Tras estar aún viviendo un caluroso verano repleto de taquillazos, superhéroes, “reboots” y secuelas, Tom Cruise vuelve a ser el fenómeno de masas que todos conocemos al interpretar al más mítico agente secreto de la IMF: Ethan Hunt.Cruise así, protagoniza una nueva secuela, la quinta entrega, de la millonaria franquicia de la original de Brian de Palma, Misión: Imposible (1996).
Habiendo forjado en acero el nuevo binomio de moda en Hollywood, Cruise se junta con su hombre de confianza, el guionista y director Christopher McQuarrie (Nueva Jersey, 1968), ganador del Oscar al mejor guión original gracias al increíble “thriller” de culto “Sospechosos Habituales” (Bryan Singer, 1995).
Tras varias colaboraciones con el actor: “Valkiria” (Brian Singer, 2008), donde conoció a Tom; la fabulosa “Edge of Tomorrow” (Doug Liman, 2014), culminan su relación al llevar a cabo juntos la última entrega de Mi-sión: Imposible.
Juntos crean lo que es la opción perfecta para los que quieran ir al cine a disfrutar de un film típicamente de verano, repleto de balas, acción, humor, intriga y el más difícil todavía, lo que viene a ser lo imposible.
El film arranca a tope con Ethan (Cruise) saltando encima de un avión en marcha hasta llegar a su puerta lateral y quedarse colgado de ella en pleno despegue, sólo con sus manos y en plano secuencia, sin efectos especiales ni dobles, tal como le gusta al actor.
“Misión: Imposible: Nación Secreta” continúa la historia donde la dejaba la anterior entrega, “Misión: Imposible: Protocolo Fantasma” (Brad Bird, 2011). Así, ‘Hunt’ se ha dado a la fuga del gobierno de Estados Unidos y hará todo lo que pueda para demostrar la existencia de un grupo nuevo de enemigos, el “Sindicato”, un grupo internacional de agentes secretos altamente calificados que utilizan los ataques terroristas como su tarjeta de visita.
El protagonista es capturado y torturado por el grupo terrorista, pero consigue huir con la ayuda de la desobediente agente ‘Isla Faust’ (el descubrimiento de la talentosa Rebecca Ferguson).
Mientras tanto, el director de la CIA Alan Hunley (Alec Baldwin) y el agente de la IMF William Brandt (Jeremy Renner), comparecen ante el senado para conseguir que la IMF sea disuelta y absorbida por la propia CIA, y amenazando que ‘Hunt’ será capturado y eliminado en las próximas 24 horas.
El héroe, después de ser repudiado por la CIA, empieza a perseguir su única pista, un hombre rubio con gafas, más tarde identificado como ‘Solomon Lane’ (un terrorífico y como siempre camaleónico Sean Harris).
Ethan tendrá que convencer primero a ‘Benji Dunn’ (Simon Pegg) y después a sus compañeros ‘Luther Stickell’ (Ving Rhames) y ‘Brandt’ para llegar al fin de este rompecabezas repleto de misterio y de giros hasta culminar en un muy bien trabajado clímax que deja a los espectadores con ganas de más entregas de la franquicia.
‘McQuarrie’ tiene una reputación que mantener, y no solo dirige a la perfección una cinta de entretenimiento en estado puro, algo que no pueden decir otras superproducciones presentes en la cartelera, sino que construye con solidez un argumento clásico de espionaje reivindicando los buenos tiempos del cine de espías.
Además de tratar temas de la actualidad como las luchas ocultas entre grupos que ostentan un gran poder y control.
No sólo es interesante el argumento, sino que el director/guionista llena esta entrega de homenajes al cine y guiños a todas las entregas de la saga, a parte de moldear un par de secuencias a la perfección.
La primera es el prodigioso y vertiginoso episodio de suspense al más estilo Hitchcock y Brian DePalma (no en vano es su discípulo más declarado) en la Ópera de Viena; dilatación, montaje en paralelo, planos imposibles, instrumentos musicales utilizados como armas y un suspense coreografiado al ritmo de la partitura de “Turandot” de Puccini, que se convierte en el “leitmotif” de la historia de amor entre ‘Ethan’ y la preciosa ‘Isla’, que no sólo tiene un increíble parecido a su compatriota Ingrid Bergman.
Tom Cruise demuestra al espectador una vez más su total implicación como estrella de Hollywood en un rodaje en el que las situaciones de riesgo están a la orden del día.
El equipo puso todos los medios para evitar un desastre, ya que nunca se sabe, y de hecho Cruise se tomó tan en serio su cometido en esta entrega que no quiso que le doblaran en ningún momento, resultando herido (no de gravedad) en seis ocasiones a lo largo del rodaje.
Quienes han pagado por verle, van a ver al héroe dándolo todo y más.
McQuarrie añade a su currículum otro mérito que tenía pendiente, el de director de blockbuster de acción y aventuras solvente.
Así, ahora solo espero con muchas más ganas el siguiente film llevado a cabo por este increíble binomio.