Editorial

Ni son caprichos, ni es un juego

Carlos Hernández es el editor de El Latino y un periodista con una amplia experiencia en periodismo. Ha sido corresponsal internacional en Atlanta, Nueva York y California de agencias de noticias como EFE de España y la Associated Press./EL LATINO

Por Carlos Hernández
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Han pasado casi 2 meses desde que California fuese uno de los primeros estados en entrar en cuarentena obligatoria, lo cual ha causado que la incertidumbre y desesperación haga mella en la mentalidad de muchos.

Todos esos rebeldes que piensan que el Covid-19 es falso, e ignoran por completo los estragos que muchos países, sobre todo en europeos como Italia y España han vivido debido al coronavirus.

Todo este revuelo de ideas infundadas en teorías tan conspirativas e ignorantes como irresponsables, lamentablemente explotan la carga psicológica de las personas, sumado al hecho que como seres humanos siempre buscamos una razón o excusa para poder enfrentar nuestros temores más básicos, todo resulta en una fórmula perfecta para el caos social.

Se que es difícil y que a todos nos a afectado directa o indirectamente, en gran o menor medida el mantenerse aislado y sobre todo las consecuencias económicas, pero hay que recordar que en esto no estamos solo, que es un esfuerzo conjunto y que esto no es un juego ni capricho de nadie.

La verdad me deja perplejo como mucho seres humanos actúan con un egoísmo desmedido, sin antes ponerse a pensar la verdadera razón que han llevado al Gobernador de California, Gavin Newsom y a las autoridades de los Condados y Ciudades locales a tomar las efectivas medidas que nos mantienen a salvo.

Hay un pequeño factor que estos “rebeldes” parecen olvidar, y ese es que es una situación única, algo que nunca jamás se había visto en la historia de la humanidad, y que nada más y nada menos es que desde marzo el mundo prácticamente se ha paralizado.

Nunca antes un conflicto bélico o un desastre natural había puesto de rodillas al mundo como lo ha hecho este virus.

Es por eso que todos debemos de recordar a la difícil labor que llevan los gobernadores, porque esta es una situación tan delicada como incierta que nunca se había experimentado.

Prácticamente los parámetros de acción y las órdenes que el gobierno manda a la población, nunca se habían tomado por lo que lo hace una tarea aún mucho más difícil.

La situación es como ir a una guerra, donde los gobiernos son el ejercito en una densa y extensa selva, donde no saben adónde está el enemigo, ni a que hora, ni como actuará, pero el cual está en todas partes listo para atacar.

Muchos dirán que es solo la población mayor y población con un mal estado físico son los más vulnerables quienes si se ven afectados, sin embargo el virus ya arroja efectos tan nuevos como inciertos que no se sabe realmente los alcances negativos que puede tener en la salud de la población, sobre todo en las de las nuevas en las generaciones.

Como tal vez ya se han podido dar cuenta, hay un brote del síndrome de Kawakazi en varios estados de la nación, que supuestamente es el resultado de una mutación del COVID-19 en los niños y que resulta más mortal que este virus.

Sería bueno ponernos en los zapatos de estos líderes y funcionarios públicos, recordemos que las decisiones a tomar podrían impulsar o aniquilar su carrera y su integridad.

Un buen líder no querrá pasar a la historia como el irresponsable que con su decisión antepuso la economía ante la vida de millones de personas.

Pero parece que muchos no están contentos con Newsom por su “gran pecado”: salvar vidas.

Pongamos un poco de análisis al respecto y veremos que nada, pero nada en el mundo se compara con la vida de un ser querido.

Cómo mencioné en unos de mis editoriales anteriores que si Dios no lo quiera, pero si algún familiar cercano falleciera a consecuencia del coronavirus, créame que usted deseará dar todo lo que tiene y lo que no, sólo por que esa persona estuviese viva a su lado.

Así es que la próxima vez que nos quejemos por estar a aislados y estar desesperados por estar en nuestras casas junto a nuestras familias, mejor pongámonos a pensar que las medidas no son un capricho, ni la situación es un juego…