En ocasiones tenemos una relación tóxica con nuestro pasado, ya que le permitimos que “hable tan fuerte” que no somos capaces “de escuchar” a nuestro presente.
La mayoría de nosotros puede relacionarse con el hecho que tenemos que superar los errores de ese período, pero también es muy importante superar los éxitos del mismo.
Piense en la persona que tiene 50 años de edad y todavía reminiscencias de sus días de escuela secundaria, siempre viviendo “su época de gloria”.
En ocasiones les queremos decir como ‘Kiko’ le decía al ‘Chavo del 8’ “¡cállate, cállate que me desesperas!”.
A pesar que estamos agradecidos por los éxitos que hemos tenido en nuestro pasado, debemos desprendernos de ellos y avanzar hacia el futuro.
El apóstol Pablo lo dice de esta manera:
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya alcanzado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está adelante…”, (Filipenses 3:13).
Hace apenas 40 días que empezamos un nuevo año, una nueva oportunidad para comenzar de nuevo.
Dios quiere que tomemos ventaja de esta nueva oportunidad llamada 2015.
Quizás el año pasado fue increíblemente bueno para usted, o tal vez fue horrible, en realidad no importa… la pregunta es; “¿Y ahora qué?” ¿Qué planes tiene?
Este nuevo año puede ser diferente si escucha a las palabras del apóstol Pablo:
“Olvidando y esforzando.”
El remordimiento es un sentimiento muy poderoso que puede mantenernos viviendo en la dimensión del ayer.
Todos hemos cometido errores, y podemos condenarnos a nosotros mismos por los errores que hicimos o podemos levantarnos y seguir adelante como menciona Pablo.
Los traspiés del ayer no deben extenderse y ser parte de nuestro presente.
Hace unos años hice un tremendo error de negocios, con mi familia compramos una franquicia de comida rápida y después de entregarle nuestros corazones y alma al negocio, fracasamos.
Perdimos miles de dólares en esa empresa, tratamos, con todo lo que teníamos, que el negocio tuviera éxito pero lamentablemente no fue así.
Comenzamos con grandes sueños y terminamos con enormes remordimientos. Créanme cuando digo esto; a nadie le gusta fracasar, yo he estado allí y no es placentero.
Por un momento mi cabeza estaba llena de pensamientos como “nunca voy a entrar en negocios de nuevo” y “probablemente no soy buen hombre de negocios”, pero rápidamente me di cuenta de que no tendré éxito en todo lo que haga y aunque las cosas no salieron como esperábamos; tampoco era el fin del mundo.
Y es que más oportunidades se presentan en la vida y si no tenía la disposición correcta las perdería.
La diferencia entre el fracaso y el éxito en mi vida fue mantener una actitud “de esfuerzo”.
Por ello, le invito a que continúe poniéndole presión a la presión que le quiere mantener rehén en la prisión del pasado.
Algunos años después experimente tremendo éxito en la industria de bienes raíces; mucho más de lo que me hubiera imaginado.
La clave del éxito para mi fue no permitir que los errores del pasado determinaran mi presente.
Debemos ser libres de nuestro pasado y mirar hacia adelante para llegar hacia el futuro que Dios tiene para nosotros.
Solía trabajar para un hombre cubano cuando tenía 12 años y él me decía, “sin sacrificio no hay beneficio”.
Eso es tan cierto en la vida. Cualquier cosa de valor tiene un precio; sólo aquellos que estén dispuestos a pagar el precio podrán obtenerlo.
Tal vez usted está deseando una familia mejor, mejor relación con su cónyuge, o tal vez un mejor trabajo, estar en mejor salud física o emprender un negocio.
Mantenga esto muy en mente; el ayer (bueno o malo) no tienen relevancia hoy, el ayer se quedo atrás, recuerde las palabras de Pablo: “olvidando lo que queda atrás y esforzándose para alcanzar lo que está adelante.”
Olvide el 2014 y esfuércese en el 2015.
Miguel Montano, es el Pastor de la Iglesia “Word of Life Santa Bárbara” y ha sido columnista para varias publicaciones de Estados Unidos y Puerto Rico.