Por Agencias
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Los ministros de energía y medio ambiente del Grupo de los Siete países ricos acordaron el domingo acelerar la transición hacia energías renovables y más limpias, aunque no fijaron una fecha para abandonar gradualmente las termoeléctricas de carbón, tras dos días de reuniones en la ciudad de Sapporo, en el norte de Japón.
Los funcionarios emitieron un comunicado detallando sus compromisos. El documento de 36 páginas se preparó antes de la cumbre del G7 que se celebraría en Hiroshima en mayo.
Japón obtuvo el apoyo de otros países del grupo para su estrategia nacional, que hace hincapié en el llamado carbón limpio, el hidrógeno y la energía nuclear para reforzar su seguridad energética.
“Reconociendo la actual crisis global de energía y las alteraciones económicas, reafirmamos nuestro compromiso con acelerar la transición de energía limpia a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 como tarde”, indicaba el texto.
Los ministros, añadió, reconocían la importancia de encontrar fuentes de energía eficientes, asequibles y diversas que “subrayan nuestro compromiso con implementar acciones inmediatas, a corto y medio plazo, en esa década crítica”.
La llamada a la acción se publicaba después de que China y otros países en desarrollo redoblaran sus peticiones de ayuda para abandonar los combustibles fósiles y estabilizar el precio y el suministro energético en medio de las complicaciones derivadas de la guerra de Rusia en Ucrania.
La cuestión de fijar un plazo para abandonar las centrales de carbón es un viejo punto de fricción. Japón obtiene casi un tercio de su electricidad del carbón y defiende el uso del llamado carbón limpio, que emplea tecnología para atrapar las emisiones de dióxido de carbono, para producir hidrógeno, que cuando se utiliza como combustible sólo produce agua.
El documento del domingo reiteraba la necesidad de reducir urgentemente las emisiones de dióxido de carbono y conseguir un “sector energético mayoritariamente” sin dióxido de carbono para 2035.
El término “mayoritariamente” dejaba hueco para la continuación de la producción de electricidad con combustibles fósiles. Pero los ministros acordaron priorizar los pasos para abandonar el uso de plantas sin mecanismos para atrapar las emisiones y evitar que se liberen en la atmósfera.
Las naciones del G7 suponen en torno al 40% de la actividad económica global y un cuarto de las emisiones de carbono en todo el mundo. Sus acciones son cruciales, pero también su apoyo a países menos acomodados que a menudo sufren los peores efectos del cambio climático y tienen menos recursos para mitigar ese impacto.
Las emisiones en las tecnologías avanzadas están cayendo, aunque históricamente han sido más altas -Estados Unidos por sí solo es responsable de en torno a un cuarto de las emisiones históricas de dióxido de carbono-, mientras que los países emergentes y en desarrollo suponen ahora más de dos tercios de las emisiones actuales.
El presidente designado para la próxima cumbre climática de Naciones Unidas, COP28, que asistió a las conversaciones en Sapporo, pidió a los miembros del G7 en un comunicado que aumenten el apoyo financiero a la transición energética de los países en desarrollo.
“Debemos alcanzar un acuerdo más justo para el Sur Global”, dijo. “Las personas y los lugares que más lo necesitan no les está llegando suficiente”.
Los países desarrollados, señaló, deben cumplir la promesa de 100.000 millones de dólares que hicieron en la cumbre COP15 de 2009. La próxima edición de las conversaciones climáticas se celebra en Dubái a finales de noviembre.
El presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, emitieron un comunicado conjunto en el que dijeron seguir “muy preocupados porque el financiamiento proporcionado por los países desarrollados parece quedarse por debajo del compromiso de 100.000 millones de dólares anuales”.
Lula y Xi se reunieron el viernes en Beijing.