¿Por qué la oferta de Paramount por Warner Bros. Discovery marca un momento histórico?

Por Redacción
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El movimiento desafía directamente el acuerdo preliminar que la junta directiva de WBD alcanzó con Netflix por US$ 72.000 millones, un pacto que parecía encaminado hasta que Paramount decidió intervenir con una estrategia más agresiva y riesgosa. La disputa involucra a dos gigantes del entretenimiento, cuyo objetivo común es obtener el control de uno de los catálogos más influyentes de la industria global.

Una adquisición hostil ocurre cuando una empresa busca tomar control de otra pasando por encima de la dirección del objetivo y apelando directamente a los accionistas. Aunque este tipo de operaciones suele generar más incertidumbre y costos elevados, no es un mecanismo nuevo y, en ocasiones, ha resultado exitoso. Si la oferta de Paramount prospera, no solo podría alterar el rumbo de la industria del entretenimiento, sino también posicionarse como una de las mayores operaciones de este tipo en la historia corporativa reciente.

Paramount propuso pagar US$ 30 por acción, una oferta totalmente en efectivo que valora la operación en US$ 108.000 millones, incluyendo deuda. De concretarse, sería la cuarta adquisición hostil más grande realizada en los últimos 20 años. Las cifras colocan a la disputa en un territorio de élite dentro de las grandes maniobras corporativas, un círculo en el que pocas empresas se aventuran y menos aún logran salir victoriosas.

El valor de la propuesta de Paramount no solo destaca por su magnitud, sino también por su contexto. La industria atraviesa una desaceleración tras años de expansión del streaming, cambios en los hábitos de consumo de contenido y una competencia feroz por retener audiencias globales. En ese escenario, controlar un conglomerado como WBD —propietario de franquicias emblemáticas, estudios de renombre y una huella internacional considerable— representa una oportunidad estratégica para reposicionar a cualquier empresa en una industria transformada por la tecnología y el mercado.

La oferta hostil también resalta porque desafía una dinámica habitual: la preferencia de las empresas por negociaciones amistosas. En la mayoría de los casos, las transacciones exitosas surgen de acuerdos mutuamente aceptados. Sin embargo, este tipo de ofertas agresivas surgen cuando las compañías consideran que la dirección del objetivo no actúa en beneficio de los accionistas o cuando creen que tienen más posibilidades de éxito apelando directamente al mercado.

En este caso, la junta de WBD rechazó inicialmente a Paramount y aprobó el acuerdo con Netflix. Pero la historia de las adquisiciones hostiles muestra que la primera respuesta rara vez detiene a un oferente decidido. Muchas veces, la propuesta inicial termina subiendo a medida que se desarrolla la negociación o aumenta la presión de los inversionistas.

La relevancia del movimiento de Paramount se vuelve aún más clara al compararse con las mayores operaciones hostiles completadas en las últimas dos décadas. Entre las más destacadas figuran la adquisición de Mannesmann por Vodafone Airtouch en 2000 por US$ 171.000 millones; la compra de SABMiller por Anheuser-Busch InBev en 2016 por US$ 122.000 millones; la adquisición de Warner-Lambert por Pfizer en 2000 por US$ 110.000 millones; la operación de Royal Bank of Scotland para tomar el control de ABN Amro en 2007 por US$ 96.000 millones; y la compra de Aventis por Sanofi-Synthélabo en 2004 por US$ 73.000 millones. Estas cifras dimensionan el nivel y la ambición del movimiento de Paramount.

En todos estos casos, las ofertas hostiles tuvieron efectos duraderos en sus respectivas industrias. Algunas impulsaron consolidaciones masivas, mientras que otras derivaron en crisis financieras profundas. En ese sentido, el desenlace de la actual disputa podría tener repercusiones que van más allá del entretenimiento y se conectan directamente con mercados financieros globales.

Lo que está en juego para Hollywood y los accionistas

El enfrentamiento entre Paramount y Netflix por el control de Warner Bros. Discovery se produce en un momento decisivo para Hollywood. La industria se encuentra inmersa en una transición compleja después de años de cambios acelerados. Las plataformas de streaming buscan nuevos modelos de negocio para enfrentar la saturación del mercado, los ingresos por publicidad están lejos de los niveles previos a la pandemia y la producción de contenido enfrenta presiones de costos sin precedentes.

Para Paramount, adquirir WBD significaría obtener un portafolio que incluye marcas como Warner Bros., HBO, DC y CNN. Ese catálogo podría fortalecer su presencia global y ampliar su capacidad para competir en un mercado donde las audiencias y los ingresos se distribuyen cada vez más entre múltiples sistemas digitales.

Para Netflix, cerrar la operación con WBD representaría un salto estratégico en su transición de plataforma a conglomerado de entretenimiento, fortaleciendo su capacidad de producción, distribución y propiedad intelectual. Por eso, la oferta de Paramount no solo desafía a WBD, sino también el avance de su principal rival.

A nivel corporativo, los accionistas desempeñarán un papel crucial en el desenlace. La oferta hostil se dirige directamente a ellos, lo que significa que su decisión puede contradecir o reforzar la postura de la dirección de WBD. En operaciones similares, la presión de los inversionistas ha sido determinante, sobre todo cuando perciben mayor valor en la oferta que en el acuerdo inicial aprobado por la junta.

Además, existe la posibilidad de que la oferta de Paramount aumente, algo común en este tipo de procesos. Cada ajuste en la puja puede intensificar la competencia y modificar las expectativas de las partes involucradas, agregando más incertidumbre al futuro de WBD y a la arquitectura de la industria que gira alrededor de ella.

Independientemente de quién se quede con el control de Warner Bros. Discovery, la disputa marca un punto de inflexión para el negocio del entretenimiento. El resultado podría redefinir cómo las compañías manejan su contenido, suscripciones, publicidad y presencia global en un mercado que ya no se parece al de hace una década. También podría desencadenar nuevas olas de fusiones, adquisiciones y reestructuraciones, impulsadas por la necesidad de sobrevivir en un entorno de competencia más estrecho y presión tecnológica constante.

Lo que está claro es que la oferta de Paramount no solo busca una expansión empresarial, sino también reconfigurar su posición en un tablero donde cada movimiento se amplifica a escala global. El desenlace podría tardar semanas o meses, pero sus efectos probablemente se sentirán durante años.