La comunidad hispana celebrará la Navidad en la Costa Central, varias familias comenzaron adornar con pinos y luces de diferentes tonalidades sus hogares a fin de fomentar tiempos de unión y paz.
La emoción irradia en su corazón al saber que, un año más, la vida les permitirá dar un abrazo, regalos, así como compartir la cena con sus seres queridos.
Nacionalidad, distinción, sexo o color de piel es lo que menos importa en estas fechas, porque a pesar de tener diferentes costumbres las tradiciones se mezclan para darle armonía a las fiestas decembrinas, y es que con espíritu y sabor los latinos pasaran felices, aunque sí lejos de su tierra de origen, la verbena de noche buena.
Mexicanos, chilenos, colombianos, peruanos, venezolanos, entre otros latinos que emigraron a la Costa Central, para buscar una mejor calidad de vida prometen hacer especial la Navidad.
Así, algunos festejarán con bailes, cantos, bebidas y comidas típicas de su región, otros estarán apegados a las costumbres estaounidenses, es decir, hacer un pequeño brindis, cenar pavo con ensaladas y esperar los regalos de Santa Claus.
La nostalgia de los mexicanos es frecuente en diciembre porque a veces es imposible reunirse con sus allegados, ya sea por cuestiones de trabajo o saturación de viajes, relata Lilly Ramos, nacida en Santa Bárbara y de padres mexicanos, quien agrega que previo a la Navidad, fecha muy especial para su familia, realizan posadas en la iglesia a la que acude con frecuencia.
“En una ocasión mi familia organizó una posada, ese día invite a un amigo colombiano y quedó asombrado al ver lo que es una posada, pues en su país no se acostumbra a realizar éste tipo de eventos”, comenta.
Cabe mencionar que las posadas son fiestas populares que se celebran del 16 al 24 de diciembre en México, Honduras, Guatemala, El Salvador y Panamá, son parte de la tradición católica de la época.
Religiosamente estas fiestas recuerdan el peregrinaje de María y José desde su salida de Nazaret hasta Belén, donde buscan un lugar para alojarse y esperar el nacimiento del niño Jesús.
Durante el peregrinaje de estas coloridas “posadas”, se acostumbra partir una piñata, que simboliza la destrucción del mal y el triunfo del bien, además se cantan “villancicos”; una canción cuya letra está vinculada a la Navidad.
Lilly, quien trabaja en una empresa de informática, comentó que en la noche de Navidad cenan pozole, tamales, ponche y beben rompope, todo con el objetivo de no romper las tradiciones que le fueron inculcadas por sus progenitores.
Así, la familia Ramos, cuando no visita México, acostumbra enviar regalos a los estados de Zacatecas y Guadalajara, de donde son originarios sus padres, lo hacen atravéz de amigos que viajan en diciembre al vecino país.
Por su parte, los chilenos tienen una manera muy peculiar de celebrar la Navidad, Rafael Gaete, de 40 años y nacido en Santiago de Chile; quien llegó hace 11 años a Santa Bárbara con el propósito de aprender inglés, describe que la noche del 24 de diciembre no parecida a lo que se hace por esta , porque en primera instancia en su país es época de verano durante estos meses.
El festejo es distinto a lo acostumbrado en Santiago de Chile, porque en Santa Bárbara la celebración se lleva a cabo en la noche y en Sudamérica es durante la tarde, detalló Gaete, quien en los últimos años se ha adaptado a las tradiciones estadounidenses.
“En Chile, el 24 se celebra por la tarde, y en la noche, las personas terminan de trabajar alrededor de las 2:00 de la tarde y después se van a la casa para juntarse con la familia. Los regalos de los niños se esconden y a las 6:00 de la tarde se los damos para que los abran, después acostumbramos comer”.
Es de resaltar que durante esta fecha especial, los chilenos comen mariscos, arroz, distintos tipos de ensaladas, acompañados de una buena botella de champagne, aunque algunos también prefieren consumir pavo.
Para Gaete, quien se desempeña como pintor y escultor, es difícil viajar a su tierra natal porque tiene mucho trabajo en la época decembrina, sin embargo asegura que en compañía de las amistades pasa una agradable noche buena con entretenidos juegos de mesa.
“Normalmente a mi me toca trabajar en Navidad porque también trabajo en un restaurante, pero me junto con amigos y aquí (en Santa Bárbara), hacemos un juego que consiste en comprar algo con cierto valor, posteriormente se ponen los regalos a lado del árbol y tienes que elegir el que puedas, después debes robar uno y tratar de quedártelo”.
En Goleta, Enrique Parra, de nacionalidad venezolana, festeja la Navidad al estilo de su país.
En su mesa nunca pueden faltar las “hallacas”, platillo más reconocido de la gastronomía venezolana, y que para él es el resultado del proceso histórico que ha perdurado atravéz de los años en su sociedad.
“Cuando las fiestas navideñas desbordan la alegría del venezolano, la “hallaca” es parte importante de la celebración porque se intercambian, se regalan y se venden, sin dejar de mencionar el pan de jamón, así como otorgar un presente a los familiares”, explica.
Tampoco el ron venezolano puede faltar en la casa de Parra, quien desde hace ocho años se ha esmerado en mandarlo a traer desde su país para realizar el tradicional brindis navideño, y también el de “Año Nuevo”.
Martín Mamani, nacido en Perú y residente de Oxnard, California, prefiere seguir las tradiciones estadounidenses porque el pavo y las ensaladas, así como esperar la llegada de “Papa Noel: se ha hecho una tradición de gran valor en su hogar.
No obstante, tampoco deja atrás el legado que le inculcaron sus padres sobre las tradiciones navideñas que se realizan en la ciudad de Lima.
El panettone, un pastel de origenes italianos con una variedad de frutas secas y que se toma con chocolate caliente en la cena navideña en Perú, es una receta casera del Panetón, que incluso puede comprarse hecho, es uno de los platillos que la familia de Mamani no deja de consumir, ya que a su esposa e hija les fascina degustarlo.
A pesar de que a la hija de Martín, la visita Santa Claus le deja obsequios la mañana del 25 de diciembre, para él y su familia también es importante conservar la tradición de los tres reyes magos, cuando Melchor, Gaspar y Baltazar, en enero iluminan el rostro de los niños al dejarles una diversidad de obsequios, que van desde tabletas, patines, muñecas, entre otros juguetes.
Para los peruanos es popular el Día de Reyes, debido a que en Lima, la historia relata que Francisco Pizarro, cuando fundó la capital peruana, la bautizó con el nombre de “Ciudad de los Reyes”, ya que coincidió con la fecha en que los Reyes Magos se encaminaron a Belén al igual que el conquistador español y sus compañeros buscaban un lugar para establecer la nueva capital.
Actualmente en Perú, cada seis de enero tres policías montados y vestidos como los magos de Oriente, cabalgan por el centro de la ciudad llevando las tres ofrendas que depositarán en el nacimiento levantado al costado o en el balcón de la municipalidad.
Algunos mexicanos en Estados Unidos acostumbran a mezclar sus costumbres con las tradiciones locales, relata Margaret Cruz Owens, de nacionalidad mexicana pero de madre estadounidense.
“Me siento mexicana porque nací allá, pero por mi mamá acostumbró a celebrar la Navidad con pavo y ensalada, un platillo que se consume mucho aquí”, detalló.
Nadia Ramírez, residente de Santa María pero oriunda de Tampico, asegura que la Navidad es una fecha muy especial, donde comparte con sus familiares y seres queridos de una celebración muy típica de México.
“Hacemos tamales, ponche, tostadas y todo lo que pudieramos comer por allá. Muchos de mi familia vivimos en California y siempre nos juntamos en una casa. Esta año estaremos en la mía, y desde temprano empezamos a preparar toda la comida para en la noche comer y después ir a misa”, sostiene.
Al mismo tiempo, Nadie cuenta como sus tres hijos esperan en la mañana para abrir los regalos que les trajo “Santa”.
“Cuando se trata de comida somos muy tradicionales, pero también hemos adoptado tradiciones de este país y abrir los regalos el 25 (de diciembre) es una de esas tradiciones”.
Es así como el próximo 24 de diciembre los latinos que viven en Santa Bárbara y resto de los Estados Unidos pasarán el año nuevo, la mayoría apegada a las costumbres estadounidenses pero siempre con el recuerdo de la tierra que los vio nacer.