de tener el partido en su mano, se lo dejó escapar. Los precedentes inmediatos eran una primera parte en la que la Real había sido superior tácticamente y en posesión, pero Lamine se impuso sobre estas situaciones.
El segundo tiempo empezó al trantrán, respetando la tónica del partido. No pasó nada durante los primeros minutos de la segunda parte a excepción de un disparo lejano de Raphinha que Remiro desvió con estilazo y un par de recortes de Brais en el área que el gallego no supo culminar.
Llegaba la hora de los cambios y Xavi dio aire al equipo retirando a Christensen y Pedri. Mientras Imanol daba entrada a Kubo y Barrenetxea. Toda una declaración de intenciones.
El encuentro siguió cansino, con una Real desconocida fuera de casa, donde se convierte en un equipo vulgar, y con un Barça que con Ferran en el lugar de un Lewandowski que se fue con cara de malas pulgas al banquillo dominó un partido que se decidió en diferido. Un doble penalti de la Real por manos en el área fue señalado por el VAR tres minutos después de que sucediera. Lo marcó Raphinha, pero aquí todo sigue igual.