Por Redacción
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El de este domingo es el robo más espectacular del Museo del Louvre desde que desapareció la Mona Lisa en 1911. Y plantea serias dudas sobre los niveles de seguridad que protegen las obras de arte francesas en un momento en el que cada vez más son objetivo de bandas criminales.
Según el nuevo ministro del Interior francés, Laurent Nuñez, la banda que irrumpió en la Galería Apolo el domingo era claramente profesional. Sabían lo que querían, habían estudiado el terreno de antemano, tenían un modus operandi simple pero eficaz, y no necesitaron más de siete minutos para llevarse el botín y escapar.

En un camión equipado con una escalera extendible, aparcaron en la calle, subieron hasta el segundo piso y luego utilizaron una cortadora de disco para entrar por una ventana. Dentro de la galería, ricamente decorada, se dirigieron a dos vitrinas que contienen lo que queda de las joyas de la corona francesa.
La mayor parte de las joyas reales de Francia se perdieron o vendieron tras la Revolución de 1789, pero algunos objetos se salvaron o fueron recomprados. La mayoría de lo que había en las vitrinas databa del siglo XIX y pertenecía a las familias imperiales de Napoleón y su sobrino Napoleón III.

Según las autoridades, los ladrones se llevaron ocho objetos, entre ellos diademas, collares, pendientes y broches. Las joyas habían pertenecido a la esposa de Napoleón, la emperatriz María Luisa; a su cuñada, la reina Hortensia de Holanda; a la reina María Amelia, esposa del último rey de Francia, Luis Felipe; y a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III.
También se llevaron una corona de la emperatriz Eugenia, pero fue recuperada con daños cerca del museo después de que los ladrones aparentemente la dejaran caer.

En un comunicado, el Ministerio de Cultura afirmó que las alarmas funcionaron correctamente. Cinco empleados del museo siguieron el protocolo, se comunicaron con las fuerzas de seguridad y protegieron a los visitantes. Según el informe, la banda intentó prender fuego a su vehículo en el exterior, pero un empleado del museo lo impidió.
El robo tuvo lugar en una galería situada a pocos pasos de algunas de las pinturas más famosas del mundo, como la Mona Lisa. Sin embargo, los grupos criminales que organizan robos como este no se fijan en obras mundialmente conocidas que nunca podrían venderse, sino en objetos que pueden convertirse en dinero en efectivo.
Por más grande que sea su valor histórico y cultural, las coronas y diademas pueden romperse fácilmente y venderse por partes. Incluso los diamantes grandes y famosos pueden cortarse, lo que reduce el valor total pero asegura ganancias rápidas en el mercado negro.

Dos robos recientes en museos franceses ya habían alertado a las autoridades sobre la creciente audacia de las bandas de ladrones de arte, y el Ministerio de Cultura está aplicando un plan de seguridad en toda Francia.
Museos “vulnerables”
“Somos muy conscientes de que los museos franceses son vulnerables”, afirmó el ministro Nuñez.
En septiembre, unos ladrones se llevaron oro —en estado mineral— del Museo de Historia Natural de París. Tenía un valor aproximado de 600.000 euros (unos 700.000 dólares) y probablemente se vendió en el mercado negro. Ese mismo mes, se robaron porcelana valorada en 6 millones de euros de un museo de Limoges, un botín que podría haber sido encargado por un comprador extranjero.
El Louvre alberga miles de obras de arte mundialmente famosas y otras igualmente valiosas desde el punto de vista cultural. En sus 230 años de historia se han producido pocos robos, en gran parte gracias a sus estrictas medidas de seguridad.
La pérdida más reciente fue un paisaje del artista del siglo XIX Camille Corot, Le Chemin de Sèvres, que desapareció en 1998 y nunca se recuperó.

Pero el robo más famoso fue el de 1911, cuando un nacionalista italiano sustrajo La Gioconda de Leonardo da Vinci, escondiéndose toda la noche en el museo y saliendo con la pintura bajo el brazo. La obra fue hallada tres años después en Italia y devuelta al Louvre.
A menos que las autoridades logren capturar pronto a los responsables del robo de este domingo, es poco probable que tengan la misma suerte. Su primer objetivo será dispersar las joyas y venderlas, algo que, según los expertos, no les resultará difícil.
