Por Agencias
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España bate a Croacia con golazo y asistencia de Fabián. Morata y Carvajal completan el 3-0 en Berlín. Brilla Lamine.
En Los Palacios y Villafranca están todo el día de fiesta, estoy seguro. Un día es por Gavi, al que esperamos ver pronto en el césped, otro por Navas y, cuando alguno de ellos se toma un respiro, por Fabián. Este sábado 15 de junio los petardos suenan por el centrocampista del PSG, protagonista estelar de la victoria de España ante Croacia en su debut en la Eurocopa. Dio una asistencia y marcó un golazo que a buen seguro agitarán su cotización en esa bolsa del fútbol llamada Biwenger. Brilló él y brilló La Roja, donde Morata y Carvajal completaron el triplete. Precioso el atardecer en Berlín.
Croacia solo ganó en la grada, donde la afición ajedrezada era amplia mayoría. Pero en el fútbol, España bailó sola. Lo dejó claro en sus dos primeras acciones: primero, con un pase inventado por Fabián que Pedri no acertó a leer; segundo, en una internada de Lamine, quien en lugar de forzar la máquina decidió ceder hacia atrás a Morata, cuyo disparo mordido detuvo cómodamente Livakovic. Pero poco a poco las olas dejaron de llegar a la portería croata. Ese cambio de guion coincidió con el mayor peso en el juego de la Santísima Trinidad balcánica, la integrada por Modric, Brozovic y Kovacic. Tenían el balón y, lo que era más peligroso, tenían arriba a Budimir, que se movía bien. Dos pases en profundidad casi consecutivos sirvieron de aviso para los de Luis de la Fuente. El delantero del Osasuna no llegó a ninguno de ellos, pero los centros tenían todo el sentido del mundo.
Pedri apenas entraba en juego
La mala noticia entonces estaba clara: Pedri no tocaba el balón y, de ese modo, Pedri no es Pedri, sino uno más. Pero de repente la pelota cayó en la pierna de otro jugador con un enorme talento para convertir su bota en un tiralíneas. Fue Fabián, que le había ganado el pulso a Merino en el once titular, quien controló un balón sin dueño en el centro del campo y con su izquierda sirvió para que Morata hiciera lo que mejor sabe hacer: girar y correr. Remate raso. Golazo. El 1-0 al borde de la media hora (28′), una manera de echar agua a un gazpacho que poco a poco se nos estaba convirtiendo en salmorejo. Pero lo mejor de Fabián estaba por llegar. Solo cuatro minutos después, recibió en la frontal del área, se acomodó la pelota en su pierna derecha para driblar a un rival y de nuevo se la llevó a la izquierda, que en él es sinónimo de peligro. Latigazo, 2-0 y en un visto y no visto el debut europeo se tornaba cuesta abajo.
Croacia se resistió, subió líneas para poner en aprietos a Unai y a fe que lo hizo. Kovacic disfrutó de una ocasión de gol, Brozovic tuvo otra e incluso Gvardiol, ese central reconvertido en lateral izquierdo por obra y gracia de Guardiola. Pero en las tres se toparon con Unai Simón, aunque en la última Michael Oliver no apreciara despeje del meta del Athletic y dejara en saque de portería lo que podría haber sido un córner. Estaba claro que no era el día de Croacia y más aún lo estuvo cuando al borde del descanso, caminando por el minuto 47, con Zlatko Dalic dándole vueltas ya a la cabeza para ver cómo equilibrar el partido, España firmó sentencia con un cabezazo de Carvajal a pase de Lamine. Dos semanas después de abrir el camino a la Decimoquinta en Wembley con su Real Madrid, el lateral volvía a marcar.
Croacia se lamenta por Olmo
¿Qué podía depararnos la segunda parte? Pues exactamente lo que deparó, el acoso de Croacia, que tiró de orgullo patrio, y las contras casi letales de España. La primera ocasión clara la protagonizó Lamine (52′), pero su rosca fue adivinada por Livakovic; después le llegó el turno a Kramaric (57′) en una suerte de pinball que acabó con Cucurella despejando el peligro. Y así transcurrió el partido, con Olmo (suplió a Pedri en el 59′) de nuevo en juego tras superar sus molestias musculares, con minutos para Oyarzabal y Merino, quienes relevaron a Morata y Nico en el tramo final de un encuentro que se animó con un penalti a favor de Croacia (78′) tras un error de Unai en la salida de balón. La falta de Rodrigo le valió la amarilla, aunque pudo ser roja. Petkovic lanzó, despejó Unai y la posterior acción, que acabó en gol de Petkovic, fue anulada al entrar Perisic en el área antes de tiempo. Era el colofón a un gran estreno que sirve a La Roja para cargar baterías en la Eurocopa. Una tarde dulce y gloriosa en Berlín, como en Los Palacios y Villafranca, donde no me extrañaría que a estas horas estén de verbena. Fabián tiene la culpa.