Por Agencias
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Partido frenético con acoso y derribo asiático en el tramo final.
Cho y Kudus, estelares en un pulso con tres goles de cabeza
Ghana sigue con respiración.
Está en la pelea. Por sus pulmones mundialistas aún fluye el aire que lleva a las eliminatorias, se mantiene con vida a la espera de la jornada final del Grupo H.
En sus filas, Iñaki Williams atesora también ese aliento de esperanza tras salvar el ‘match ball’ ante Corea del Sur.
No es que el delantero del Athletic haya estado muy participativo en el drama de hoy, tan sólo se ha asomado al final con un contraataque marca de la casa que Kyereh no supo culminar, pero ahí anda, tratando de seguir en la carrera qatarí hacia los octavos, mirando de reojo la trayectoria de España, bastante más sólida, y su hermano Nico.
Tras la polémica derrota ante Portugal, los ‘Black Stars’ no tenían otra alternativa: ganar o hacer las maletas.
Y con absoluta agonía, se impusieron en el partido de la estratosfera. Se jugó más por los aires que por el césped, tres goles de cabeza y el ‘nueve’ Cho como emperador de los cielos.
Cómo se disfruta este fútbol que parece del Paleolítico de acoso y derribo final lanzando un rosario de balones a la olla.
Parece que lo ha desacreditado esta época del tiqui-taca pero es un deleite. Los coreanos completaron 50 envíos de ese calibre y el partido fue pura pasión.
Cada centro ponía el corazón en un puño a las dos aficiones, con una tropa de rojo encaramándose a la defensa y ésta achicando agua como podía.
Se añadió casi un cuarto de hora y como el árbitro impuso el final antes de un córner, el seleccionador de los asiáticos, Bento se fue enfurecido a por él y le estamparon la tarjeta roja. Prosigue la maldición del país con los segundos partidos mundialistas.
Once intentonas y cero victorias.
Fue el colofón a un encuentro trepidante, una locura, puro frenesí.
Un pulso entre la anarquía ghanesa, la de muchos jugadores criados en carreteras sin asfaltar y campos polvorientos, y la disciplina militar coreana.
Se ven cosas en este equipo como a Kwon Chang-Hoon saludo militar retirarse sustituido y hacer un saludo militar antes de cruzar la línea lateral del campo.
O una extraña disposición en un tiro de falta, con dos jugadores con una rodilla en tierra por delante de la barrera para despistar, mientras un defensor ghanés se tumbaba por detrás por si había un tiro raso por debajo del muro.
Mientras, la afición africana no dejó de bailar, cantar y rezar durante los 90 minutos. Estas citas con tanto contraste de cultura son puro espectáculo.
Frente a la defensa de cinco que puso ante Portugal, esta vez Addo optó por una formación más atacante, con los hermanos Ayew arropando a Iñaki Williams.
El problema es que el delantero del Athletic tiene un papel secundario en este equipo, está más para estirar al rival y que André Ayew tenga espacios para llevarse los honores que para esas conducciones centelleantes que suele prodigar en San Mamés.
Y lo de Corea es curioso: letal en balones colgados en área ajena, unas Ursulinas a la hora de defender el juego aéreo. eso sí, empezaron a fuego durante un cuarto de hora vertiginoso.
Ghana demostró que no va de farol. Fue fiel al acento de los equipos del continente pobre en los Mundiales.
No vive tanto de las estrellas como tradicionalmente Costa de Marfil o Camerún, por poner dos ejemplos, sino de la fuerza del grupo.
Compiten con desenfado, sin gran disciplina táctica, al contrario que los asiáticos. Les encanta saltarse las normas.
Otra cosa es la Copa de África, que depara ladrillos considerables.
Su eficacia en ataque fue absoluta, en sus dos únicos remates a puerta, gol. Salisu agarró un balón muerto en el minuto 24 para abrir la cuenta.
El balón dio sin querer en la mano a André Ayew, en una acción que en España habría anulado el tanto, pero en esta ocasión el VAR otorgó el premio.
Kudus empezó a hacer diabluras en el estadio Ciudad de la Educación. Se nota que ha criado en la escuela del Ajax. Un centro a la olla de Jordan Ayew le permitió peinar a la red.
El 0-2 podría ser definitivo en otros escenarios, pero no en este Corea-Ghana llamado a integrar un escenario de benditos disparates.
Salió Kang-in y revolucionó el cotarro. Se alió diabólicamente con Cho. ¿Por qué no salieron ambos en el estreno ante Uruguay y porqué tardó tanto bento en poner al mallorquinista?
Cho milita en el Jeonbuk Hyundai Motors y este año ha sido el bota de oro de la competición coreana y el MVP de la Korean FA Cup.
Ejerció de Guerrero Taegeuk en busca de la gesta. Apunta que se ha fijado estas semanas en el juego de Keane para conectar mejor con Son, el compañero del internacional inglés en el Tottenham.
¡Y vaya que si se nota! Con el 0-2 se percibió falta de concentración en los ghaneses, que pensaron que estaba todo hecho.
Cho metió un doblete para la igualada, con buenos centros de Jin-Su, que estaba en todas partes. Williams empezó a gritar a sus compañeros para no arrugarse, exigió salir hacia arriba y “enviádmela a mí”.
Ghana se pudo levantar de la lona. Un centro desde la izquierda no acertó a rematar Iñaki y llegó a la zona de Kudus, que resolvió con un potente disparo raso.
Parecía la sentencia de un pulso que iba a todo tren, descontrolado.
El equipo de Addo trató de clavar la puntilla a la contra. Kudus pudo poner el 2-4, antes de que se iniciara una carga final coreana abrasadora, sin desmayo, por cielo y tierra, ante un Ati Zigi que no paraba de desdoblarse.
Ghana se mantuvo en pie ante semejante acoso y derribo. Sobrevive, con Uruguay en el horizonte. Y Corea está con pie y medio fuera de Qatar.