Por Carlos Hernández
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El Sevilla una vez más demostró porque es el Rey de la Europa League al vencer a la Roma 4-1 en la final y así lograr su 7º título continental, más que ningún otro club en la historia.
Tan sólo cinco meses después de anotar el penal ganador en la final de la Copa del Mundo argentino Gonzalo Montiel metió el penalti que dio el trofeo, no sin antes sufrir de lo lindo, ya que había fallado el primer intento, pero que el arbitro inglés, hizo repetir porque el arquero de la Roma, Rui Patricio, se movió antes del pitido.
Luego de unos primeros 25 minutos donde la Roma, por fin, mostró algo de juego ofensivo en toda la competencia, y donde recibió el gol del argentino Paulo Dybala al 25, el Sevilla fue el amo y señor del encuentro.
Y es que el antifutbol que práctica el técnico portugués quedó en puro cuento, ya que Mendilivar leyó bien el encuentro y puso las cosas en orden.
El croata Ivan Rakitic tuvo el empate al 42 cuando con un trallazo raso estremeció la base del poste izquierdo de la Roma, ahí el cuadro español ejercía una presión asfixiante y se olía que el gol esa sólo cuestión de tiempo.
Así fue como al minuto 55 de la segunda parte, el Sevilla empató con un gol en propia puerta de Gianluca Mancini a los 10 minutos, cuando estaba bajo la presión del marroquí Youssef En-Nesyri, quien iba a marcar de todos modos.
La polémica llegó cuando al minuto 78 el defensor peruano de la Roma, Ibañez, hace un claro penalti a Lucas Ocampos en el área, cuando el delantero argentino se enfilaba para batir a Patricio.
El horrendo arbitro inglés, Anthony Taylor, anuló el penalti que primero había dado por bueno, luego de ir a revisar las imágenes del VAR.
Las imágenes de televisión mostraban que era un claro penalti, una vez más la mediocridad de los centrales de la Premier quedaba a relucir en Europa.
Luego Mourinho, hizo uso de su antifutbol y puso a toda la Roma a defender, sacó a Dybala y el espigado delantero inglés Tammy Abraham, que habían sido los mejores de su equipo, y el Sevilla acosaba por todos los ángulos de la cancha.
Sin embargo, Lamela que entró en el segundo tiempo junto con Susso y quienes revolucionaron el encuentro, estuvo muy fallón en el último tercio de cancha, así se salvó la Roma de la derrota en tiempo regular.
El tiempo extra, llegó con el Sevilla al ataque, pero con precaución para evitar los contragolpes y desdobles ofensivos de los italianos.
Suso, En-Nesyri y Lamela tuvieron el gane antes de los penaltis, sin embargo, Mourinho hizo una vez más uso de las sucias tácticas y desde la línea del banquillo, ordenaba a sus jugadores a fingir lesiones y perder tiempo, así fue como Taylor tuvo que añadir 12 minutos.
Sí por primera vez una final de competición europea se terminaba hasta los 132 minutos, una locura, pero que fue producto gracias a las artimañas del equipo italiano.
Sin embargo, en la tanda de los penaltis, ese antifutbol no tuvo incidencia y se hizo justicia al fútbol, cuando el gran arquero de origen canadiense, Buono, detuvo los penaltis de los defensores Gianluca Mancini y Roger Ibáñez no lograron convertir para la Roma desde el punto de penalti.
Con su 7º trofeo Europeo el Sevilla nunca ha perdido una final de la Europa League y a su vez marca la primera derrota de Mourinho en una final europea tras cinco victorias.