Por Redacción
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Un estudio internacional ha confirmado que Encélado, una pequeña luna helada de Saturno, reúne las condiciones más favorables conocidas hasta ahora en el Sistema Solar para albergar vida extraterrestre. Científicos detectaron moléculas orgánicas complejas en su océano subterráneo, impulsando la idea de que este satélite podría contener microorganismos vivos.
El hallazgo, publicado en Nature Astronomy, proviene de un nuevo análisis de los datos recopilados por la sonda Cassini, que entre 2004 y 2017 exploró Saturno y sus lunas. Aunque la misión terminó hace ocho años, los registros que dejó siguen aportando pistas cruciales sobre mundos potencialmente habitables más allá de la Tierra.
Géiseres de hielo que revelan un océano oculto
Encélado, de apenas 500 kilómetros de diámetro, sorprendió a los científicos en 2005 cuando Cassini detectó enormes géiseres de agua y partículas de hielo emergiendo desde su polo sur. Estas columnas, impulsadas desde un océano subterráneo, se convirtieron en la clave para investigar la química interna de la luna.
El nuevo estudio, liderado por Nozair Khawaja de la Universidad Libre de Berlín, demuestra que las moléculas orgánicas halladas en el espacio cercano a Encélado provienen directamente de ese océano interior, cubierto por decenas de kilómetros de hielo. Según los investigadores, las sustancias identificadas son similares a las que en la Tierra dieron origen a los bloques básicos de la vida.
“Por primera vez tenemos un análisis detallado de granos de hielo expulsados minutos antes por los géiseres”, explicó Khawaja. “Esto confirma que los compuestos detectados no se formaron en el espacio, sino en el océano bajo la superficie”.
Los investigadores encontraron compuestos más complejos que los observados en el pasado, incluyendo éteres y ésteres, capaces de participar en reacciones químicas con relevancia biológica. Una de ellas es la pirimidina, un componente esencial del ADN y ARN terrestre.
Además, el estudio refuerza la hipótesis de que el anillo E de Saturno está compuesto principalmente por material procedente de Encélado. “Estamos viendo cómo esta pequeña luna alimenta continuamente el entorno del planeta gigante con partículas que contienen química orgánica”, añadió Khawaja.
Tres ingredientes clave para la habitabilidad
Los astrobiólogos señalan que la presencia de agua líquida, una fuente de energía y elementos químicos esenciales como carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y azufre son condiciones necesarias para que exista vida. Encélado cumple con las tres.
Durante las sucesivas pasadas de Cassini, los instrumentos también detectaron hidrógeno, dióxido de carbono y señales de actividad hidrotermal en el fondo oceánico. En la Tierra, esos ambientes profundos permiten la proliferación de microbios alrededor de chimeneas subacuáticas, lo que refuerza la analogía con este satélite de Saturno.
Lucía Hortal, investigadora española que participó en el estudio, explicó que su trabajo consistió en confirmar la naturaleza química de los compuestos detectados: “Hemos podido asignar con firmeza algunas piezas del rompecabezas. No estamos diciendo que esas moléculas sean prueba de vida, pero muestran que el océano de Encélado tiene un enorme potencial”.
El océano subterráneo también es salado, según estudios previos. En los últimos años se han detectado allí fosfatos y cianuro de hidrógeno. Aunque este último es venenoso para los humanos, es considerado un ingrediente fundamental en teorías sobre el origen de la vida por su papel en la formación de aminoácidos.
“Encélado tiene más combustible del que pensábamos para posibles microbios”, resumió Khawaja. “Todo esto fue detectado con instrumentos de los años 90. Si enviamos nuevas sondas con tecnología moderna, podríamos dar un salto enorme en el conocimiento”.
Nuevas misiones espaciales en debate
A pesar de la abundancia de evidencias, los científicos subrayan que aún no es posible determinar si existe vida en Encélado. La confirmación requerirá nuevas misiones espaciales equipadas con instrumentos capaces de analizar directamente las columnas de agua expulsadas al espacio o incluso aterrizar en la superficie de la luna.
“Perforar decenas de kilómetros de hielo es inviable con la tecnología actual”, dijo Hortal. “Por eso necesitamos diseñar naves que puedan realizar estudios indirectos y detectar biofirmas de manera más sofisticada que Cassini”.
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha establecido como prioridad futura una misión a Saturno y sus satélites, pero los planes contemplan que una sonda llegue a Encélado no antes de 2050. Mientras tanto, la atención científica estará centrada en la misión Juice, que sobrevolará varias lunas de Júpiter en la próxima década.
Entre sus objetivos está estudiar Europa, Ganímedes y Calisto, mundos que también poseen océanos subterráneos. Algunos astrobiólogos creen que esas lunas jovianas podrían competir con Encélado como los principales candidatos para albergar vida.
La posibilidad de que Encélado mantenga un océano con química activa durante miles de millones de años lo convierte en un laboratorio natural extraordinario. Si se confirman señales biológicas en este satélite, sería un descubrimiento histórico que cambiaría la forma en que la humanidad entiende su lugar en el universo.
“Estamos ante uno de los escenarios más prometedores para encontrar vida más allá de la Tierra”, concluyó Khawaja. “El próximo paso depende de nosotros: invertir en misiones que nos permitan comprobarlo”.
