Por Agencias
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Shaheen Sheikh Ali supo que algo malo había sucedido cuando vio una actividad frenética en un grupo familiar de WhatsApp.
Se cree que cuatro familiares varones, todos menores de 30 años, estaban a bordo del barco pesquero que se hundió el miércoles en el Mediterráneo, a 80 km de la costa griega.
«Esperamos cualquier buena noticia», dijo. Pero todos temen lo peor.
El joven de 31 años vive en Alemania, pero es sirio, de la ciudad de mayoría kurda de Kobane. Él conoce a 12 personas que según sospecha estaban en el barco.
El naufragio es una de las peores tragedias migratorias de los últimos años, con casi 80 muertos y al menos 100 rescatados.
Pero su saldo podría ser mucho peor. La Agencia de la ONU para los Refugiados estima que aún hay unos 500 migrantes desaparecidos, entre ellos una gran cantidad de menores y de mujeres.
Se cree que hasta 750 personas podrían haberse encontrado en la embarcación, incluyendo 100 niños.
«No teníamos noticias de ellos desde hacía días y ni siquiera sabíamos si estaban en el barco», señaló Ali, y agregó que el último contacto del grupo con familiares en Siria tuvo lugar hace casi una semana.
Desde el 14 de junio, él y su familia han recibido noticias contradictorias sobre si el grupo está vivo o muerto.
«En incidentes como éste, no se puede saber con certeza si alguien está vivo o muerto. Una palabra puede destruir la moral de toda la familia», afirmó Ali.
Para el periodista británico de origen pakistaní Raja Faryad Khan, son buenas noticias: su sobrino de 22 años, Adnan Bashir, es uno de los pocos sobrevivientes.
Pero su alivio está teñido de tristeza, ya que hasta 16 personas de su aldea en la parte de Cachemira administrada por Pakistán podrían haber estado en el barco.
Khan viajó desde Reino Unido a la ciudad portuaria griega de Kalamata para encontrarse con su sobrino, pero un guardia de seguridad solo le permitió unos momentos con él.
«(Mi sobrino) dijo que el bote comenzó a temblar y se volteó hacia un lado, y luego simplemente se hundió en el mar», dijo Khan.
El enlace de Libia
De vuelta en Alemania, Ali vive con la agonía de la incertidumbre mientras describe el viaje que hicieron sus familiares.
Fueron llevados de contrabando desde Siria a Líbano antes de volar a Libia, donde permanecieron durante 40 días esperando la oportunidad de cruzar el mar Mediterráneo y llegar a Italia.
Según Ali, el grupo pagó al menos US$5.000 dólares por cabeza a los contrabandistas, pero esto no los salvó del duro trato por parte de los traficantes.
«Los contrabandistas los recogieron en el aeropuerto y los tiraron donde pudieron», relató.
Ali señaló que sus familiares fueron llevados a un «bloque de cemento» sin muebles y tuvieron que dormir sobre mantas tendidas en el suelo duro.
La última vez que habló con alguien del grupo fue a principios de junio, cuando algunos de sus familiares insinuaron que un cruce podría ser inminente.
«Me dijeron que partirían pronto porque hacía calor y el mar estaba lo suficientemente tranquilo», recordó Ali.
Sus familiares compartieron fotos que hicieron saltar las alarmas. «Vi expresiones de tristeza en sus ojos, pero también podría haber sido fatiga».
Lo que hace que su dolor sea más profundo es que él mismo arriesgó su vida para escapar de la guerra en Siria en 2016.
Pero en ese momento era mucho más fácil para las personas llegar a Europa, ya que había más rutas de migración disponibles, señaló.
Ali cruzó la frontera con Turquía antes de emprender un viaje mucho más corto en barco rumbo a Grecia.
«Tomé un bote para llegar a Grecia, pero fue un viaje de 4 km», dijo.
«Cuando partimos, podíamos ver las luces de algunas de las islas griegas».
La distancia de Libia a Italia es de al menos 725 km. Otra diferencia señalada por Ali es que todos los pasajeros de su bote tenían chalecos salvavidas.
La guardia costera griega señaló que ninguna de las personas a bordo del barco pesquero hundido los llevaba.
A pesar de las diferencias, Ali puede ponerse fácilmente en el lugar de sus familiares, imaginando lo que «debieron haber estado pensando» antes de subirse al barco de pesca.
«No sabes lo que sucederá. Te preocupa que alguien pueda morir, que alguien pueda caerse de la embarcación», dijo. «No importa cuanto lo intente, no puedo describir cómo me siento en relación con esta tragedia».
El joven de 31 años está indignado por el papel que juegan los contrabandistas de personas, a los que acusa de «tratar a las personas como un pedazo de carne».
«Me imagino que esos contrabandistas ni siquiera cuentan cuántas personas están metiendo en un bote. No les importan las consecuencias».
Ali hizo un llamado por más comprensión y solidaridad.
«La gente necesita rutas más seguras. Nadie detendrá nunca la migración, ni los países europeos ni nadie», aseguró.
«Mis parientes solo soñaban con venir a Europa a trabajar y ayudar a sus familias».