Inmigrantes cada vez más conectados
con los suyos en sus países.
Por Consuelo Martínez
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Llega Navidad que es cuando más se siente el vacío de estar lejos de los seres queridos sin la posibilidad de abrazarles en el calor del hogar y disfrutar juntos las enraizadas tradiciones durante esta significativa celebración.
Que levante la mano aquel inmigrante que diga que no ha vivido esta falta, porque de una u otra manera a todos afecta profundamente; pues casi todos ha dejado padres, hermanos, hijos, esposas y demás.
Es por ello que hoy en día se hace indispensable el uso del internet y toda clase de tecnología que ayuda a acortar esa dolorosa distancia y el irreversible paso del tiempo.
Algo que especialmente saben padres y madres que en algún momento de sus vidas no dudaron en venirse para mantener a sus hijos desde acá, negándose incluso la dicha de verles crecer.
LA TECNOLOGIA EL MEJOR ALIADO
No se podía adivinar hace dos o tres décadas que existirían increíbles adelantos como computadoras, tabletas y teléfonos con la facilidad de hoy.
Todavía era un asunto de “ciencia ficción” la posibilidad de conectarse al instante a través de aplicaciones como Skype, Whatsapp, facebook, video conferencia, y varias otras que existen en la actualidad, prácticamente, al alcance de todos.
Así lo corroboran datos del Pew Research Hispanic en un estudio realizado en el 2015, el cual muestra el aumento en la cantidad de adultos latinos en Estados Unidos que se conectan al internet y que entre el 2012 y el 2015 subió de un 78% a un 84%.
Cifras similares arroja el porcentaje de hispanos adultos que afirman tener acceso a internet móvil, ya sea en un teléfono celular, tableta u otra divisa aunque sea ocasionalmente.
Entre éstos, un 94% de los usuarios pertenecen a las edades entre 18-29, un 89% entre los 30-49 años, un 58% entre los 50-64 años y la cifra baja a 35% entre las personas de 65 años y mayores.
También se estima que un 86% de los latinos nacidos en Estados Unidos están conectados a Internet, y en un 75% aquellos que vienen de fuera.
Para quienes el Inglés es su primera lengua, son más proclives a estar en línea (86%), comparado con aquellos bilingües (83%) o quienes hablan español únicamente (71%).
DESDE HONDURAS CON AMOR
“No puedo decir que mis navidades han sido felices, pero he tratado de sobrellevar esas situaciones de la falta de calor de la familia”, dice Inés Tongo hoy de 66 años, quien vino desde Honduras hace 35 años con la idea de trabajar, dejando atrás 5 hijos pequeños para poder darles un mejor futuro.
La centroamericana es oriunda de la ciudad de San Pedro Sula, la capital industrial de su país, como le llaman y llegó primero a Los Angeles, pero al cabo de un año y medio se vino a vivir a Santa Bárbara donde ganaba $75.
“Mi hija mayor tenía unos 12 años en ese tiempo, el más chiquito unos 3 ó 4 años y les mandaba remesas todo el tiempo. El dinero cundía más porque la moneda aun no se había devaluado en Honduras”, recuerda la valerosa madre quien dejó a sus 2 hijas y 3 hijos con sus padres pero nunca perdió comunicación con los suyos.
“En ese tiempo era el teléfono para comunicarse y la llamada era muy cara. También era por carta y especialmente las niñas eran mi mas tremenda preocupación. Me daba miedo que fueran a hacer algo indebido, que alguien las engañara”.
Detalla Inés y cuenta que recibía cartas de sus hermanas muchas veces de lo malo que pasaba allá y ella se desesperaba aun más.
A veces dudaba en quedarse, pero luego se convencía que aquí ella era más útil.
“Mi mamá era la que se quedó cuidando a mis hijos y yo aquí me aguanté, me aguanté y me aguanté hasta que pude salir,” recuerda Inés quien eventualmente consiguió su ciudadanía y pudo ir a su tierra, 11 años después, cuando todos estaban ya grandes.
“Entonces yo lo que trataba era que no les faltara nada, claro que lo principal les faltó porque no estuve con ellos. En mi mente era que tuvieran todo lo necesario, no digo en abundancia porque nunca les pude dar en abundancia, pero si la razón que yo vine a este país era para poderlos educar. Tampoco puedo decir que a todos les pagué universidades porque no todos quisieron, pero sí todos se graduaron de la preparatoria”, explica pausada, añadiendo que con la llegada de los celulares fue haciéndose más sencillo poder comunicarse.
Pese a todo, Inés tiene lindos recuerdos de navidades en su tierra, con tamales, la “piernita de puerco” y el arroz con pollo que solía hacer su madre cada año.
“Lo pasaba bien bonito, siempre trataba yo de que mis hijos tuvieran un juguetito, comida y un vestido nuevo”, comparte nostálgica esta madre agregando que trabajaba acá limpiando casas y cuidaba a una señora que ponía música de navidad algo que a ella le hacia llorar.
Inés, además comparte que tiene planes de viajar a pasar la Navidad con su familia el próximo año, que está muy contenta porque desde este año tiene Facebook.
Ella asegura que se le hizo fácil, y quien le conectó a la popular red social fue el hijo pequeño de una amiga, lo que le permite saludar a sus hijos, 8 nietos y hasta un bisnieto.
“Todo aquello que pasé ya quedó atrás, por eso mi mejor deseo es pasar navidad y recibir el año que viene con salud y tener muchas bendiciones.” Concluye más tranquila esta esforzada centroamericana ya lejos del frío de la separación
UNA GRAN CONEXIÓN
Rosalba Baños era mamá soltera y se vino en el 2001 dejando a su pequeñita de 1 año 8 meses porque con lo que ganaba allá no era suficiente y aunque su hija Katia Citlali hoy tiene 18 años y ambas están muy unidas, todavía los ojos de esta madre enrojecen al recordar esa separación.
“Las navidades fueron fuertes al principio porque estás en un país que no es el tuyo, sin tu familia y aunque tuve la suerte de llegar con gente que me trataba muy bien, queda el vacío de la familia, porque es muy fuerte dejar a una bebita”, dice Rosalba hoy de 51 años quien es la más joven de una familia de 13 hermanos (7 hombres, 6 mujeres), del Estado de México.
Rosalba comparte que al principio tuvo que comprar una muñeca de trapo para tenerla con ella como compañía, asegurando que lejos de ser una broma era su necesidad de abrazar a su pequeña.
Más adelante compró una muñequita con cuerda con la melodía de la conocida canción “Feelings” de Morris Albert.
Esta muñequita pasó a ser todo un símbolo entre madre e hija cuando la tecnología les permitió verse, hablar y compartir a través del “Messenger” de facebook en sus celulares.
“El teléfono era en un principio, porque los celulares son de hace poquito. Cuando llegué acá era de comprar la tarjetita en la tienda, rasparle y marcarle. Era una manera de comunicarnos por teléfono, de hecho yo escribía bastante y en los primeros meses, casi a diario pero me guardaba las cartas para cuando ella creciera”.
Por otra parte, cada mes enviaba religiosamente sus remesas a México.
Su primer trabajo fue en una panadería, luego en una tienda de mapas y actualmente en CNA como enfermera asistente certificada.
Así, Rosalba inició una nueva familia, se casó, tuvo a su hijo Luis y por esas razones del destino y la vida se divorció.
“En las vacaciones mandaba a Luis, (hoy de 13 años) a México para que tuviera una buena relación con su hermana”, comentando que lo cual ha sido como un puente y algo muy saludable para la unión familiar.
Por su parte, Rosalba, dice sentirse satisfecha y que hizo lo que tenía que hacer: “tengo el sentimiento que puedo aguantar lo que sea por ellos. No me interesaba cómo me fuera a mí, sino ver por ella (su hija) que estaba sola. Soy la única que la ha mantenido. Mi hermana me apoya guiándola y todo; pero, yo he costeado sus estudios, sus médicos, ya que necesitó de un ortopeda, o le iban a hacer cirugía en las rodillas”, comenta.
“Tenemos mucha comunicación con Katia, sé de sus planes, de sus proyectos, su vida, a veces me pregunta o la motivo. A veces hasta me pide permiso para salir”, comparte la dedicada madre.
El año pasado, Rosalba tuvo la dicha de obtener su residencia y lo primero que hizo fue pasar la Navidad con su hija en México y visitar a su padre de casi 102 años, quien lamentablemente él falleció en julio de este año.
“En mayo del 2015 también había muerto mi madre. Vi a mi papá y tengo una foto con él”, comenta complacida.
Durante la entrevista Rosalba recibió una llamada de Katia, quien es una chica alegre y expresiva, asegurando que le encantan las navidades porque se reúnen, hay mucho ponche y hacen intercambio de regalos de broma, “que es muy divertido”.
Katia también opinó sobre el momento en que abrazó a su madre por primera vez…
“Fue muy emocionante porque era la primera vez y mi mamá empezó a llorar. Yo estaba como dormida porque fue de madrugada”, recuerda animada la adolescente quien planea estudiar ingeniería electrónica.
La joven asegura que hablan mucho por teléfono, haciendo uso de Factbook en video llamada y llamada normal.
“También nos mandamos mensajes. Antes cuando era niña mi mamá me escribía cartas porque la tecnología no estaba tan avanzada. Me gustaba, era muy emocionante y mi mamá siempre las decoraba. Eran bien bonitas y les ponía mucho amor”, comparte espontánea la adolescente desde la pantalla del teléfono.
Por último, Rosalba expresa sentirse muy feliz actualmente.
“Valió la pena el haberme venido para acá, que no fue fácil al principio, pero ahorita estoy viendo a mi hija que está estudiando, la escucho y la veo súper animada, comprometida con su carrera; así es que al que le estoy echando los kilos es a mi hijo Luis, dice riéndose y por fin más aliviada esta amorosa.