Por Agencias
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Los suplentes de la canarinha dominaron sin convicción a Camerún y acabaron perdiendo en el descuento.
Los africanos tuvieron premio en su adiós.
La cara B de Brasil vino a reafirmar a Tite.
Los habituales son mejores que los circunstanciales.
Camerún, que ya olía a azufre antes del inicio, se va del Mundial con el consuelo de haber tumbado al pentacampeón.
La selección de Song no tuvo el arrojo del desesperado en la primera mitad y cuando en la segunda fue al intercambio de golpes también quedó claro que aún está muy lejos de la segunda unidad de Brasil, pero en el descuento se llevó el partido y estropeó el pleno de los de Tite.
El técnico brasileño acabó poniendo a suplentes de suplentes, maniobra diplomática muy útil en tiempos de paz, y no resultó. La cabeza de todos ya estaba en Corea.
Probablemente ninguno de los once que puso Tite en el cierre de la fase de grupos figuraría en el once inicial de Brasil en una hipotética final.
También se puede morir de ahogamiento mientras se nada en la abundancia, pero no es frecuente.
A la canarinha le sirvió el partido para refrescar a los imprescindibles y aumentar la moral del resto.
Rodrygo, que está entre lo uno y lo otro, que pende del tobillo de Neymar, fue titular por primera vez con la selección.
Hasta ahora, como en los comienzos del Madrid, solo había sido llamado para las maniobras de reanimación.
Como funcionaron ante Suiza, se ganó una oportunidad desde el inicio y lo justificó.
Camerún hizo lo que pudo, pero llegaba colgando de un clavo ardiendo ante el peor enemigo posible y no dispone, precisamente, de la mejor plantilla de su historia.
Rodrygo y Martinelli
Brasil aplicó el dominio tranquilo de quien se sabe a salvo y se cubrió las espaldas.
El fútbol ha dado tantas vueltas que ahí donde gobernaron Pelé, Zico o Ronaldinho se condecora a defensas, se presume de no recibir disparos a puerta y se metaboliza jugar con un doble pivote.
Una cierta desnaturalización del jogo bonito muy acorde con estos tiempos, donde crece la clase media y se extinguen los equipos de sangre azul.
Epassy, en una de sus paradas decisivas ante Brasil.
Incluso al trantrán Brasil tuvo las mejores oportunidades de la primera mitad: un cabezazo de Martinelli salvado por Epassy, una media vuelta que se le fue arriba a Fred y un remate de Rodrygo al lateral de la red.
Todo, con el ataque más joven desde los tiempos del primer Pelé.
Camerún necesitaba un partido loco y no lo fue.
Song metió Aboubakar como titular por primera vez y le acompañó de tres mediapuntas.
La ambición se quedó en la pizarra. La selección africana profundizó entre poco y nada y se defendió a tornillazos.
Fue coleccionando tarjetas en la primera mitad, su único antídoto ante las arrancadas de un emprendedor Rodrygo y del velocísimo Martinelli.
Un cabezazo de Mbeumo, que salvó Ederson, al borde del descanso, pasó a la historia como el primer remate a puerta que recibió Brasil en este Mundial.
Descamisado Aboubakar
La segunda mitad se acercó más a los pronósticos.
Camerún expuso y se expuso más, y entonces sí abundaron las ocasiones.
Más en el área Epassy, que en tres minutos hizo cuatro paradas, la de más mérito en remate cruzado de Martinelli.
Al otro lado, Aboubakar cruzó en exceso su remate en posición ideal y Ederson paró sin dificultad un tiro de Ntcham.
Con el paso el tiempo, Brasil aceleró en busca del pleno, éxito que nadie había conseguido en este Mundial, y Camerún fue perdiendo el ánimo y la esperanza.
Fue la de Brasil, en cualquier caso, una acometida de bajo volumen, sin oportunidades claras, porque los titulares que entraron en la recta final se cuidaron para octavos, y en el descuento Aboubakar consoló a Camerún con un buen cabezazo.
Se descamisó en el festejo y vio la segunda amarilla.
Dio por bien empleada su expulsión.