Los riesgos ocultos de las bebidas energéticas: insomnio, palpitaciones y ansiedad

Por Redacción
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Estos productos, comúnmente disponibles en supermercados y tiendas de conveniencia, contienen altas dosis de cafeína, azúcar, taurina y otros estimulantes. Aunque sus efectos inmediatos pueden ser atractivos, el consumo frecuente de estas bebidas conlleva riesgos significativos para la salud mental y cardiovascular.

Según los datos más recientes, aproximadamente un tercio de la población ha consumido alguna bebida energética en el último mes. Entre los adolescentes, la prevalencia es aún mayor. De acuerdo con la encuesta ESTUDES del Ministerio de Sanidad, casi el 48% de los estudiantes de entre 14 y 18 años reportó haber consumido bebidas energéticas en los últimos 30 días. Esto preocupa a los especialistas, que temen el impacto que estas bebidas pueden tener en un organismo que aún está en desarrollo.

«Nos preocupa este fenómeno, especialmente porque no se trata solo de los efectos inmediatos de la cafeína y otros estimulantes, sino del impacto a largo plazo en un cerebro que todavía está madurando», señala Chema González Echevarri, neurólogo de la Unidad de Trastornos Neurocognitivos del Hospital Joan XXIII de Tarragona.

Aunque el experto reconoce que no es necesario ser alarmistas, destaca que existen subgrupos de riesgo, como los adolescentes, para quienes el consumo regular de estas bebidas podría tener consecuencias prolongadas en la salud mental.

Las bebidas energéticas suelen contener aproximadamente 160 miligramos de cafeína por cada medio litro, lo cual es significativamente más que los 100 miligramos presentes en una taza de café. Lidia Martínez, pediatra de urgencias en el hospital infantil Sant Joan de Déu de Barcelona, destaca que aunque no se suele ver intoxicación aguda por estas bebidas en las salas de urgencia, el problema no debe ser minimizado.

«Estamos hablando de un producto que se está comercializando abiertamente y que crea adicción, algo que la población no siempre percibe como un riesgo», comenta Martínez, quien también coordina el grupo de trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas.

El Ministerio de Sanidad ha alertado en repetidas ocasiones sobre los efectos adversos de estos productos. En un informe, se advierte que las bebidas energéticas «tienen consecuencias importantes a nivel cerebral y metabólico». Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran la hipertensión, la pérdida de masa ósea, la sobredosis de cafeína, así como problemas gastrointestinales, insomnio, palpitaciones y micción frecuente.

Una revisión científica identificó 86 casos de personas que sufrieron efectos adversos tras consumir bebidas energéticas, la mayoría de ellos relacionados con problemas cardíacos, como arritmias, e incluso nueve casos de paro cardíaco, tres de los cuales resultaron en la muerte. También se reportaron efectos neurológicos, como convulsiones y vasculopatía cerebral, además de trastornos gastrointestinales, como hepatitis y pancreatitis.

«El problema no es solo la cantidad de cafeína, sino también el azúcar y otros estimulantes que contienen estas bebidas», explica González Echevarri. «Ingredientes como la taurina y la cafeína actúan sobre un neurotransmisor que puede mejorar la concentración, pero también provocar insomnio, ansiedad, taquicardias e irritabilidad».

Miguel Caínzos, cardiólogo del Hospital del Mar de Barcelona, resalta que el contenido en azúcar de estas bebidas también es motivo de preocupación. «El consumo frecuente y continuado de estas bebidas puede causar resistencia a la insulina, obesidad y diabetes, que son la puerta de entrada a otras enfermedades cardiovasculares», afirma Caínzos. Aunque algunas marcas han lanzado opciones bajas en azúcar, el riesgo sigue siendo significativo para quienes consumen bebidas energéticas de forma regular.

Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, menciona que si bien los casos que llegan a las consultas de cardiología son «puntuales», sí hay «cierto grado de preocupación» por los efectos cardiovasculares que puede causar una sobredosis de cafeína. «Palpitaciones y taquicardias son los síntomas más comunes», añade.

Otra situación preocupante es el uso de bebidas energéticas en combinación con alcohol, una práctica común entre adolescentes. Según la encuesta ESTUDES, cerca de uno de cada cinco estudiantes ha mezclado alcohol con bebidas energéticas en el último mes. «Estas bebidas compensan el efecto del alcohol y la gente no tiene plena conciencia del efecto tóxico del alcohol en el organismo», advierte Martínez. La combinación puede llevar a los jóvenes a ingerir más alcohol del que normalmente consumirían, lo cual incrementa los riesgos asociados.

Uno de los principales problemas es la falta de conciencia sobre los riesgos del consumo regular de cafeína en los adolescentes. Martínez señala que en las consultas médicas no siempre se pregunta sobre la ingesta de cafeína cuando los pacientes presentan síntomas de ansiedad o dolores de cabeza.

«Si hiciéramos esas preguntas de rutina, probablemente encontraríamos una relación entre el consumo de cafeína y ciertos síntomas que se presentan en los adolescentes», dice la pediatra.

Martínez está promoviendo un estudio multicéntrico para evaluar el consumo de cafeína entre los jóvenes que acuden a urgencias. Insiste en que «la intoxicación aguda no es tan preocupante como el consumo sostenido, que puede tener efectos claros en la salud física y emocional de los jóvenes». Además, recalca que una bebida energética no debe ser considerada como un refresco común. «La cantidad de cafeína y otros estimulantes es mucho mayor, y el cerebro de un adolescente necesita estar libre de tóxicos para desarrollarse de la mejor manera posible».

A pesar de que hay evidencia de los efectos agudos del consumo de bebidas energéticas, los efectos a largo plazo del uso crónico aún no se conocen completamente. «En un cerebro que está madurando, todo lo que module la neurotransmisión puede generar cambios significativos», advierte González Echevarri.

Los expertos concluyen que es necesario dar más información a la población, especialmente a los jóvenes, sobre los riesgos que implica consumir estas bebidas de manera regular. Caínzos subraya la importancia de no banalizar la cantidad ingerida.

«Los adolescentes deben entender que tomar tres latas en un corto período puede tener efectos graves en su salud».