Rogue One: una historia de Star Wars o simplemente Rogue One (la rebelde) es la segunda entrega que distribuye Disney de la mítica saga de La Guerra de las Galaxias.
Un spin-off (término en inglés que se refiere a un proyecto nacido como extensión de otro anterior) que se ubica entre La venganza de los Sith (George Lucas, 2005) y Una nueva esperanza (George Lucas, 1977), y que se centra en un acontecimiento crucial que la ata con el film original en una inspiradora misión para robar los planos de la Estrella de la Muerte.
El director Gareth Edwards, de origen británico, creció admirando profundamente Star Wars hasta el punto que admite haber visto el episodio IV unas 300 veces.
Eso lo llevó a estudiar cine y posteriormente, a dedicarse a ello.
Empezó haciendo efectos visuales (VFX); de hecho él solo hizo todos los efectos visuales de su primera película como director, la cinta de ciencia ficción de culto Monsters (2010), que gracias al festival de South by Southwest (en el que tuvo tanto éxito que compraron los derechos la misma noche en que se presentó), se pudo distribuir mundialmente, teniendo una gran acogida entre el público.
Debido al triunfo de la independiente Monsters (solo costó 500.000 dólares) Edwards obtuvo ofertas de los grandes estudios, especialmente de la Warner Bros, que quisieron que se encargara de dirigir el reboot de Godzilla (2014), que costó 160 millones pero que recaudó más de 500 millones de dólares en todo el mundo.
Por a esos éxitos, finalmente fue contratado para dirigir su propia película de Star Wars, que fue sin duda su mayor sueño hecho realidad.
Edwards tiene una visión muy personal, sobretodo de este universo, y ha intentado andar por la fina línea entre ser fiel a la saga original y a la vez distinta a cualquier película de Star Wars que hayamos visto antes, gracias a su look de cine vérité, de realismo casi documental, sin duda lo ha conseguido, pero sin perder de vista que tiene que ser un gran espectáculo y, sobre todo, un gran taquillazo.
El film arranca con una angulosa nave que viaja por la inmensidad del espacio hasta penetrar la atmósfera de un planeta remoto. Como si de un pájaro se tratara, esta tétrica nave imperial nos lleva hacía un sitio mágico; un precioso y verde valle nublado.
Al aterrizar, un grupo de soldados imperiales, con unos siniestros trajes negros, salen de la nave guiados por su líder, Orson Krennic (el perturbador actor Australiano Ben Mendelson) hacia donde vive un fugitivo llamado Galen Erso (el actor Danés Mads Mikkelsen).
Orson quiere que Galen vuelva a trabajar para el Imperio, debido a que es el único científico capaz de ayudarles a crear el arma definitiva, la icónica Estrella de la Muerte, capaz de destruir planetas enteros.
Galen pero no quiere ir, pero es llevado a la fuerza, separándose de fu familia. Por suerte, antes del encuentro, su hija Jyn Erso se ha escondido en un sitio remoto en el que no la van a encontrar.
15 años más tarde, esa chica es ahora una mujer (encarnada por la actriz de moda, Felicity Jones).
Una problemática Rebelde, hábil y muy testaruda, que es capturada y llevada a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly) la líder de la Alianza Rebelde.
Ésta le confía el mando de un importante cometido, el de robar los planos de la Estrella de la Muerte.
Jyn Erso tendrá que reunir un equipo de rebeldes formado por un ensamble de personajes muy carismáticos, bien escritos y sólidos.
Cassian Andor (el actor mexicano Diego Luna), Chirrut Îmwe (el especialista en artes marciales Donnie Yen), Baze Malbus (Wen Jiang), Bodhi Rook (Riz Ahmed), K-2SO el carismático androide parlante de turno, y quien la rescató de pequeña, Saw Guerrera (el oscarizado Forest Whitaker), para luchar contra el Imperio y conseguir el mapa de la Estrella de la Muerte.
Creo que es mejor no saber nada más, sobretodo teniendo en cuenta la cantidad de fantásticas referencias y easter eggs que hay.
El balance final de este primer spin-off de la nueva era StarWars, con sus aciertos y errores (el guión podría estar mejor armado), es más que positivo. Sobre todo porque podía haber enturbiado la sucesión cronológica del universo creado por George Lucas, pero convierte el detalle de robar los planos de la Estrella de la Muerte en toda una leyenda de épicas proporciones, que brilla en sus 133 minutos llenos de energía y que convierten algunas escenas de acción, sobretodo el tramo final al más puro estilo Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979), en unos de los mejores regalos para la vista desde “El Imperio Contraataca” (Irvin Kershner, 1980).
Además los minutos finales en que se une este film con el original de George Lucas son absolutamente maravillosos, pura magia para los fans de la saga.
Rogue One, costó $200 millones de dólares y en menos de una semana ha recaudó $388 millones de dólares a nivel mundial, cerrando el año con más de $1,000 millones. ν
Geoffrey Cowper catalán, graduado en Dirección Cinematográfica en Barcelona y director de varios films.