
En tiempos inmemoriales durante épocas pre-sumerias el ser humano conocía y dominaba la magia antigua, cuando las primeras civilizaciones humanas empezaban a florecer, la anorquia y la violencia era cosa de todos los días.
Si bien el ser humano utilizaba su inteligencia para desarrollar nuevos conocimientos positivos, fundó ciudades, construyó desafiantes y esplendorosos edificios, templos y monumentos, desarrollo el arte, la arquitectura, descubrió la agricultura y la ganadería, lo que hacía suponer que la humanidad tendría un futuro esplendoroso, lleno de abundancia, paz y fraternidad.
Hubo algunos hombres, sin embargo, que se dejaron tentar por el ser oscuro, y en lugar de utilizar su inteligencia para el bien, empezaron a forjar armamento, no para cazar, si no para invadir y robarles a otros sus pertenencias, sucumbiendo ante el encanto de la avaricia desarrollaron las artes mágicas oscuras, arrastrando a las nacientes civilizaciones a una época oscura llena de maldad.
En medio de este caos nacieron 7 jóvenes, de los cuales sus nombres originales se perdieron en los anales de la historia, ahora los conocemos por los nombres que les fueron dados por un viejo historiador romano: Maximiano, Malco, Marciano, Dionisio, Juan, Serapión y Constantino.
Cuenta la leyenda que un día los habitantes de un próspero pueblo ganadero, asentado en la región que después se conocería como “Éfeso”, fueron atacados por una horda de la oscuridad, con la intención de apoderarse de su ganado, matar a los hombres, robarles a sus mujeres y llevarse a los niños varones para convertirlos en soldados de su malévolo ejército.
Mientras los invasores destrozaban el lugar, una valerosa mujer condujo a 7 pequeños niños hasta una gruta en una montaña cercana, para tratar de ponerlos a salvo, pero para su mala suerte su huida no pasó desapercibida, y 13 invasores le siguieron los pasos, dándoles alcance a la entrada de la gruta.
La mujer le ordenó a los niños que entraran y se ocultaran, mientras ella desenfundo su espada para enfrentar a sus agresores, con facilidad los ladrones le dieron muerte, pero con su último aliento la mujer imploró a Dios y le encomendó el cuidado de los 7 inocentes.
Una vez que mataron a la mujer los 13 bribones encaminaron sus pasos hacía la gruta para apoderarse de las criaturas, pero un estruendoso relámpago precedió a la aparición de un luminoso ser montando un brioso caballo blanco descendió a cubrir la entrada de la gruta, desenvainando su espada de fuego para hacerles pagar con sangre su afrenta.
El ser luminoso entró a la gruta consoló a los pequeños, y se quedó con ellos por varios años, enseñándoles magia antigua y el arte del combate, convirtiéndolos en los mejores guerreros sobre la faz de la tierra.
Cuando el último de los jóvenes cumplió la mayoría de edad, su mentor les comentó que el tiempo de marcharse para él había llegado, que ahora era el tiempo de que ellos velaran por el bien de la humanidad, y a partir de ese día ellos serian el brazo castigador de Dios en la tierra.
Algo confundidos los 7 jóvenes se fueron a dormir, al despertar a la mañana siguiente como de costumbre salieron a cazar algo para comer, cual sería su sorpresa que se encontraron con un paisaje diferente, se encontraron con grandes ciudades que antes no estaban ahí; no sabían como pero habían dormido por cientos de años o quizás milenios.
Entonces el más pequeños de ellos habló: “Esto yo lo vi en mis sueños, nuestro padre Dios nos ha dado una misión, cuando un ser oscuro amanece la existencia de la creación divina, nosotros habremos de despertar de nuestro sueño para neutralizar la amenaza, esa es la encomienda que debemos cumplir hasta el fin de los tiempos”.
A través de los tiempos en muchas ocasiones los 7 durmientes han despertado, para poner las cosas en orden, si un día se te ocurre pasarte al lado oscuro, no dudes que ellos se cruzaran en tu camino.