Por Carlos Hernández
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Ya como si nada han pasado casi seis meses de este año, el año escolar ha terminado y celebramos el “Día del Padre”.
Quiero aprovechar esta ocasión para felicitar a todos los papás que dan un buen ejemplo a sus hijos, esos que no sólo se preocupan en trabajar pero que también dan el amor y atención necesaria.
Lo anterior es clave en el desarrollo de los niños, especialmente en sus años de adolescencia cuando, por naturaleza del ser humano, los jóvenes quieren explorar y buscar los límites de sus conductas.
Sé que para muchos padres, especialmente los latinos, es muy difícil buscar ese balance entre el trabajo y la familia, pero si nos ponemos a pensar, que las cosas materiales van y vienen, mientras que la niñez y adolescencia de los hijos sólo se dan una vez en la vida.
Por esto, es vital que les demos la prioridad necesaria en esos años de formación, sino díganme ¿no es maravilloso como hombre sentirse que se influye de una manera positiva en la vida de otra persona?
Especialmente cuando esa persona es parte de uno.
Muchos con alegría y nostalgia vemos crecer día a día a los hijos, mientras en sus primeros años de vida exploran el mundo y su alrededor, simplemente es algo maravilloso.
En mi caso personal, ser testigo y parte de esa etapa de aprendizaje de mi pequeño de 18 meses es algo que crea memorias que llevaré el resto de mi vida.
Así, insto a otros hombres que tienen la dicha de ser padres, de no olvidar cumplir con esa responsabilidad tan grande, pero a la vez especial y gratificante que es ser papá.
Recordemos que para cada uno de nuestros hijos, los padres son sus superhéroes, a quienes idolatran y admiran con una pasión que sólo un hijo puede sentir.
No les defraudemos, luchemos con un buen ejemplo en la aventura que es la vida, porque el ejemplo que damos y como nos comportamos, no sólo en público sino también en el hogar, es lo que ayuda a formar los principios e ideales de los pequeños.
Que llegamos muy cansados de trabajar, que tengo una reunión, que me invitaron a una función, etc, no sean excusas para dedicarle el tiempo necesario a los hijos, porque recordemos algo muy importante: ellos no pidieron nacer, sino que fue una decisión nuestra, de adultos traerles a este mundo.
Así, lo menos que podemos hacer es ser un guía responsable, que les de la atención y el amor para que tengan una niñez feliz, que recuerden esos bellos momentos que sólo se viven durante esos años de vida.
Si fallamos en esta labor, no nos quejemos luego de porque son mal educados, que van mal en la escuela, que no son responsables, que no nos quieren, que se quieren meter en las pandillas, etc., porque los niños son un lienzo en blanco y por muy pequeños que sean, todo lo que hacemos a su alrededor, especialmente el ejemplo del padre, les sirve como un espejo para interactuar consigo mismos y con los demás.
Disfrutemos de nuestros hijos y hagamos de ellos personas dignas y admiradas, pues como dicen: “son una bendición de Dios” y lo mínimo que podemos hacer es cuidarlos, guiarlos y amarlos.
¡Feliz Día del Padre!
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