Por Luis Armando Cervantes
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Los estragos de la gran depresión se hacían presente en todos los rincones de los Estados Unidos, en esa terrible época fue cuando estos hechos sucedieron en un pequeño poblado de las montañas de Snow Valley.
En una modesta cabaña vivían Ron y Consuelo junto con sus 5 hijos; Los niños ajenos a los problemas económicos que su familia atravesaba, como cada año escribieron su carta de deseos de regalo y la pusieron en el viejo árbol de navidad.
Por la noche los esposos recogieron las cartas del árbol y al leerlas se dieron cuenta que no podrían complacer ni siquiera a uno de sus hijos, pues el poco dinero que tenían solamente les alcanzaría para malcomer por el resto del crudo invierno.
El padre en un esfuerzo por hacer felices a sus pequeños, con sus manos talló juguetes de madera, los cuales aparecieron bajo del árbol en la mañana de Navidad.
Cuando los 5 hermanos corrieron a buscar los regalos que Papa Noel les había traído, se llevaron una gran decepción.
Los 4 mayores no supieron cómo lidiar con aquella situación y quizás por coraje o tal vez por simple frustración, decidieron arrojar los juguetes a la chimenea para que ardieran, y bajo la triste he impotente mirada de sus padres, dentro de su ignorancia maldijeron a Santa y renegaron de la época navideña.
Solamente Mike, el más pequeño de la familia, en su feliz inocencia agradeció a Santa por aquel trozo de manera que pretendía parecer un revolver y se lo fajó a la cintura.
En cuanto los juguetes terminaron de arder una fuerte tormenta invernal se desató, cubriendo los campos con una enorme capa de nieve como hacia siglos no se había visto por esos lares.
Los hermanos decidieron salir a jugar para tratar de olvidar con bolas de nieve lo horrible que les resultaba aquella Navidad.
Arthur el mayor se dio cuenta que en la nieve habían marcas de pesuñas de un enorme y pesado animal, pero no le dio mayor importancia.
A los 15 minutos más tarde un espantoso y escalofriante berrido retumbo por todo el valle, de inmediato Consuelo salió para ordenarle a sus hijos que entraran, diciéndoles que no era seguro estar afuera en esos momentos.
En cuento los chicos entraron, Ron echó muchos leños para avivar el fuego de la chimenea y le pidió a sus hijos le ayudaran a atrancar las puertas y ventanas, mientras su mujer colgaba un crucifijo y rezaba empuñando su rosario.
¿Qué sucede?… —desconcertados los niños preguntaron—
“Creo que su acción de quemar los regalos de navidad ha despertado a Krampus”, respondió el papá visiblemente asustado.
Un fuerte golpe derribó la puerta de la pequeña cabaña y una fuerte oleada de aire frio precedió a la aparición de una enorme bestia, con retorcidos cuernos, ojos rojos que ardían como brazas, afilados dientes deseosos por morder, negro pelaje cubría su fuerte e imponente torso y sobre dos poderosas patas de cabra se sostenía.
Ron le descargó 5 tiros de su rifle y las 6 balas de su revólver sin lograr causarle el menor daño, la creatura con una malévola sonrisa tomó del brazo a Ron para lanzarlo por los aires.
“Gracias chicos por despertarme, según entiendo ustedes están molestos con la Navidad, así que no se preocupen en pocos minutos ustedes ya no estarán en este mundo, así que ya no se decepcionaran”, fueron las macabras palabras de aquel bestial animal.
Entonces el pequeño y valiente Mike desenfundó su pistola de madera y apuntó a la bestia, en cuanto jaló, del imaginario gatillo, un destellante y luminoso rayo salió de aquel trozo de madera para hacer volar en mil pedazos al espantoso Krampus.
La tormenta invernal cesó inmediatamente y el sol iluminó el firmamento; demostrando que la fe e inocencia de los pequeños que aún creen en la Navidad, puede ser la gran diferencia para que la humanidad aún tenga esperanza.