La 33ª Liga del Madrid quedará para el recuerdo como una de las más corales de siempre, obra cumbre de Zidane, probablemente el entrenador más atrevido del club en los últimos tiempos.
Hasta tres jugadores suplentes (Morata, Isco y James) figurarán en el libro de honor entre los cinco mejores goleadores de la plantilla, trece futbolistas superaron los 1.500 minutos y 19 contribuyeron con al menos una asistencia.
Una catarata de datos que habla de un amplio reparto en el éxito.
Evolución de la clasificación
Esa administración metódica e inteligente del descanso llenó los pulmones del Madrid en el sprint final. Cristiano Ronaldo se sirvió en raciones pequeñas, en la hora de la verdad.
Y en sus goles acabó primando la utilidad sobre la cantidad. Subió en dos kilómetros/hora su velocidad punta media.
Aceptó el reposo como arma e inició una segunda carrera, como nueve puro, que alargará su vida deportiva.
El mismo cuidado se puso con otros jugadores nucleares, Benzema, Modric, Kroos y Varane, especialmente.
El Madrid también tuvo alas. Marcelo fue el segundo asistente del equipo y Carvajal, el octavo.
Con ellos adquirió el Madrid amplitud de miras. Salen de este campeonato como laterales de dimensión mundial. Casemiro supo sacar partido de un papel ingrato.
Resultó imprescindible en los partidos de alta montaña. Keylor bajó y subió, pero dejó lo mejor para el final.
Y el resto, que fue mucho, lo puso un banquillo brillante pero engrandecido por un entrenador valiente.
Nadie, ni siquiera los innegociables, estuvo en más partidos que Lucas Vázquez o Isco, Nacho asistió al año de su confirmación, Asensio resultó un lanzamiento internacional, Kovacic encontró su sitio y Morata, aun jugando menos de lo que esperaba, ofreció una media anotadora descomunal.
Sólo James dejó pasar ese tren, aunque sus números estuvieron por encima de las sensaciones.
La temporada, en cualquier caso, no dejó sólo un título. También dejó un futuro.
Para la historia del Real Madrid, esta Liga, la número 33 que lucirá en el museo blanco, quedará como la Liga de Zidane.
El mérito del francés ha sido incuestionable.
Ha acabado con una sangría en el club de cinco años consecutivos sin cantar el alirón gracias a una excelente gestión de la plantilla.
Avisó el técnico en pretemporada de que para ganar el título, “los 24 jugadores serán importantes”. Y cumplió.
Supo rotar para dosificar esfuerzos y dio vida a lo hemos venido llamando ‘segunda unidad’, aquellos jugadores que se quedan fuera del once de gala que tiene Zidane en la cabeza para los partidos de campanillas (Keylor; Carvajal, Ramos, Varane, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric; Bale, Benzema y Cristiano), pero que cada vez que han jugado, lo han hecho con despliegue, velocidad y hambre.
Ese plan B ha sido el gran suceso de la Liga 33 del Real Madrid y ha resultado ser un planazo.
Porque cada vez que Zidane ha decidido ‘tirar’ de esa segunda unidad (ha llegado a hacer rotaciones extremas de hasta nueve jugadores distintos de un partido a otro), ésta ha respondido con un fútbol colectivo, rápido, técnico y solidario en el esfuerzo.
En Riazor, donde el Barça perdió, en Butarque, en Eibar, en Gijón, en Granada…
En esos campos donde se dice que se ganan las Ligas, lució el hambre de gol de Morata, el largo recorrido de Lucas Vázquez, la magia de Isco, la explosión de Asensio, la seguridad de Nacho, la insistencia de James, la zancada de Kovacic…
Y se logró el pleno de victorias. Un equipo con mucha sangre española que llegó a desplegar un juego tan maravilloso y un rendimiento tan rentable que se generó el debate sobre si el plan B debía convertirse en el plan A.
La aportación de esta segunda línea en la conquista de esta Liga ha sido incuestionable. Ha marcado 45 goles de los 106 que ha logrado el Madrid en esta Liga, es decir, el 42,4% del total.
Si a ese balance goleador se suman las asistencias, la estadística pone mucho más en valor a este plan B: ha participado en 86 de los 106 goles madridistas en el campeonato (45 tantos y 41 asistencias), el 81,1%. Pero el verdadero tesoro de este grupo de jugadores es su juventud.
La media de edad de esta segunda línea de Zidane es de 25,1 años mientras que su once tipo para los partidos de escaparate es de 28,1. Un ‘baby boom’ (Asensio tiene 21 años; Kovacic, 22; Morata, 24; Lucas, 25…) que ha impulsado al Madrid con frescura hacia su Liga 33 y que constituye una base estupenda para el futuro del equipo blanco.