Por Agencias
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Exhibición del alero, que acabó ovacionado por el público de los Nets y con un increíble 9/10 en triples. Los Lakers suman cinco victorias en los últimos seis partidos.
LeBron James jugó en la noche del domingo, en Nueva York, su partido 1.485 de regular season en la NBA. Todavía quedan lejos los 1.611 de Robert Parish, pero cada vez lo están menos los 1.560 de Kareem Abdul-Jabbar, el segundo con más y un gigante al que parece dispuesto a superar en cada marca, cada rincón estadístico de los más señalados (el récord de puntos, claro) a los más anecdóticos. Con 39 años y 92 días, llegó a 40 puntos por tercera vez en su temporada 21 en la NBA. Y anotó 9 triples, cifra con la que igualó el tope de su carrera, con un increíble 9/10 que puso al público del Barclays Center en pie, con muchas camisetas de los Lakers, para ver si era capaz de llegar, por primera vez, al décimo. No lo hizo, pero cuando se sentó después, con el partido ya resuelto (104-116 final), se llevó una ovación atronadora.
Octavo de siempre en triples anotados (de los siete de delante hay cuatro en activo: Curry, Harden, Lillard, Klay), su porcentaje esta temporada está en el 41,5%, que sería el más alto de toda su carrera y un salto tremendo con respecto a la pasada (32,1) o a su mejor marca en los Lakers (36,5). Su techo total está, por ahora, en 40,6, logrado hace once años… y con 3,3 triples lanzados por partido. Ahora marcha en 5,2. En todo, literalmente, ha ido progresando, siendo mejor, a medida que han pasado los años. Es un caso único, prodigioso, una leyenda de unas dimensiones que quizá ahora, que lo vemos en pista más o menos cada 48 horas, no terminamos de entender. No completamente, en toda su inmensidad. Ya le echaremos de menos, porque la cuenta atrás está en marcha: “No me quedan otros 21 años, claro. No sé cuánto más voy a jugar, pero no me queda mucho tiempo”.
En días como estos, no lo parece: con una frescura de piernas que no ha tenido en algunos de los últimos partidos, acabó con esos 40 puntos y ese 9/10 en triples, cogió 7 rebotes y repartió 5 asistencias. Firmó un 13/17 en tiros totales, uno de los partidos de 40 puntos más eficientes de la historia. Y, en el último cuarto, contuvo el último arreón de los Nets: desde un peligroso 82-90, anotó primero un par de triples para poner las cosas de vuelta en su sitio y, en total, 17 de los 23 puntos de los Lakers en el último cuarto. Repito: 39 años y 92 días.
Los Lakers empezaron 0-17 y ganaban por 20 (4-24) cuando se habían jugado poco más de siete minutos. Casi todo el partido fue plácido, sin más susto que ese inquietante +8 de inicios del último cuarto y con dos peros notables: 15 pérdidas (20 en total) en la segunda parte, en marchas bajas, y solo dos puntos del banquillo (1/12 en tiros). Los anotó, eso sí, Gabe Vincent, que volvió meses después con el objetivo de ser, a tiempo, otra pieza en un puzle que se va recomponiendo a toda velocidad. Los Lakers han ganado cinco de sus seis últimos partidos y están 3-1 en una trascendental gira por el Este que se cierra con back to back en Toronto y Washington. Dos partidos que deberían ganar, aunque con el riesgo del cansancio encima, y tras los que sabrán cómo están sus opciones de ser algo más que novenos del Oeste (42-33 ahora) o, si miran hacia atrás, cuánto más tendrán que remar para controlar a los Warriors (a un partido y medio). Al menos, los Rockets por fin perdieron y el undécimo puesto, el abismo que saca del play in, queda a tres y medio.
Anthony Davis, que juega con una rodilla tocada, acabó con 24 puntos, 14 rebotes y 3 tapones. Rui Hachimura, que en las últimas semanas parece más consciente de cómo de grande y fuerte es y está sacando su mejor versión, con 20+10 y 4 asistencias. Entre los dos, 17/24 en tiros. Si se añade a LeBron, el frontcourt produjo 84 puntos con 30/41 en lanzamientos. Así que, esta vez, D’Angelo Russell (18 puntos, 6 asistencias y 4 triples contra el exequipo con el que fue all star) y Austin Reaves (12+7+6) solo tuvieron que acompañar. Los Lakers ganaron con un corte limpio, una noche en general plácida que devuelve las aguas a su cauce tras el costalazo de Indiana. Ayudó, claro, que los Nets son un equipo triste, en ninguna parte (29-46). Sin opciones de play in y sin nada por lo que jugar, ni si mira hacia arriba ni si lo hace para abajo, dadas las rondas de draft que regaló para montar aquel proyecto Durant-Kyrie-Harden que parece ya tan lejano. Los puntos de Cam Thomas (30 con 6 asistencias) hicieron más o menos el opaco camino de su equipo en una noche en la que Dennis Schröder (14 puntos, 3 asistencias) ni amagó con uno de esos habituales revenge games que ofrece la NBA. Fue, en fin, una noche cómoda para los Lakers, con un ojo puesto en la clasificación y en el resto de resultados de la jornada. Mientras ellos sigan ganando, así tendrá que ser.