Por Redacción
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Es común que los seres humanos no reconozcamos nuestros propios errores.
Criticamos la arrogancia o ignorancia de otros, sin reflexionar sobre nuestras propias imperfecciones. Este punto ciego se manifiesta especialmente en nuestras relaciones de amistad, donde, sin intención de hacer daño, nuestras acciones impulsivas pueden lastimar a quienes queremos.
Aunque no sea intencional, estas actitudes causan tanto daño como las acciones deliberadas. Según investigaciones sobre la conexión social, las “relaciones ambivalentes” —aquellas que alternan entre calidez y frialdad— pueden ser incluso más dañinas para el bienestar que las relaciones abiertamente hostiles.
La buena noticia es que, con algunas estrategias sencillas, es posible identificar y mitigar los hábitos que afectan nuestras relaciones. A continuación, cinco consejos prácticos para evitar ser un amigo tóxico:
1. Sé consistente
A nadie le gusta vivir en incertidumbre. Investigaciones han demostrado que la incertidumbre puede generar más estrés que una situación negativa predecible. Este principio aplica también a las amistades: ser inconsistente en el apoyo que ofreces puede generar ansiedad en tus amigos.
Por ejemplo, en un estudio sobre relaciones ambivalentes, solo la presencia de un amigo impredecible en la misma habitación era suficiente para aumentar la presión arterial de los participantes. Si bien no siempre podemos estar disponibles para ayudar a nuestros amigos, podemos esforzarnos por ser más coherentes en nuestras respuestas. Esto incluye controlar nuestro mal humor y no responder de manera impulsiva cuando alguien nos busca en el “momento equivocado”.
2. Evita la ilusión de transparencia
Muchas veces asumimos que nuestros amigos pueden adivinar cómo nos sentimos, lo cual no siempre es cierto. Este fenómeno, conocido como “ilusión de transparencia”, puede hacer que descuidemos expresar nuestra gratitud o aprecio.
Un estudio mostró que las personas tienden a subestimar cuánto impacto tienen sus palabras de agradecimiento en los demás. Aunque nuestro lenguaje corporal puede transmitir afecto, es importante reforzar esos sentimientos con palabras explícitas. No demos por sentado que nuestros amigos saben cuánto los valoramos; decírselo puede fortalecer la relación.
3. Valida los sentimientos, pero fomenta nuevas perspectivas
Cuando un amigo atraviesa un momento difícil, la empatía es crucial. Validar sus emociones puede aliviar el estrés, mientras que minimizar o criticar sus sentimientos solo incrementa la carga emocional.
Sin embargo, apoyar no significa necesariamente estar de acuerdo con su interpretación de los hechos. Ofrecer nuevas perspectivas, con tacto y sensibilidad, puede ser más útil a largo plazo que simplemente escuchar. Preguntas como “¿Qué aprendiste de esta experiencia?” o “¿Cómo podrías ver esto desde otra perspectiva?” pueden ayudar a replantear una situación difícil y darle un cierre más positivo.
4. Celebra los éxitos de tus amigos
La empatía no solo se trata de compartir emociones negativas, sino también de alegrarse por los triunfos de los demás. Sin embargo, muchas veces respondemos a las buenas noticias de forma pasiva o incluso negativa, lo que puede dañar la relación.
Tomarse el tiempo para celebrar los logros de tus amigos, ya sean grandes o pequeños, fortalece la conexión. Además, no temas compartir tus propias victorias. Estudios han demostrado que ocultar tus éxitos puede percibirse como un acto frío o desconectado, mientras que compartirlos fomenta calidez y cercanía.
5. Sé el primero en pedir disculpas
Todos cometemos errores, pero pocas personas se disculpan de manera genuina. La falta de disculpas puede generar resentimientos que dañan la relación a largo plazo.
Para que una disculpa sea efectiva, debe incluir:
• Reconocer el daño causado.
• Asumir responsabilidad.
• Expresar arrepentimiento sincero.
• Ofrecer una solución para reparar el daño.
• Explicar cómo evitarás repetir el error.
Las relaciones tienen altibajos, pero al aplicar estas estrategias, puedes minimizar los conflictos y ser el tipo de amigo que a todos nos gustaría tener.
Cultivar una amistad saludable no solo beneficia a los demás, sino que también mejora tu propio bienestar emocional y social.