Por Luis A. Cervantes
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En 1911 fue construido el pintoresco hotel Glen Tavern Inn en Santa Paula, California, el cual se volvió muy popular entre los viajeros, sobre todo durante los años de la Prohibición (1920-1933), ya que su propietario, motivado por la avaricia, decidió transformar el tercer piso del hotel en un bar y salón de juegos clandestinos.
Una fría tarde del invierno de 1924, en el entonces poblado de Oxnard, un joven vaquero llamado Calvin se vistió elegantemente, sacó de debajo de su colchón un puñado de dólares, ensilló su caballo y galopó por el Camino Real hasta el bar secreto de Santa Paula.
Al llegar al hotel, subió hasta el tercer piso por la escalera trasera.
Tocó tres veces a la puerta, luego se detuvo, y tocó dos veces más: esa era la clave para que lo dejaran entrar.
Calvin era bien conocido en la región, no solo por ser apuesto y adinerado, sino también por su habilidad como tahúr profesional.
Al entrar, todos lo saludaron, el joven vaquero caminó hasta la barra, pidió un trago doble e inmediatamente se dirigió a la mesa de póker, donde se sentó a jugar.
En no más de tres horas, el habilidoso jugador había dejado sin dinero a una docena de participantes, acumulando sobre la mesa una montaña de fichas, monedas y billetes.
Eufórico por su buena racha, Calvin pidió al cantinero que sirviera tragos para tod@s, gesto que fue celebrado por la mayoría… excepto por los hermanos Harlan, quienes habían perdido todo su dinero, el fruto de seis meses de trabajo.
Enfurecidos, los hermanos interpretaron el brindis como una burla.
Llenos de rabia, se lanzaron a golpes contra Calvin, pero este, rápido y certero, desenfundó su revólver, obligando a los agresores a detenerse.
Tuvieron que marcharse, entre burlas de los presentes.
El festejo de Calvin continuó hasta altas horas de la noche.
Finalmente, pidió una habitación para pasar la noche con una joven que había conocido en la barra del bar.
Pero por la madrugada, ocultos entre las sombras, los hermanos Harlan regresaron al hotel.
A punta de pistola obligaron a la recepcionista a decirles en qué habitación dormía el hombre que los había dejando sin dinero y sin honor.
Subieron en silencio hasta la puerta de la habitación 308 y esperaron pacientemente durante un par de horas.
Cuando Calvin salió, lo asesinaron cobardemente con un disparo a la cabeza, robándole todo el dinero ganado la noche anterior.
Temeroso de que su hotel fuera clausurado si reportaba el crimen, el propietario decidió encubrir lo sucedido.
Pagó $12 dólares al cantinero para que enterrara el cuerpo en algún monte cercano en Ventura, pero el cantinero, por descuido, olvidó llevarse el sombrero de Calvin.
El dueño del hotel, al encontrarlo, lo escondió bajo el piso de la habitación 308.
Desde ese día, el ambiente del lugar cambió para siempre.
Más de un centenar de testigos aseguran haber visto sombras recorriendo los pasillos, escuchar fuertes pisadas subiendo las escaleras, silbidos y susurros fantasmales hablándoles al oído.
Aquell@s que se han atrevido a quedarse en el cuarto 308 han salido a medianoche pálidos del susto, afirmando haber visto a un hombre ensangrentado, con el rostro desfigurado, parado junto a la cama, apuntándoles con un viejo revólver y exigiendo que le devuelvan su dinero.
Durante una remodelación en 1962, se descubrió un compartimento oculto en el que había un sombrero de vaquero con un agujero de bala, lo que reforzó la leyenda.
Pero antes de que los nuevos propietarios decidieran qué hacer con ese objeto, el sombrero de Calvin desapareció misteriosamente una noche.
Algun@s aseguran que la famosa canción de los Eagles, Hotel California, está inspirada en este lugar, quién sabe.
Lo cierto es que el Glen Tavern Inn sigue abierto al público hasta el día de hoy.
Y si tú eres lo bastante valiente, o lo suficientemente imprudente, ve y pasa una noche en la habitación 308… y luego nos cuentas cómo te fue.
