Por Redacción
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La investigación federal sobre el tiroteo ocurrido el miércoles en la oficina local del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Dallas ha revelado detalles que apuntan a un ataque cuidadosamente planeado y con un objetivo claro: sembrar miedo entre los agentes migratorios.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) informó que el sospechoso, identificado extraoficialmente como Joshua Jahn, dejó notas, búsquedas en internet y documentos que muestran un alto grado de preparación y un trasfondo ideológico contra la agencia.
El director del FBI, Kash Patel, dijo que entre las pruebas encontradas en la escena, en dispositivos electrónicos y en la residencia del sospechoso, había escritos que expresaban de forma explícita su intención de generar “verdadero terror” entre los agentes del ICE. Una nota manuscrita hallada por los investigadores decía: “Ojalá esto provoque verdadero terror entre los agentes del ICE, para que se pregunten: ‘¿Hay un francotirador con munición antitanque en ese tejado?’”.
La escena se desarrolló a plena luz del día en un edificio administrativo del ICE en el norte de Dallas. Un hombre abrió fuego desde un inmueble cercano contra la instalación federal. Los disparos alcanzaron a tres personas que se encontraban detenidas dentro de una camioneta oficial, una de las cuales murió y las otras dos resultaron heridas de gravedad. Ningún agente del ICE fue alcanzado, aunque las autoridades señalaron que el ataque iba dirigido contra la agencia y su personal.
Un ataque planificado en Dallas

Las pesquisas del FBI apuntan a que Jahn, de 29 años, había realizado búsquedas específicas sobre balística, mapas de instalaciones federales y videos de ataques anteriores. Entre los archivos recuperados se encontraba un documento descargado con la lista de instalaciones del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en Dallas.
Los registros muestran que, entre agosto y septiembre, Jahn buscó en aplicaciones para rastrear la ubicación de agentes del ICE y revisó materiales relacionados con el tiroteo del activista conservador Charlie Kirk. El detalle de estas acciones refuerza la versión de un ataque con premeditación.
Las autoridades aún no lo han identificado públicamente, pero tres fuentes con conocimiento de la investigación confirmaron su identidad a CNN. Según documentos judiciales, Jahn tenía antecedentes penales. En 2016 fue arrestado por distribuir marihuana en el condado de Collin, Texas, cuando tenía 19 años. Se declaró culpable y cumplió libertad condicional.
También había ejercido su derecho al voto en las primarias demócratas de 2020, pero no volvió a participar en elecciones posteriores. Más allá de estos registros, las autoridades no han vinculado su pasado con el ataque, aunque sostienen que la evidencia apunta a motivaciones ideológicas contra el ICE.
El sospechoso fue hallado muerto en la escena por una herida de bala autoinfligida, lo que cerró de inmediato la posibilidad de interrogarlo. El FBI indicó que investigará sus contactos y comunicaciones para esclarecer si actuó solo o tuvo apoyo externo.
El tiroteo se suma a una serie de incidentes contra instalaciones migratorias en Texas. Según datos oficiales, este sería el cuarto ataque o amenaza en lo que va del año. El FBI lo clasifica como “un acto de violencia selectiva” dirigido contra el ICE.
Durante el registro de la escena, agentes federales hallaron casquillos con la inscripción “ANTI-ICE” escrita en tinta azul. Patel difundió imágenes de la evidencia, lo que llevó a líderes políticos a pronunciarse de inmediato. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, declaró que el ataque fue perpetrado por “alguien que claramente estaba en contra de nuestros agentes y del trabajo que realizaban”.
En paralelo, la policía local inspeccionó un vehículo sospechoso vinculado al atacante en un edificio cercano. El coche llevaba una calcomanía con un mapa de Estados Unidos y un mensaje sobre detonaciones nucleares históricas. Un escuadrón antibombas lo revisó antes de que los investigadores recolectaran pruebas. Además, se realizaron allanamientos en el suburbio donde vivía el sospechoso.
Impacto y respuestas tras la tragedia
El ataque no solo dejó víctimas mortales y heridos, sino que también desató una ola de reacciones políticas y diplomáticas. El ICE informó que las personas baleadas eran inmigrantes bajo custodia que estaban en proceso de traslado a un centro de detención de mayor capacidad. Ninguno era agente federal.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México confirmó que uno de los heridos es ciudadano mexicano. El gobierno solicitó acceso al detenido y exigió una investigación transparente. El jefe de la Unidad para América del Norte expresó su preocupación y pidió aclaraciones sobre la seguridad en instalaciones donde se encuentran ciudadanos mexicanos.
El resto de los heridos no ha sido identificado públicamente, aunque se informó que todos estaban bajo custodia de inmigración y en espera de procesamiento. Los detenidos de esa oficina suelen permanecer allí por unas 14 horas antes de ser trasladados a otros centros. Sin embargo, desde junio, el ICE amplió el límite de permanencia en instalaciones de corto plazo hasta 72 horas.
La dimensión política del ataque escaló rápidamente. El expresidente Donald Trump culpó a lo que llamó “la izquierda radical” por demonizar al ICE y generar un clima de hostilidad contra los agentes. “Esta violencia es el resultado de que los demócratas de izquierda radical demonizan constantemente a las fuerzas del orden, piden que se destruya el ICE y comparan a sus agentes con nazis”, escribió en Truth Social.
El vicepresidente J.D. Vance también insinuó que el tiroteo tuvo motivaciones políticas, aunque sin presentar pruebas. “Tenemos algunas evidencias que aún no son públicas, pero sabemos que esta persona tenía motivaciones políticas”, dijo.
Mientras tanto, el gobernador de Texas, Greg Abbott, expresó que los operativos de detención y deportación continuarán sin interrupciones.
“Seguiremos arrestando, deteniendo y deportando a cualquier individuo que se encuentre ilegalmente en este país”, afirmó.
La investigación continúa abierta. El FBI y el Departamento de Seguridad Nacional trabajan para determinar si el ataque se conecta con grupos organizados o si fue un acto aislado. Mientras tanto, la seguridad en instalaciones migratorias de Texas y otros estados ha sido reforzada.
El ataque en Dallas ha dejado una marca profunda en la comunidad migrante y en el debate político. Para algunos, representa una advertencia sobre el clima de polarización en torno a la inmigración. Para otros, es una señal de que los discursos sobre agencias como el ICE pueden derivar en violencia.
Por ahora, lo que queda claro es que un hombre armado convirtió un edificio administrativo en un escenario de terror, y que las preguntas sobre cómo prevenir futuros ataques seguirán sobre la mesa durante mucho tiempo.
