Por Agencias
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Inglaterra goleó a Senegal con goles de su capitán, Saka y Henderson.
Gran partido de Foden y Bellingham. En cuartos les espera la Francia de Mbappé.
El futuro de la selección inglesa está asegurado, a pesar de Gareth Southgate.
La juventud y el talento de jugadores como Bellingham, Saka y Foden le auguran a los three lions un futuro en el que siempre estarán en la terna de favoritos en cualquier competición.
Más aún mientras se mantengan bajo la tutela de un Kane al que todavía le queda carrete.
Una lástima que todo ese potencial esté, de momento, en manos de un técnico que prefiere destruir y correr a arriesgar y divertir.
Mientras los resultados en el Mundial le acompañen, su cabeza permanecerá intacta, pero tras el descenso de Inglaterra en la Nations League cualquier tropiezo implicará su caída.
Por suerte para él, los ingleses cuentan con jugadores de ataque que convierten en gol casi todo lo que generan.
Ante Senegal, sus primeros tres acercamientos acabaron en gol y sellaron el pase a cuartos de final sin tener que pisar el acelerador, una pequeña ventaja antes de enfrentarse a su primer gran toro en esta Copa del Mundo, la Francia de Mbappé.
Ante el tópico de equipo africano, equipo físico, Southgate, que no es precisamente un temerario, puso de inicio a Henderson en lugar de a Mount, titular en la fase de grupos.
El seleccionador inglés prefirió el músculo a la magia.
Es cierto que el cambio de sistema permitió a Inglaterra presionar más arriba que en los anteriores encuentros, pero también que le faltó frescura en la zona de creación.
A trompicones, con más empuje que posesión, Inglaterra tuvo más control en los primeros minutos, pero ese control no se materializó en ocasiones claras.
La falta de ritmo y velocidad en el juego beneficiaba a Senegal, a la que le convenía un partido lento en el que pasaran pocas cosas.
De hecho, puede que por aburrimiento, los senegaleses pillaron dormidos a la defensa inglesa y tuvieron la primera gran oportunidad del partido, pero Sarr, solo ante Pickford, mandó el balón a las nubes.
Ese primer aviso dio alas al equipo africano, que dio un paso adelante y Dia estuvo cerca de nuevo de abrir el marcador, pero una mano salvadora del meta inglés evitó que Senegal se pusiera por delante.
Poco habituados a dominar, los senegaleses dejaron muchos espacios atrás e Inglaterra lo aprovechó en la primera oportunidad que tuvo para correr.
Kane la pidió de espaldas pegado a una banda y facilitando un carril interior a Bellingham, que se lanzó a la carrera, recibió al espacio, se metió en el área y esperó la llegada de Henderson, al que asistió para hacer el 1-0.
Southgate respiraba. La entrada del jugador del Liverpool estaba más que justificada.
El gol dejó noqueada a Senegal, que pensaba ya en el descanso cuando Inglaterra anotó el 2-0.
De nuevo Bellingham, por el que el Dortmund pedirá a Florentino Pérez o a quien sea la mitad de su patrimonio y un primogénito, dirigió una contra que terminó, tras pasar por Foden, en las botas de Kane, que en este Mundial todavía no había marcado y que fusiló a Mendy.
El capitán inglés, máximo goleador en Rusia 2018, se ha benzemizado en los últimos años. Aunque no marque, siempre mejora cualquier jugada.
Por eso nadie había cuestionado su falta de gol en Qatar. Ahora que ha abierto la lata, se avecina huracán.
Saka, que había ido a menos desde el partido ante Irán, hizo el tercero al poco de volver del descanso.
Su asistente fue otra vez Foden, del que no se entiende que fuera suplente las dos primeras jornadas. Southgate debería confiar más en Guardiola.
Si es titular en el City será por algo. Con el 3-0 se acabó el partido. Ni Senegal hizo amago de intentar remontar ni Inglaterra por hacer sangre.
Mejor guardar fuerzas, que viene Mbappé.