Seguro que alguna vez ha tenido la experiencia de haber dicho algo que la gente ha entendido de forma totalmente distinta a lo que usted quería decir.
Nos ha pasado a todos, y el mundo de la educación no es ajeno a este problema.
En el tiempo que he estado trabajando con las escuelas, primero como padre de estudiantes y en los últimos años como traductor e intérprete en el distrito escolar de Santa Bárbara, me he dado cuenta que la mayoría de los problemas que surgen entre las familias y las escuelas (ya sea con los maestros, otros empleados o administradores) tienen en su raíz un problema de comunicación: alguien dijo (o dejó de decir) algo que se interpretó de forma diferente a la intención con la que se dijo.
Estos problemas de comunicación o malentendidos no solo pasan entre las familias y las escuelas; pasan en todos los ámbitos de la vida: en la familia, en el trabajo, entre amigos y en casi cada interacción que tenemos con otros seres humanos.
Una gran fuente de malentendidos es cultural…
La forma en que nos comunicamos es parte de nuestra cultura.
Es decir, no nos comunicamos de la misma manera los latinos que los que han crecido en un mundo anglosajón o los asiáticos o los africanos. Ni siquiera todos los latinos nos comunicamos de la misma manera. Aunque no quiero caer en el estereotipo, los anglosajones en general son mucho más directos cuando dicen las cosas que los latinos, que pueden encontrar de mala educación el ir directamente al grano.
A los latinos nos gusta más hacer un poco de conversación antes de hablar del tema que tenemos que tratar, y en general damos más explicaciones marginales, lo que los anglosajones pueden ver como una distracción y «se pierden» entre nuestras explicaciones antes de llegar a la idea central que queríamos expresar.
También muchos de nosotros no tenemos la costumbre de relacionarnos con las instituciones o cuando lo hacemos, es a través de un interlocutor que sirve muchas veces como intermediario cultural, como puede ser un trabajador social.
En general, en el mundo latino se usa más el lenguaje hablado, y no hay tanta costumbre de usar el lenguaje escrito, sin embargo, en el mundo institucional, la comunicación se da fundamentalmente por escrito: por medio de formularios, notificaciones y cartas.
De la misma manera, cuando los padres se comuniquen con la escuela o el Distrito Escolar por un asunto grave o un problema que pueda llegar a serlo, es bueno que lo hagan por escrito y guarden copias de las notificaciones, porque así queda constancia de que informaron del asunto y cuándo lo hicieron.
Tenga en cuenta que cuando se escribe una carta, la carta habla por nosotros.
Es decir, use un lenguaje correcto y respetuoso, pero firme y concreto.
Si no está muy seguro de su ortografía, use un diccionario o pídale a alguien con buena ortografía que le corrija su mensaje.
El entregar una carta escrita en español no debería ser problema, pues en todas las escuelas y distritos escolares hay personas que pueden traducirlas, pero lo que sí es importante es que las ideas estén bien expresadas, y tratemos de adaptarnos en lo posible a la forma de comunicarse anglosajona.
Es decir, ir al grano explicando los hechos clara y brevemente si es posible, y no andarse mucho por las ramas para que no haya duda de cuál es la idea o las ideas principales que queremos expresar y no confundir a la persona a la que estamos escribiendo.
Una vez que haya escrito un borrador de su carta o notificación, es bueno que la vuelva a leer, o mejor aún, que se la dé a leer a alguien de confianza para que le diga si está se entiende bien.
Y no olvide poner la fecha, su nombre y cómo prefiere que le contesten: por correo (para lo cual tendrá que dar su dirección), por teléfono (asegúrese de dar su teléfono) o por correo electrónico (dando su dirección de correo electrónico).
Saber comunicarse es un arte del que todos podemos sacar mucho provecho, pero sobre todo nos puede ayudar a resolver problemas en vez de crear más. ν
José Saleta es oriundo de Madrid, intérprete para el Distrito Escolar Unificado de Santa Bárbara, experto en temas educativos y padre de familia.