Por Redacción
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Hubo un tiempo en que las fiestas organizadas por Sean “Diddy” Combs eran uno de los eventos más codiciados en la industria del entretenimiento.
Celebridades como Justin Bieber, Mariah Carey, Paris Hilton y Jennifer Lopez se daban cita en estos encuentros exclusivos, donde la música y el glamour se mezclaban con la promesa de una noche inolvidable. Incluso estrellas como Jay-Z y Beyoncé aprovecharon estos momentos para estrenar nueva música.
Rob Shuter, expublicista de Combs entre 2002 y 2004, recordó en una entrevista con BBC News cómo las invitaciones del rapero a la sección VIP significaban una velada asegurada de diversión. Sin embargo, el exmagnate de la industria ahora enfrenta un proceso legal que podría terminar con su legado. Combs permanece detenido en una cárcel de Brooklyn, a pocos kilómetros de los Hamptons, donde organizó algunas de sus fiestas más extravagantes.
Una caída en desgracia
El otrora influyente rapero enfrenta cargos federales por conspiración para tráfico sexual y extorsión. Además, más de una docena de demandas civiles lo acusan de agresiones sexuales, violaciones y extorsión. Un abogado que representa a más de 100 presuntas víctimas afirmó que las acusaciones reflejan años de abuso sistemático. No obstante, Combs ha negado todas las acusaciones y su equipo legal sostiene que está comprometido con su defensa, apoyado por su familia y equipo. Su juicio está programado para mayo de 2025.
Del ascenso al escándalo
Combs fundó Bad Boy Records en 1993, un sello que albergó a figuras como Notorious B.I.G. y Usher. Posteriormente, expandió su imperio con la creación de Sean John, una línea de ropa que marcó tendencia. La incursión del rapero en la industria de las fragancias, el alcohol y los medios consolidó su figura como un ícono del entretenimiento. A través de reality shows, descubría talentos y convertía a desconocidos en estrellas.
Según Shuter, las fiestas eran una herramienta clave para mantener la relevancia de Combs en la industria. “Estaba descubriendo que la mejor forma de llamar la atención era ser el rey de las fiestas en Nueva York”, afirmó. Shuter describió a Combs como un hombre obsesionado con el poder, encantado con su propia fama y determinado a permanecer en la cima. “El pasatiempo de Diddy era Diddy”, explicó.
El publicista también reveló que Combs tenía una fascinación particular por la familia real británica, al punto de intentar invitar a los príncipes Harry y William a sus fiestas, aunque sin éxito. “Él se consideraba un rey, así que tenía sentido que quisiera tener príncipes a su alrededor”, agregó.
Un círculo cerrado y fiestas icónicas
Las fiestas blancas de Combs, celebradas entre 1998 y 2009, se convirtieron en un símbolo de lujo y exclusividad. Estos eventos reunían a la élite del hip hop y a celebridades de Hollywood bajo un estricto código de vestimenta completamente blanco. Combs las presentaba como una forma de romper barreras raciales y generacionales, pero algunas demandas recientes revelan un lado oscuro de estas celebraciones.
Una denuncia presentada por un hombre asegura que, durante su primera fiesta en 1998, el rapero lo invitó a una habitación privada, donde lo obligó a desnudarse como parte de un supuesto “rito de iniciación” para alcanzar la fama. En otra demanda, la exestrella de cine para adultos Adria English alegó que fue “preparada” para tráfico sexual tras asistir a múltiples fiestas blancas, donde las bebidas estaban supuestamente mezcladas con drogas.
“Freak-offs” y violencia sexual
Las acusaciones también se extienden a los llamados “Freak-offs”, fiestas privadas en hoteles donde, según los fiscales, se consumían drogas y se registraban actos sexuales en video. Las denuncias describen cómo Combs y sus colaboradores coaccionaban a los asistentes con amenazas y drogas para mantenerlos obedientes.
El Departamento de Justicia lo acusa de conspiración para extorsión, tráfico sexual y prostitución. Durante las “Freak-offs”, los participantes eran golpeados y sometidos a violencia física, según los documentos judiciales. Las autoridades revelaron que, en redadas en las propiedades de Combs, confiscaron armas de alto calibre, municiones y miles de botellas de lubricante.
El impacto de las denuncias
El caso de Combs ha generado expectativas entre activistas y víctimas de violencia sexual, quienes esperan que su caída provoque un cambio significativo en la industria musical. La abogada Gloria Allred, una de las figuras más destacadas del movimiento #MeToo, representa a varias presuntas víctimas, entre ellas Thalia Graves, quien alegó que Combs la drogó y violó en 2001. Graves afirmó que nunca denunció el incidente por miedo a represalias.
Allred cree que el caso de Combs representa un “ajuste de cuentas” para la industria del entretenimiento. “El coraje es contagioso”, dijo la abogada, sugiriendo que podrían surgir más acusaciones en los próximos meses. Damian Williams, fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York, señaló que Combs no actuó solo y utilizó su influencia para salirse con la suya durante años.
La tormenta mediática
Mientras la investigación sigue su curso, la imagen de Combs ha quedado profundamente dañada. Durante su última comparecencia en el tribunal, el rapero apareció vestido con un mono beige de prisión, haciendo un gesto de oración hacia su familia y reiterando su amor hacia ellos. Un grupo de seguidores se congregó en las afueras del juzgado para mostrarle apoyo.
Para Shuter, la actual situación del rapero tiene un matiz irónico. “Quería ser la persona más famosa del mundo e, irónicamente, ahora lo es”, concluyó.
Combs enfrenta un futuro incierto mientras su juicio se acerca y las demandas siguen acumulándose. Su caída podría marcar un punto de inflexión en la industria musical, donde el abuso de poder ha quedado al descubierto con casos como el suyo.