Por Redacción
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En una de las jornadas más mortales para la policía de Pensilvania en lo que va de siglo, un hombre acusado de acoso emboscó a cuatro oficiales que acudían a detenerlo en una zona rural del sur del estado. Tres de ellos murieron y un cuarto permanece hospitalizado, según confirmó el fiscal del condado de York.
El tiroteo ocurrió el miércoles por la tarde en North Codorus Township, un sector agrícola de colinas, establos y campos de maíz a unos 75 kilómetros al norte de Baltimore. Allí se escondía Matthew James Ruth, de 24 años, quien había sido denunciado por su exnovia por acoso y conductas violentas.
La mujer, que vivía con su madre en la vivienda, había alertado a las autoridades la noche anterior después de detectar en una cámara de seguridad que Ruth merodeaba la propiedad armado con un rifle. La policía intentó capturarlo entonces, pero el sospechoso logró escapar.

Al día siguiente, agentes del Departamento Regional de Policía del Norte de York regresaron con órdenes de arresto por delitos menores. Cuando se acercaron a la casa alrededor de las 2:10 p.m., notaron que la puerta estaba abierta, pese a que la víctima y su madre aseguraron haberla dejado cerrada.
En cuanto los oficiales cruzaron el umbral, fueron recibidos con una ráfaga de disparos. Ruth, armado con un rifle AR-15 equipado con silenciador, abrió fuego sin previo aviso, de acuerdo con el fiscal Tim Barker.
Los disparos alcanzaron a los cuatro policías que se encontraban en la entrada. Tres de ellos murieron en el lugar, mientras que un cuarto resultó gravemente herido y fue trasladado de urgencia a un hospital.
Las autoridades no revelaron de inmediato las identidades de las víctimas ni su rango dentro de la corporación. Sí confirmaron que todos pertenecían al mismo cuerpo policial, que calificó la tragedia como “un día oscuro y desgarrador”.
“Estamos devastados por la pérdida de tres de nuestros oficiales y seguimos orando por la recuperación del cuarto que permanece hospitalizado”, dijo el departamento en un comunicado.
El tiroteo concluyó cuando otros agentes respondieron al fuego y lograron abatir al atacante. Ruth fue declarado muerto en la escena. Un funcionario de las fuerzas del orden, que habló bajo condición de anonimato porque la investigación sigue en curso, confirmó su identidad a The Associated Press.
Un ataque que sacude a Pensilvania

Ruth había mantenido una breve relación con la joven que vivía en la casa atacada. Según documentos judiciales, ella sospechaba que él había incendiado su vehículo en agosto, aunque no había pruebas suficientes para procesarlo por ese hecho.
Vecinos señalaron que Ruth era conocido en Hanover, su lugar de residencia, a unos 16 kilómetros del lugar del crimen. Agentes registraron su vivienda el mismo miércoles, incautando varias bolsas con objetos considerados evidencia.
“Lo vi crecer en el vecindario, y jamás pensé que algo así pudiera ocurrir”, dijo Rose Miller, una vecina que presenció el operativo policial frente a la casa del sospechoso.
El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, se pronunció horas después del tiroteo, condenando el ataque y llamando a un debate más amplio sobre la violencia armada.
“Necesitamos hacer más como sociedad”, expresó. “Debemos ayudar a quienes piensan que empuñar un arma es la manera de resolver conflictos”.
La masacre recordó otro episodio ocurrido en 2009, cuando tres oficiales fueron emboscados por un hombre con chaleco antibalas en una disputa doméstica. Ambas tragedias representan los días más mortales para la policía del estado en este siglo.
La noticia provocó conmoción en toda la región. Vecinos salieron a las calles con banderas estadounidenses para rendir homenaje mientras una caravana de patrullas y vehículos de emergencia escoltaba los cuerpos de los oficiales hacia la oficina forense.
Fuera de la sede del departamento policial se acumularon flores, velas y mensajes de condolencia. Decenas de comunidades cercanas utilizaron sus redes sociales para enviar solidaridad a las familias de los agentes caídos.
“Es extraño caminar por este camino ahora y ver todos estos autos policiales, sabiendo lo que ocurrió aquí”, dijo Bryan Rice, residente local que aún no asimilaba la magnitud de la tragedia.
El condado de York ya había vivido un episodio violento meses atrás. En febrero, otro oficial murió durante un enfrentamiento dentro de un hospital local, cuando un hombre armado con una pistola y bridas tomó como rehenes a varios trabajadores de la unidad de cuidados intensivos. Ese ataque terminó con el sospechoso y un agente muertos.
La repetición de hechos mortales en tan poco tiempo ha generado debate entre líderes locales sobre la seguridad de los policías en situaciones de arresto.
Una comunidad en duelo y en búsqueda de respuestas

El tiroteo del miércoles alteró la rutina de una tranquila comunidad agrícola. Cerca de 30 vehículos policiales bloquearon las carreteras alrededor de un establo, una granja de cabras y campos de soja. Un helicóptero sobrevolaba mientras agentes registraban la zona.
“Escuché varios disparos seguidos, luego silencio y después más disparos”, relató el vecino Dirk Anderson, que observaba desde su casa al otro lado de la calle. “No sabíamos qué estaba pasando hasta que vimos llegar a todos los policías”.
El dolor por la pérdida de tres agentes que habían jurado proteger a su comunidad se reflejó en vigilias improvisadas y mensajes de apoyo.
“Este no es solo un día trágico para la policía de York, sino para toda Pensilvania”, dijo un portavoz de la Asociación de Oficiales de la Paz del estado. “Nuestros corazones están con las familias, amigos y colegas de quienes dieron su vida en cumplimiento del deber”.

Mientras la investigación continúa, el recuerdo de la violencia sigue latente en North Codorus. Lo que era un camino rural rodeado de granjas se convirtió en escenario de uno de los ataques más letales contra policías en la historia reciente de Pensilvania.
