Por Redacción
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Casi 50,000 trabajadores portuarios en EE. UU. comenzaron este martes una huelga en los puertos de la costa este y el golfo del país.
La medida podría interrumpir el flujo de importaciones y exportaciones de Estados Unidos y convertirse en la paralización laboral más disruptiva en décadas.
Los miembros de la Asociación Internacional de Estibadores (ILA) exigen mejores salarios y garantías contra la automatización, y acusan a la Alianza Marítima de Estados Unidos (USMX) de no compensar adecuadamente a los trabajadores por el beneficio que generan a las líneas navieras. Según el presidente de la ILA, Harold Daggett, los estibadores están listos para permanecer en huelga el tiempo necesario hasta conseguir sus demandas.
La huelga afecta casi todos los puertos de carga desde Maine hasta Texas, lo cual podría resultar en la escasez de bienes de consumo e industriales, así como en aumentos de precios, dependiendo de su duración. Entre los bienes afectados están frutas como los plátanos y cerezas, vino, cerveza, licor, y productos industriales como el cacao y el azúcar. Además, la huelga podría perjudicar la recuperación de la economía estadounidense tras las interrupciones en la cadena de suministro durante la pandemia.
Impacto en la economía y la disponibilidad de productos
El puerto de Nueva York y Nueva Jersey, el tercero más grande del país, es uno de los principales afectados, al igual que otros como el de Wilmington, en Delaware, que es el mayor puerto para la entrada de plátanos en Estados Unidos. Los minoristas han tratado de adelantarse a la huelga, abasteciéndose de productos importados antes de su inicio. Aunque los bienes navideños no perecederos ya han sido almacenados en gran medida, los artículos perecederos podrían ser más difíciles de encontrar o tener precios más altos a corto plazo.
A nivel industrial, la huelga también podría limitar el suministro de materias primas que utilizan los productores estadounidenses, y cualquier prolongación podría causar cuellos de botella y dañar la economía. El Departamento de Transporte de EE. UU. ha estado en contacto con transportistas y puertos para intentar mitigar los posibles efectos.
Demandas y negociación
La disputa entre el sindicato y la USMX también incluye el uso de la automatización en los puertos, lo cual, según la ILA, pondría en riesgo los empleos de los trabajadores. La alianza marítima afirma que busca mantener las condiciones existentes sobre automatización y sostiene que el sindicato no ha negociado de buena fe.
Si bien USMX ofreció un aumento salarial superior al 50% durante seis años, el sindicato ha rechazado la propuesta, pidiendo un aumento total del 77% durante la vigencia del contrato, con un incremento del salario máximo de 39 a 69 dólares por hora. Daggett se dirigió a los trabajadores en huelga recordando la última huelga del sindicato en 1977 y destacando los enormes beneficios que ha generado la industria desde la pandemia.
Durante el auge del comercio global debido a la pandemia, las ganancias de la industria naviera superaron los $400,000 millones entre 2020 y 2023, una cifra sin precedentes. Este crecimiento, según el sindicato, justifica sus demandas salariales.
Reacción empresarial y gubernamental
La huelga ha generado preocupación entre las empresas que dependen del movimiento de bienes. Más de 200 grupos empresariales enviaron una carta a la Casa Blanca pidiendo la intervención de la administración de Biden para evitar la huelga, resaltando la importancia del movimiento de importaciones y exportaciones a través de los puertos.
La Cámara de Comercio de EE. UU. instó al presidente Biden a utilizar la Ley Taft-Hartley de 1947, que permite mantener los puertos abiertos y a los trabajadores en sus puestos. Sin embargo, Biden rechazó la idea de aplicar esa ley, argumentando que se debe respetar la negociación colectiva. En un comunicado, la Casa Blanca indicó que el presidente y la vicepresidenta Kamala Harris están monitoreando la situación, pero consideran que la mejor solución es una negociación de buena fe entre ambas partes.
No obstante, algunos observadores han señalado que, incluso si se ordenara a los estibadores volver al trabajo, esto no necesariamente significaría una vuelta a la normalidad. Los trabajadores podrían ralentizar deliberadamente el movimiento de carga, causando mayores problemas logísticos. Según Peter Tirschwell, de S&P Global Market Intelligence, la imposición de la Ley Taft-Hartley podría llevar a los trabajadores a reducir drásticamente su productividad.
Futuro incierto
La huelga en los puertos de la costa este y el golfo de Estados Unidos es la primera desde 1977 y tiene el potencial de convertirse en una de las paradas laborales más disruptivas en décadas. Con ambas partes todavía muy alejadas, el futuro del comercio en los puertos se mantiene incierto, y el impacto sobre la economía podría ser significativo si la situación no se resuelve en las próximas semanas.
Mientras tanto, el mensaje de los trabajadores es claro: nada se moverá sin ellos.