Por Agencias
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Una flotilla de barcos rusos más un submarino nuclear llegó este miércoles al puerto de La Habana, en Cuba, donde permanecerá cuatro días, según anunciaron ambos países.
En concreto, se trata de cuatro naves de guerra de la Flota del Norte, explicó el comandante en jefe de la Armada de Rusia, Alexander Moiseev.
Tanto Cuba como Rusia afirman que esta operación naval «se corresponde con las históricas relaciones de amistad» y se produce en el «marco de la cooperación internacional» que existe entre ambos países.
Todas las naves pasaron por la costa este de Florida, Estados Unidos, en su camino hacia el puerto de Cuba y se encuentran actualmente a solo 145 kilómetros de territorio estadounidense.
Por tal razón, naves aéreas y navales de ese país monitorearon la flotilla.
La llegada de estas naves se produce en un momento de tensión entre Moscú y Washington por la guerra en Ucrania.
Esta semana, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que podría tomar medidas si países occidentales suministran armas de fuego a Ucrania para ser usadas en suelo ruso.
A fines de mayo, el gobierno de Joe Biden autorizó el uso de armas estadounidenses por parte de las fuerzas ucranianas en contra de objetivos en Rusia.
La condición es que solo puedan usarse en zonas fronterizas desde donde Rusia ha lanzado ataques contra Ucrania.
Pero, más allá de esta nueva escalada de tensión, existen varios detalles en la llegada de las naves rusas a Cuba que apuntan a que no se trata más que de una «maniobra de propaganda», como indicó el jefe del servicio ruso, Famil Ismailov.
Sin armas nucleares
El grupo de barcos de la Flota del Norte está integrado por la fragata Almirante Gorshkov, portadora de misiles de precisión de largo alcance; el buque cisterna de suministros Akademik Pashin, y el remolcador de rescate Nikolai Chiker, equipado con un helipuerto.
También está el submarino nuclear Kazan, que forma parte de la flota desde 2021.
Sin embargo, este submarino no lleva armas nucleares, según han informado desde Rusia.
«Es interesante que Rusia recalcó esto, que no hay armas nucleares en esta flotilla. Es un indicio que manda el mensaje de que no tiene la intención de hacer una escalada armamentística», indica Ismailov.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, explicó que previamente la flotilla estuvo haciendo ejercicios navales en el océano Atlántico.
En concreto, practicaron «el uso de armas de misiles de alta precisión utilizando modelos informáticos contra objetivos navales que representan grupos navales del enemigo convencional y que se encuentran a una distancia de más de 600 km», así como «entrenamiento para repeler un ataque aéreo».
Desde Washington se informó que las fuerzas de ese país están monitoreando todos estos movimientos, pero un funcionario estadounidense aclaró que su país no considera como una amenaza la llegada de esta flotilla a La Habana.
«Los despliegues de Rusia son parte de una actividad naval de rutina, y no nos preocupan, no representan una amenaza directa para Estados Unidos», puntualizó.
«No es una coincidencia. Es un claro movimiento de propaganda de Rusia para dejar claro algo: ‘Os apoyamos (a Cuba) en el patio trasero de Estados Unidos'», recalca el editor Ismailov.
Por su parte, Ricardo Herrero, director ejecutivo del Grupo de Estudio Cubano que impulsa un mayor acercamiento entre EE.UU. y Cuba, expresó en X (antes Twitter) que la visita naval rusa a La Habana sería «de poca preocupación» para el Departamento de Defensa en Washington.
«Pero políticamente hunde las relaciones bilaterales en un agujero más profundo», añadió.
Un mensaje de propaganda
«Hay una distancia enorme entre Rusia y Cuba, está muy lejos y toma mucho tiempo todo este movimiento como para verlo como una respuesta (a la decisión de EE.UU. de autorizar el uso de sus armas contra objetivos en Rusia)», señaló Famil Ismailov y añadió:
«Era algo que, definitivamente, estaba planeado de antes».
A mediados de mayo, el Ministerio de Defensa ruso informó que un destacamento de tres barcos de la Flota del Norte emprendió un largo viaje desde Severomorsk (en el mar de Barents) a los que posteriormente se unió el submarino nuclear.
Esto se une a la visita esta semana del ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrila, a Moscú, donde se reunió con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.
«Estamos en el camino del fortalecimiento de nuestro diálogo político y trabajamos en los impulsos para estimular la economía cubana», enfatizó Lavrov durante una rueda de prensa conjunta este miércoles.
En julio del año pasado, un buque de entrenamiento de la armada rusa, el Perekop, también llegó a las costas de Cuba.
Fue la primera visita oficial de un buque de guerra ruso a la isla en muchos años y se enmarcó en la nueva etapa de relaciones entre los dos históricos aliados de la era de la Guerra Fría, que vino acompañado además de varios acuerdos económicos.
De la isla caribeña, según afirma el ejército estadounidense, es posible que el conjunto naval se dirija hacia otro aliado de Rusia en la región: Venezuela.
«Es el mismo tipo de movimiento, la misma cosa. Venezuela es un viejo amigo de Rusia», apuntó el jefe del servicio ruso.
En cualquier caso, nos remarca: «Rusia no es una amenaza en términos de fuerza naval, no está en posición de hacer amenazas a los intereses de Estados Unidos en la zona».