LA LEYENDA DE LA QUINTRALA

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Sus padres, miembros de una influyente familia, la bautizaron como Catalina de los Ríos y Lisperguer, y desde su nacimiento, Catalina creció rodeada de lujos y mimos, siendo el centro de atención en todo momento.

Con el paso de los años, aquella niña se transformó en una joven de impresionante hermosura. 

Su largo cabello negro, su sonrisa encantadora, su cuerpo voluptuoso y sus coquetos ojos verdes hacían que los pretendientes se rindieran a sus pies, nadie podía resistirse a los encantos de la joven Catalina.

A los 17 años, contrajo matrimonio con Don Fernando Zaragoza de León, un adinerado terrateniente de la región, din embargo, la felicidad fue breve. 

Y es que ni siquiera había pasado un año de casados cuando, de forma repentina, Don Fernando murió, dejando a Catalina viuda y en control de una considerable fortuna.

No pasó mucho tiempo antes de que la joven viuda volviera a destacar en la vida social de Santiago, donde su belleza seguía siendo irresistible, y pronto, Rodrigo Talamantes, un próspero comerciante, cayó rendido ante ella, y tras ocho meses de apasionado romance, la pareja se casó. 

Pero nuevamente, la tragedia golpeó: tan solo cinco meses después, Rodrigo falleció bajo circunstancias misteriosas.

En las calles de Santiago comenzaron a correr oscuros rumores, se decía que Catalina, obsesionada con la juventud, la belleza y el lujo, era la responsable de las muertes de sus maridos. 

Según las habladurías, ella misma los había asesinado para apropiarse de sus riquezas y mantener su costoso estilo de vida.

Con la herencia de su segundo marido, Catalina adquirió la hacienda más grande y próspera de la región. 

Allí, organizaba fastuosas fiestas cada semana, convirtiéndose en una de las figuras más queridas y respetadas de la sociedad, pero cinco años después, su vida daría un giro inesperado.

Catalina se enamoró perdidamente de un apuesto extranjero llamado Francisco Aguirre, pero él la rechazó sin miramientos. 

Despechada y consumida por la frustración de no conseguir lo que deseaba, Catalina tomó una decisión fatal: hacer un pacto con el diablo.

La leyenda cuenta que el diablo accedió a sus deseos, pero a un alto precio: cuando él lo requiriera, Catalina tendría que cumplir cualquier petición, incluso cometer los crímenes más atroces. 

Al principio, todo salió según lo planeado. Francisco cambió de opinión, se casó con ella y dos años después tuvieron una hija que llenó de alegría sus vidas, todo parecía ir viento en popa.

Pero 13 años después, en una oscura y tormentosa noche de invierno, el diablo volvió para cobrar su deuda, a partir de ese momento, Catalina desapareció, y en su lugar nació “La Quintrala”, una mujer cruel y despiadada.

“La Quintrala” se dedicó a cometer actos de brutalidad inimaginables. 

Mandó construir una escalera con peldaños de vidrio, por la que obligaba a sus sirvientes a caminar descalzos, causándoles dolorosos cortes en los pies. 

La mujer que alguna vez fue admirada se convirtió en una figura temida, conocida por su sed de sangre y su crueldad. 

Se dice que asesinó a decenas de personas, sembrando el terror dondequiera que fuera.

Los pocos que lograron estar cerca de ella en sus últimos años aseguraban que, en momentos de lucidez, “La Quintrala” lloraba por sus crímenes y lamentaba haber hecho el fatídico pacto con el diablo, pero sus arrepentimientos llegaron demasiado tarde.

Finalmente, sus crímenes la llevaron a la cárcel, donde murió a los 67 años, sin embargo, el final de su vida no puso fin a la leyenda. 

La gente del lugar asegura que el espíritu de La Quintrala aún vaga por los caminos, buscando almas para llevar al infierno, con la esperanza de saldar su deuda con Satanás.

Así es como la historia de Catalina de los Ríos y Lisperguer se transformó en la terrorífica leyenda de La Quintrala, una figura que hasta el día de hoy sigue causando escalofríos en quienes la recuerdan.