Por Agencias
[email protected]
Al menos una cuarta parte de la población de Gaza, o unas 576.000 personas, están a un paso de la hambruna y prácticamente la totalidad necesita alimentos de forma desesperada, lo que provocó que algunos camiones con ayuda fuesen tiroteados, saqueados y asaltados por gente hambrienta, dijeron altos cargos de Naciones Unidas el martes.
Funcionarios de la oficina humanitaria y de las agencias de alimentación y agricultura describieron un panorama desolador en el que los 2,3 millones de gazatíes enfrentan niveles críticos de inseguridad alimenticia, o peores, y donde el orden civil se resquebraja, especialmente en el norte, donde la comida y otros suministros humanitarios son escasos.
Y por sombrío que sea el panorama actual, el coordinador humanitario de la ONU, Ramesh Ramasingham, dijo al Consejo de Seguridad que “hay muchas posibilidades de un mayor deterioro”.
Además de que un cuarto de la población del enclave palestino esté al borde de la hambruna, en el norte, uno de cada seis niños menores de dos años sufre “desnutrición aguda y emaciación”, donde el cuerpo se vuelve demacrado.
Carl Skau, director ejecutivo adjunto del Programa Mundial de Alimentos (PMA), dijo que este es “el peor nivel de desnutrición infantil en cualquier parte del mundo”, y advirtió que “si nada cambia, la hambruna es inminente en el norte de Gaza”. La zona fue el primer objetivo de la ofensiva militar de Israel luego del sorpresivo ataque de Hamás sobre el sur del país el 7 de octubre, en la que murieron unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, y alrededor de 250 fueron tomadas como rehenes.
En el último ejemplo de anarquía, Skau dijo que el PMA reanudó el reparto en el norte del territorio por primera vez en tres semanas el 18 de febrero y esperaba enviar 10 camiones diarios durante siete días para abordar las necesidades más inmediatas y garantizar que llegarían alimentos suficientes.
Pero tanto ese día como el siguiente, los convoyes de la agencia sufrieron demoras en los puestos de control, disparos y otros tipos de violencia, así como el saqueo de su contenido, apuntó.
“Al llegar a su destino, se vieron desbordados por gente hambrienta y desesperada”, explicó.
Skau dijo que “la ruptura del orden civil, motivada por la pura desesperación, está impidiendo la distribución segura de ayuda, y nosotros tenemos el deber de proteger a nuestro personal”. Por ello, se ha suspendido el reparto en la zona hasta que se den condiciones de seguridad tanto para quienes la distribuyen como para quienes la reciben.
Por su parte, Maurizio Martina, subdirector general de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), describió el horrible estado de las tierras de cultivo, los invernaderos, las panaderías y los sistemas de riego, que son esenciales para producir, procesar y distribuir los alimentos.
Desde el 9 de octubre, “el bloqueo reforzado del gobierno de Israel ha incluido interrumpir o restringir el suministro de alimentos, electricidad y combustible, además de productos comerciales”, indicó añadiendo que esto ha afectado a toda la cadena de distribución alimentaria de distintas formas.
Por ejemplo, las severas restricciones en el envío de combustible paralizan el suministro de agua y el funcionamiento de las plantas de desalinización, por lo que el suministro de agua es de apenas el 7% de los niveles previos al ataque insurgente, dijo. Además, la escasez de combustible ha paralizado también la producción y el suministro de alimentos y electricidad, y obstaculizó gravemente la capacidad de las panaderías para fabricar pan, añadió.
Según Martina, el colapso de la producción agrícola en el norte ya está en marcha y, en el escenario más probable, se habrá completado en mayo. Hasta el 15 de febrero, el 46% de todas las tierras de cultivo del enclave estaban dañadas, agregó.
El funcionario de la FAO presentó más cifras alarmantes de la ofensiva israelí: un elevado número de refugios de animales y explotaciones ovinas y lecheras destruidas, más de un cuarto de los pozos de agua destruidos y 339 hectáreas de invernaderos destrozados. E indicó que la guerra también ha tenido un severo impacto en la cosecha de aceitunas y cítricos, una de las principales fuentes de ingresos de los palestinos.
En cuanto a los animales, Martina afirmó que muchos propietarios reportaron pérdidas significativas, es probable que todas las aves de corral hayan sido sacrificadas y se supone que hasta el 65% de los terneros y el 70% del ganado vacuno han muerto.
El embajador adjunto de Israel ante la ONU, Brett Miller, dijo ante el Consejo que, al tiempo que combate a Hamás, el país está haciendo “todo lo posible para atender a los civiles” y trabaja constantemente para garantizar la entrada de la ayuda humanitaria enviada por numerosos países y agencias de la ONU.
Desde el 7 de octubre, explicó, Israel ha facilitado el reparto de 254.000 toneladas de ayuda, incluyendo 165.000 toneladas de alimentos. “No hay absolutamente ningún límite, y repito que no hay límites, a la cantidad de ayuda humanitaria que se puede enviar a la población civil de Gaza”, afirmó.
Miller replicó que había 20 panaderías en la Franja que producían más de dos millones de panes de pita al día.
Además, acusó a la ONU de negarse a repartir ayuda humanitaria en el norte de Gaza y a algunos funcionarios de la entidad de intentar culpar a Israel por ello.
En los últimos días, según Miller, 508 camiones han estado esperando para entrar en el enclave con la aprobación de Israel. “Así que, ¿dónde están la ONU y sus agencias de ayuda? ¿Cómo puede ser que Israel sea responsabilizado falsamente de una situación que es claramente culpa de la ONU?”, preguntó.
Ramasingham, Skau y Martina ofrecieron una respuesta similar: el primer paso para eliminar la creciente amenaza de la hambruna es un alto el fuego para que los trabajadores humanitarios puedan acceder al territorio.
“Si no se hace nada, nos temernos que una hambruna generalizada en Gaza es casi inevitable”, apuntó Ramasingham, que indicó que la cifra de casi 30.000 muertos palestinos “tendrá muchas más víctimas”. El conteo del Ministerio de Salud de Gaza no distingue entre víctimas civiles y combatientes, pero la ONU sostiene que la mayoría de ellas son mujeres y menores.