Por Carlos Hernández
[email protected]
La avaricia corporativa es un concepto que ha sido objeto de debate en los últimos meses, ya que lgunos sostienen que esta avaricia es la responsable de los incrementos de precios y la inflación que enfrentamos en la actualidad.
Según esta teoría, las empresas suben los precios de manera desmedida para aumentar sus beneficios, sin tener en cuenta las necesidades de los consumidores.
Y es que de acuerdo a este nuevo termino empleado por economistas, la teoría de la codicia corporativa, también conocida como “Greedflation”, sostiene que las empresas elevan los precios de sus productos con el pretexto de la inflación económica natural, o simplemente por pura codicia, sin justificación ni necesidad.
En otras palabras la “Codinflación” es cuando se ofrece menos y se gana más.
Según esta teoría, las empresas se aprovechan de situaciones complicadas a nivel internacional y económico para aumentar sus precios y, consecuentemente, sus beneficios.
Se argumenta que la codicia corporativa o empresarial, impulsa el crecimiento de los precios en la economía, lo cual no es ni la mitad cierto.
Distribución desigual de la avaricia
Una crítica importante a la teoría de la avaricia corporativa es la distribución desigual de este comportamiento en el espacio y en el tiempo.
Un análisis comparativo de la inflación en diferentes países revela que la condinflación no se distribuye de manera equitativa.
Es por ello que se hace imperante que los consumidores tomen cartas en el asunto, y dejar de pagar precios exorbitantes por esas marcas a las que han sido fiel por años y que ahora les quieren tomar el pelo.
Como mencionamos en el reporte de portada de esta semana, “Codinflación: el nuevo gran ‘negó$io’”, saber leer las etiquetas nutricionales para saber el peso exacto, si se reciben el número de porciones que antes, y sobre todo saber cuanto se paga por unidad, deben de ser herramientas de todo consumidor sino se quiere regalar el dinero.
Sin embargo esta táctica no sólo es usada por las grandes corporaciones de productos, sino también por los negocios en otros sectores, sobre todo los de hotelería y turismo, restaurantes y de servicio.
No voy a quemar a ningún negocio, pero personalmente tengo una relación de amor y odio con algunos restaurantes, ya que luego de la pandemia son quienes más se han aprovechado de los prestamos de ayuda del Covid, PPP loans, y los que más han encarecido su producto y que realizan la codinflación.
Así, un restaurante de comida mexicana local al que iba muy seguido empezó a cobrar $2.50 más por un burrito, el cual a la vez se encogió en tamaña y en sabor, es decir cobraban más por algo más pequeño y de menor calidad.
Y así hay muchos, lo mismo en otra cadena de restaurantes donde las hamburgesas, las pizzas se han vuelto más caras y más pequeñas, si es de comparar, la industria de los restaurantes es quizá la que usa la tácticas de ventas más sin ética del mercado.
Lo mismo me sucedió con una casa de vacaciones que alquilaba cada año, de un día para otro la dividieron y ahora por lo que pagaba completa, la última vez me ofrecieron sólo la mitad de la propiedad.
Sin embargo no todo está perdido, recordemos que la economía es una ciencia de números, simplificándola es una ecuación compuesta de sumas y restas, y sin el consumidor, en este caso el factor principal de dicha ecuación.
Al final el consumidor tiene la palabra y la opción en donde gastar, con pocas excepciones de bienes y servicios, pero si nos apretamos el cinturón y dejamos de pagar cantidades ridículas por productos y servicios sobrevalorados, los costos y la condinflación con seguridad bajarán.
Al final, como dije es cuestión de suma y resta, de oferta y demanda, y sin la demanda del consumidor pues los negocios van a la quiebra.