¿Cuánto daño causaron los ataques de EE.UU. a las instalaciones nucleares iraníes?

Por Redacción
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Tras apostar inicialmente por la diplomacia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó el sábado por la noche un ataque aéreo coordinado contra tres instalaciones nucleares clave en Irán. El mandatario afirmó que estos emplazamientos fueron “borrados”, aunque autoridades iraníes minimizaron el impacto, repitiendo el discurso empleado tras el ataque israelí del 13 de junio.

Ahora que comienzan a surgir imágenes satelitales del ataque nocturno, esto es lo que se sabe sobre el daño causado al programa nuclear iraní.

Fordow es una de las instalaciones de enriquecimiento más protegidas de Irán, situada dentro de una montaña cerca de la ciudad santa de Qom. Las áreas principales del complejo se encuentran enterradas a unos 80 o 90 metros de profundidad, lo que lo convierte en uno de los sitios más difíciles de alcanzar con armamento convencional.

Estados Unidos desplegó seis bombarderos B-2 que lanzaron 12 bombas antibúnker GBU-57, diseñadas específicamente para penetrar estructuras fortificadas como Fordow. Las imágenes satelitales muestran al menos seis cráteres profundos sobre una cresta que cubre el complejo subterráneo, lo que indica que las municiones impactaron en lugares clave para penetrar el búnker.

El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, confirmó que hubo un “impacto cinético directo” en Fordow, aunque señaló que aún era temprano para evaluar si hubo daños estructurales internos. Sin embargo, en una declaración posterior ante la Junta de Gobernadores del organismo, advirtió que “dada la carga explosiva utilizada y la sensibilidad de las centrifugadoras, es de esperar que se hayan producido daños importantes”.

Expertos en seguridad nuclear coinciden en que los cráteres visibles y los cambios en el color del terreno, cubierto por ceniza gris tras los bombardeos, son signos de un ataque exitoso contra un emplazamiento fuertemente protegido.

Uno de los análisis concluyó que las bombas probablemente impactaron de forma precisa y repetida en zonas seleccionadas para lograr perforar capas de protección y alcanzar las áreas más sensibles del complejo. Las entradas a los túneles, previamente reforzadas con tierra por Irán, también fueron blanco del ataque.

Aunque un legislador iraní calificó los daños de “superficiales”, expertos internacionales han advertido que los informes iraníes suelen minimizar el impacto real de ataques previos, mientras que las imágenes satelitales revelan una historia distinta.

Natanz es la mayor instalación de enriquecimiento de uranio de Irán y fue blanco tanto del ataque israelí del 13 de junio como del reciente bombardeo estadounidense. El sitio cuenta con seis edificios en la superficie y al menos tres estructuras subterráneas que albergan las cascadas de centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio.

El ataque inicial de Israel afectó la infraestructura eléctrica, lo que, según el OIEA, pudo haber dañado indirectamente las centrifugadoras al interrumpir su alimentación energética. En el ataque estadounidense del sábado por la noche, al menos un bombardero B-2 lanzó bombas antibúnker sobre la zona, mientras que submarinos estadounidenses dispararon 30 misiles de crucero Tomahawk contra Natanz e Isfahan.

Las imágenes satelitales posteriores muestran dos nuevos cráteres sobre el complejo, uno de unos 5,5 metros de diámetro y otro de 3,2 metros, directamente ubicados sobre instalaciones subterráneas, lo que indica que los proyectiles buscaron dañar el corazón del programa de enriquecimiento.

Por el momento, se desconoce el alcance total de los daños bajo tierra, aunque las autoridades estadounidenses afirman que la operación logró degradar significativamente la capacidad operativa del sitio.

Isfahan, en el centro de Irán, alberga uno de los complejos de investigación nuclear más grandes del país. Inaugurado en 1984 con apoyo chino, emplea a unos 3.000 científicos y ha sido identificado como un eje clave del programa nuclear iraní.

Después de los ataques estadounidenses, las imágenes satelitales revelaron al menos 18 estructuras destruidas o severamente dañadas en el complejo. La zona quedó visiblemente ennegrecida, lo que sugiere incendios o acumulación de escombros como resultado de explosiones masivas.

Además, fueron atacados túneles cercanos al sitio, donde Irán almacena uranio enriquecido. Una evaluación técnica señaló que la principal instalación de conversión de uranio —que convierte el mineral natural en hexafluoruro de uranio, utilizado en centrifugadoras— quedó “gravemente dañada”.

Tres de las cuatro entradas a los túneles fueron sepultadas, y en una imagen tomada el viernes antes del ataque se observaban ya señales de preparación por parte de Irán, con tierra apilada en las entradas. Según expertos, esta medida pudo haber sido una precaución para contener explosiones o evitar la liberación de material radiactivo.

Un portavoz del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. declaró que un submarino estadounidense lanzó “más de una docena de misiles Tomahawk contra infraestructura crítica de superficie” en Isfahan, confirmando que fue uno de los principales objetivos de la ofensiva.

Mientras el ministro de Exteriores iraní calificó el ataque como una violación de una “línea roja muy grande”, otros funcionarios en Teherán insistieron en que el impacto fue limitado. Sin embargo, expertos en no proliferación nuclear han advertido que es probable que el daño haya sido extenso, especialmente en las instalaciones subterráneas.

Si bien la evaluación completa tomará tiempo, las primeras imágenes indican que Estados Unidos logró impactar puntos neurálgicos de la infraestructura nuclear iraní, en particular los sitios donde se desarrolla el enriquecimiento de uranio a niveles del 20% y 60%, pasos previos al grado armamentístico (90%).

Aunque Irán puede emprender tareas de reparación, el ataque representa un golpe sustancial a su capacidad técnica e investigativa en materia nuclear. La pregunta que permanece abierta es cómo responderá Teherán y qué implicaciones tendrá esta escalada para la estabilidad regional y el futuro del acuerdo nuclear.