Las hormonas y la memoria: cómo el ciclo menstrual remodela el cerebro

Por Redacción
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El trabajo, publicado en la revista científica Neuron, confirma que las hormonas son capaces de moldear las conexiones neuronales en cuestión de días.
Los hallazgos, aunque se realizaron en ratones, abren la puerta a comprender con mayor precisión cómo la biología hormonal incide en la memoria y en la cognición humanas.

Los investigadores se enfocaron en el ciclo estral de los ratones, que dura cuatro días y guarda similitudes con el ciclo menstrual humano de 28 días.
Utilizando microscopía láser de última generación, siguieron la actividad de las neuronas a lo largo de distintas fases del ciclo.

El resultado fue claro: durante la etapa llamada proestro, cuando los niveles de estradiol, un tipo de estrógeno, alcanzan su punto más alto, las células del hipocampo formaron una mayor cantidad de espinas dendríticas.
De acuerdo a l@s expert@s, estas diminutas prolongaciones son las responsables de recibir señales de otras neuronas y constituyen la base física de la comunicación cerebral.

El aumento no fue menor. La densidad de espinas se elevó entre un 20 y un 30 por ciento, lo que equivale a miles de conexiones adicionales en cada neurona.
A medida que el ciclo avanzaba hacia la ovulación, esas estructuras se reducían, mostrando un proceso de constante remodelación.

El siguiente paso del equipo de Goard fue comprobar si esos cambios estructurales tenían un impacto en el funcionamiento del hipocampo.
Para ello, el equipo midió las señales eléctricas que viajan a través de las dendritas, y durante el pico de estradiol, las ondas eléctricas se propagaron más lejos hacia las ramas de la neurona, lo que podría facilitar la consolidación de recuerdos.

Los científicos también observaron a las llamadas “células de lugar”, neuronas que se activan cuando el animal se encuentra en un punto específico de su entorno.
Estos mapas internos permiten orientarse en el espacio.
Los ratones mostraron un desempeño más confiable en la identificación de lugares conocidos durante los días de altos niveles de estradiol, mientras que su precisión disminuyó cuando la hormona bajó.

“Es la primera vez que se registran, en el mismo animal, cambios microscópicos en la estructura y la función neuronal a lo largo del ciclo”, subrayó Nora Wolcott, coautora principal del artículo.

Si bien los experimentos se realizaron en ratones, los hallazgos refuerzan lo que ya se ha observado en humanos.
Estudios previos del laboratorio de Emily Jacobs, también coautora del trabajo, habían demostrado que las variaciones hormonales durante el ciclo menstrual modifican la anatomía del hipocampo en mujeres jóvenes.

Además, la plasticidad cerebral inducida por hormonas no es exclusiva de las mujeres.
En los hombres, la testosterona puede convertirse en estrógeno mediante un proceso conocido como aromatización y actuar sobre los mismos receptores neuronales.
Esto sugiere que los cambios en las conexiones cerebrales impulsados por las hormonas son un fenómeno generalizado en los mamíferos.

Goard considera que estos procesos cumplen una función evolutiva aún no del todo comprendida.
“Los receptores para hormonas ováricas no tendrían por qué estar en el hipocampo, una región que no participa directamente en la reproducción. Su presencia allí sugiere que juegan un papel en el aprendizaje y la memoria”, afirmó el investigador.

Más allá de la curiosidad científica, los hallazgos tienen implicaciones prácticas.
La comprensión de cómo las hormonas remodelan el cerebro podría ayudar a desarrollar terapias más precisas para trastornos de la memoria o enfermedades neurodegenerativas.
Incluso permitiría diseñar tratamientos personalizados que consideren no solo las características de cada paciente, sino también la fase de su ciclo hormonal.

L@s especialistas advierten que aún falta trasladar estos resultados a la práctica clínica.
Sin embargo, investigaciones como la de UCSB refuerzan la importancia de incluir la dimensión hormonal en los estudios de neurociencia, un factor históricamente relegado en los laboratorios donde los modelos masculinos han sido la norma.

En última instancia, este tipo de avances contribuye a derribar mitos y a reconocer que la biología del cerebro no es estática.
Las neuronas, impulsadas por el vaivén de las hormonas, se reconfiguran constantemente para responder mejor al entorno.
Comprender este dinamismo no solo amplía nuestro conocimiento de la mente, sino que también ofrece una nueva esperanza para la salud mental y la memoria.