Por Agencias
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La inversión pública permitirá aumentar la velocidad al sustituir o modernizar túneles y puentes de más de un siglo de antigüedad entre Washington y Boston.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ganó el apodo de Amtrak Joe por los viajes casi diarios que hacía en sus tiempos de senador entre Wilmington (Delaware) y Washington cuando era senador.
Amtrak es la red estatal interurbana de trenes de pasajeros, la Renfe estadounidense. El presidente ha elegido Wilmington, donde la estación de tren lleva su nombre, para anunciar este lunes una inversión multimillonaria para modernizar el corredor ferroviario del noreste de Estados Unidos, el más transitado del país. Serán 16.400 millones de dólares en 25 proyectos en el corredor noreste de Amtrak.
La ley de infraestructuras aprobada en 2021 en el Congreso con apoyo de ambos partidos prevé unas inversiones ferroviarias totales de 66.000 millones de dólares, la mayor desde que se creó Amtrak en 1971. A un año de las elecciones, la movilización de inversiones públicas es una baza que juega el presidente para impulsar la economía y recuperar popularidad ante una reelección que se prevé muy ajustada.
Las inversiones anunciadas este lunes reconstruirán túneles y puentes de más de 100 años de antigüedad; mejorarán las vías, los sistemas eléctricos, las señales, las estaciones y otras infraestructuras; e impulsarán futuros proyectos para mejorar significativamente la duración de los viajes aumentando la velocidad y reduciendo los retrasos, según la Casa Blanca.
Combinadas con el programa de sustitución de la flota de Amtrak, de casi 9.000 millones de dólares, que reemplazará más de 1.000 locomotoras y vagones por equipos de última generación fabricados en Estados Unidos, “estas inversiones garantizarán que el servicio de tren sea más cómodo y respetuoso con el medio ambiente que conducir o volar”, según el Gobierno de Biden. La financiación también contribuirá a crear más de 100.000 empleos en la construcción.
El corredor noreste va de Boston a Washington y transporta unos 800.000 viajeros diarios en una región que representa el 20% del producto interior bruto estadounidense. Los trenes transportan cinco veces más pasajeros que todos los vuelos entre Washington y Nueva York. Pese a ello, muchas de sus infraestructuras están descuidadas, pues el corredor no ha sido objeto de grandes inversiones desde hace generaciones. Muchos de los puentes y túneles existentes se construyeron a principios del siglo XX y algunas inversiones se remontan a la década de 1830.
De los nuevos fondos anunciados por Biden, la mayor partida, de 4.700 millones de dólares, se destina al túnel Frederick Douglass (MD), que sustituirá al vetusto túnel Baltimore y Potomac, de 150 años de antigüedad, cuya cerrada curvatura y su pronunciada pendiente obligan a los trenes a reducir la velocidad a 30 millas por hora (48 km/h).
Es el mayor cuello de botella del trayecto entre Washington y Nueva Jersey, que provoca retrasos a diario en más del 10% de los trenes. El nuevo túnel permitirá velocidades de 110 millas por hora (177 kilómetros por hora). Biden ya visitó el túnel en enero para anunciar la firma de un acuerdo de inicio de proyecto y la construcción, que ahora recibe esta inyección de fondos, está en marcha desde marzo.
Otros 3.800 millones se usarán para rehabilitar y ampliar el túnel del río Hudson entre Nueva York y Nueva Jersey, que tiene más de 100 años, da servicio a 200.000 pasajeros diarios y resultó dañado por el huracán Sandy. Combinado con otras inversiones, el compromiso total de la Administración Biden con el proyecto del túnel alcanzará la cifra récord de 11.000 millones de dólares. El proyecto del túnel del Hudson es un componente esencial del Programa Gateway, un amplio programa de inversión ferroviaria que mejorará los servicios de cercanías e interurbanos. Según la Casa Blanca, la solución de este punto crítico de estrangulamiento es fundamental para la economía regional del noreste.
El paquete anunciado por Biden incluye otros 2.100 millones de dólares para sustituir el puente ferroviario sobre el río Susquehanna (en Maryland), de 100 años de antigüedad, por dos nuevos vanos de dos vías que permitirán aumentar la velocidad de 90 a 125 millas por hora y mejorar la fiabilidad y la duración de los viajes. Aproximadamente 19.000 pasajeros transitan por el puente existente cada día laborable, que se usa también para el tráfico de mercancías. Además, el puente móvil existente será reemplazado por puentes fijos de alto nivel, lo que también mejorará la navegación para los barcos en el río Susquehanna.
Se destinan también 1.600 millones de dólares a reparar y rehabilitar 19 millas de la línea Hell Gate, propiedad de Amtrak, incluidas vías, puentes y señales. El proyecto introducirá el servicio de Metro-North a Penn Station, aumentará el servicio de Amtrak y reducirá el tiempo de viaje en transporte local del Bronx a Manhattan.
Hay otros 827 millones de dólares para sustituir un puente de 116 años de antigüedad sobre el río Connecticut, en el estado del mismo nombre, por un nuevo puente móvil, lo que permitirá aumentar la velocidad de 45 a 70 millas por hora. Su construcción comenzará en 2024.
Sin alta velocidad
Pese a lo transitado del corredor noreste, no cuenta con una línea de alta velocidad ni está proyectada. Los trenes Acela, los más rápidos de los que unen Washington y Nueva York, tardan un mínimo de 2 horas y 45 minutos, incluyendo paradas intermedias, en recorrer una distancia de unos 364 kilómetros y solo en un pequeño tramo consiguen alcanzar velocidades de 150 millas (240 kilómetros) por hora.
Los nuevos proyectos adjudicados mejorarán la duración de los viajes no solo por los tramos en que aumenta la velocidad, sino también porque permitirán reducir los retrasos asociados al constante mantenimiento y reparación de las antiguas infraestructuras.
El paquete anunciado por Biden sí que incluye un estudio de planificación para examinar las oportunidades de aumentar la velocidad y reducir el tiempo de viaje entre Washington y Nueva York. Otro servirá para estudiar las futuras opciones de infraestructura para mejorar la velocidad, la resistencia, el rendimiento y la capacidad para que haya trenes más rápidos que viajen a través de Connecticut y Rhode Island.