Septimo Arte

“Napoleón”: épica y extraordinaria

Geoffrey Cowper es oriundo de Barcelona, graduado en Producción Cinematográfica de Barcelona y director de varios films, que ha presentado en numerosos festivales de cine.

“Napoleón” de Ridley Scott es una película colosal como hacía décadas que no se veían, debido a sus épicas batallas y a unas increíbles interpretaciones gracias a su pareja protagonista.

‘Napoleón’ es un reto para cualquier director, incluso para el mismísimo Stanley Kubrick, quien se documentó durante décadas para llevarlo a la gran pantalla con Jack Nicholson y Audrey Hepburn, pero que desafortunadamente nunca se realizó. 

Otros directores lo intentaron, como Abel Gance en 1927 con su “Napoleón” de cinco horas y media, uno de los films más importantes de la historia del cine que está a punto de cumplir 100 años. 

Hacía falta renovar la proeza, en su día lo hizo Henry Koster con “Désirée” de 1954 y con Marlon Brando de ‘Napoleón’, y más tarde incluso Woody Allen revivió el personaje en 1975 con “La última noche de Boris Grushenko”. 

Pero ya era hora de que uno de los mejores directores de orquesta de la historia del cine lo hiciera.

Ridley Scott, el británico director nacido en 1937, a punto de celebrar su 86 aniversario, nos trae para Acción de Gracias su épica más desmesurada para revivir de la forma más cruda y espectacular el ascenso al poder y posterior caída de ‘Napoleón’. 

Scott no necesita presentación, el veterano director tiene en su haber un sinfín de obras maestras: “Alien”, “Blade Runner”, “Thelma y Louise”, “Gladiator”, “American Gangster”… 

Lo que sí es curioso es que su primera película, “Los Duelistas” de 1977, ya transcurría en el contexto de las guerras Napoleónicas. 

Scott es un cineasta tremendamente clásico en su forma, aunque nunca le ha obsesionado dejar un sello autoral en su obra, ya que lo que busca siempre es hacer la mejor película posible.

Ahora se reúne de nuevo con el guionista David Scarpa, después de hacer “Todo el dinero del Mundo”, y repite con Joaquin Phoenix, con quien ya había trabajado en ‘Gladiator’, tras quedar impresionado con su papel en “Joker”, que le valió un Óscar, y con una soberbia Vanessa Kirby en el papel de ‘Josefina’, conocida por las últimas dos entregas de “Misión Imposible”.

 “Napoleón” arranca en 1789, en plena revolución francesa, y lo primero que vemos es una espectacular turba con la que llevan a la guillotina a ‘María Antonieta’, cortándole la cabeza. ‘Napoleón’ está en medio de toda esa gente y solo tiene una cosa en la cabeza, cómo llegar a lo más alto de los rangos militares de Francia. 

El film sigue toda su carrera hasta su proclamación como emperador de Francia y hasta el fin de sus días, cuando fue exiliado a la isla de Santa Helena. 

La película, de dos horas y cuarenta minutos, tiene un ritmo de vértigo y combina a la perfección la épica de las batallas con el drama intimista de la dupla protagonista.

La película tiene dos vías argumentales, la primera son las batallas Napoleónicas, donde el director desata toda su magia para crear unas secuencias increíbles que dejan al público sin respiración, dando valor a la espectacularidad a base de unos cañonazos que hacen retumbar la sala de cine y nos llevan a creer que estamos en medio del campo de batalla. 

Destaca la batalla de Austerlitzh, en la que ‘Napoleón’ sorprende a las fuerzas ruso-austríacas en una de las mayores victorias, mostrando su gran capacidad estratega al acorralarlos en mitad de un lago helado, donde los bombardea a base de cañonazos, ahogando a miles de soldados y con sus caballos ensangrentados en aguas heladas que se convierten en un mar de sangre.

La otra gran vía argumental se centra en la torturada, malsana pero muy romántica historia de amor entre ‘Napoleón’ y ‘Josefina’ y en cómo buscan encontrar un equilibrio sentimental en su relación en medio de todas esas batallas, un elemento narrativo que recuerda mucho a la magnífica “Barry Lyndon” (Stanley Kubrick, 1975).

Lo que se le puede recriminar al film de Scott es que estamos ante un personaje con el que cuesta mucho identificarnos. 

Por suerte, Scott y Phoenix trabajaron juntos semanas y semanas reescribiendo el guion con Scarpa porque sabían que en cuanto Phoenix empezara a rodar se iba a comer el personaje y que eso beneficia la película. 

Y es que Phoenix ha hecho de nuevo un trabajo increíble al encarnar un ‘Napoleón’ que, a pesar de alejarse del rigor histórico, se apodera del personaje para darle algo de humanidad, lo que nos lleva a empatizar un poco con él, además de sus detalles extravagantes, sobre todo presentes en las escenas más íntimas junto a Kirby, que resultan únicas y fascinantes. 

A pesar de que ‘Josefina’ es muy seductora y una viuda negra, Kirby le añade muchas capas dramáticas que enriquecen al personaje y aumentan el gran enigma de quién era.

Al terminar de ver ‘Napoleón’ uno se queda con la sensación de que no verá muchas más películas como esta, con estas batallas, espectaculares localizaciones y preciosos espacios cerrados, con todo lujo de detalles, iluminados con velas, con gran cantidad de actores y con un cuidado milimétrico por todos los detalles de vestuario, peluquería y maquillaje. 

Este nivel de producción recuerda a los péplums Hollywoodienses más icónicos como “Cleopatra” (1963) de Joseph Mankiewicz, pero con la brutalidad, el espectáculo y el realismo que caracteriza el cine de Scott.

Puntuación: 4 estrellas de 5.