Por Agencias
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Un desequilibrio microbiano puede provocar este cuadro de síntomas gastrointestinales inespecíficos, pero los expertos alertan de un sobrediagnóstico de esta dolencia por la falta de test de detección fiables.
El intestino delgado es una parada corta en la digestión. Los alimentos atraviesan esos seis metros de trayecto entre el estómago y el intestino grueso en apenas una hora. Tiempo suficiente para hacer sus funciones de absorción de los nutrientes y dejar que el jugo alimenticio prosiga su camino hasta el colon.
A diferencia del intestino grueso, donde conviven en sintonía millones y millones de bacterias, el delgado siempre se está moviendo y se mantiene casi sin microbios: si crecen las bacterias ahí, su mucosa se inflama y pierde la capacidad de absorber.
A veces, pasa. Y tiene un nombre: sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés), que puede provocar un cuadro de síntomas gastrointestinales inespecíficos, como diarrea, gases, hinchazón o estreñimiento.
El SIBO existe, pero no todos los cuadros gastrointestinales con síntomas similares responden a esta afección, advierten los expertos. Las gastroenterólogos alertan de un sobrediagnóstico —en ocasiones, autodiagnóstico— de esta dolencia por falta de mecanismos de detección fiables y avisan de los riesgos: la pauta terapéutica es antibiótico y, si no está bien justificado, puede dañar más la flora intestinal y crear resistencias.
Las redes sociales han disparado la fama del SIBO, con personas explicando su caso particular, autodiagnosticándose o recomendando productos para tratar los síntomas. Esta sigla ha alcanzado las cotas más altas de popularidad en los últimos meses, según Google Trends, y cada vez más pacientes llegan a las consultas de digestología con el diagnóstico hecho en casa, lamentan los médicos consultados.
El SIBO es un viejo conocido de los gastroenterólogos, asociado a enfermedades que generan mala digestión o mala absorción, pero en los últimos años, ha trascendido su escenario habitual hasta convertirse en “un monstruo de muchas cabezas”, como ilustra en un artículo científico Eamonn Quigley, director del Centro Lynda K. y David M. Underwood para Trastornos Digestivos de la Facultad de Medicina Weill Cornell de Houston (Texas, EE UU).
“SIBO no es un concepto nuevo: comenzó su vida hace décadas como una causa bien caracterizada de mala digestión y malabsorción. Ahora, se ha transformado en un monstruo de muchas cabezas que parece engullir todo lo que tiene delante (…). Necesitamos desesperadamente una metodología de diagnóstico validada y confiable, seguida de ensayos clínicos de alta calidad; solo entonces se revelará el verdadero espectro de SIBO. El monstruo que ahora percibimos que es SIBO puede no ser más que un fantasma”.