Por Carlos Hernández
Editor@latinocc.com
Lo que comenzó hace dos décadas como un experimento modesto en un teatro rural de Guadalupe, hoy es una plataforma cultural que ha marcado a generaciones enteras en la Costa Central.
Es así como Viva el Arte de Santa Bárbara celebra su 20º aniversario con una temporada histórica de 25 espectáculos en 4 sedes, un fondo millonario que garantiza su permanencia y, sobre todo, con el compromiso firme de seguir siendo un espacio de celebración cultural y resistencia frente a un clima político cada vez más hostil hacia la comunidad inmigrante.
“El acceso al arte no debe ser un privilegio, debe ser un derecho básico”, repite sin titubeos Jenna Hamilton, Directora de Desarrollo Educativo de Arts & Lectures y responsable de Viva el Arte.
“Estamos felices de celebrar 20 años, pero también conscientes de que nuestra misión sigue siendo la misma: llevar la música, la danza y la cultura latinoamericana a quienes históricamente han sido ignorados. Este prgrama nació para estar al lado de los trabajadores agrícolas, de l@s estudiantes de primera generación, de las familias que necesitan estos espacios más que nadie. Y no vamos a dejarnos intimidar”, enfatiza la Directora.
De Guadalupe al escenario nacional
El primer concierto de Viva se realizó en 2006 en el Royal Theater de Guadalupe.
Aquel auditorio y existe, destruido por un incendio, pero el espíritu de esas funciones, dirigidas a una comunidad de migrantes agrícolas, sigue siendo el núcleo del programa.
Hoy, los espectáculos se reparten entre el Marjorie Luke Theatre en Santa Bárbara, Guadalupe City Hall, Isla Vista Elementary y, por primera vez, en el Veterans Memorial Hall en Carpinteria.
Lo que entonces era apenas un par de residencias artísticas al año, se ha convertido en un modelo nacional admirado y replicado por universidades y centros culturales de otros estados.
“La Universidad de Iowa nos buscó para entender cómo logramos esta conexión con la comunidad. También artistas como Las Cafeteras nos recomiendan cuando viajan a otras ciudades. Que nos vean como referente es un honor, pero también una responsabilidad”, relata Hamilton.
El crecimiento de Viva ha sido natural, fluido y constante, basado en encuestas comunitarias, con programaciones moldeadas por lo que la gente pide ver.
Nombres como Grupo Bella, Las Cafeteras y Gabby Moreno se repiten una y otra vez. “Si el público lo pide, nosotros los traemos. Así de sencillo”, resume Hamilton.

El regreso de Gaby Moreno: un ciclo cumplido
Entre los artistas de la temporada 2025-2026 destaca la presencia de Gaby Moreno, aclamada cantautora guatemalteca y ganadora del Grammy.
Su regreso tiene un valor simbólico: fue una de las primeras en participar en Viva hace 20 años, cuando su carrera apenas comenzaba.
“Traer de vuelta a Gaby no fue difícil. Ella cree en este programa, entiende su importancia. Su regreso marca un ciclo cumplido: demuestra cómo Viva también ha crecido junto a los artistas”, reflexiona Hamilton.
Moreno, hoy reconocida como embajadora de UNICEF y defensora de los derechos de los inmigrantes, representa exactamente la misión de Viva: ser puente entre culturas, inspirar a jóvenes y recordar que el arte puede ser un acto de justicia social.
Una temporada vibrante: cartelera 2025-2026
Para este año, la temporada suma 25 presentaciones de 5 artistas entre septiembre y abril, bajo el formato de residencias de jueves a domingo: Carpinteria los jueves, Isla Vista los viernes, Guadalupe los sábados y el Marjorie Luke los domingos.
Así, Grupo Bella abre el ciclo el jueves 18 de septiembre en el Veterans Memorial Hall de Carpinteria; el viernes 19 llega a Isla Vista Elementary; el sábado 20 actúa en Guadalupe City Hall; y el domingo 21 cierra su residencia en el Marjorie Luke Theatre.
Su propuesta: mariachi que conversa con el pop, el bolero y el huasteco, ha encontrado en Viva un público que los pide con insistencia.
Por su parte la aclamada Gaby Moreno, cantautora guatemalteca, toma el escenario en noviembre.
Se presenta el jueves 6 en Carpintería, el viernes 7 en Isla Vista, el sábado 8 en Guadalupe y el domingo 9 en el Marjorie Luke.
Mariachi Reyna de Los Ángeles llega en enero con la potencia simbólica de un elenco femenino pionero, donde su trayectoria ha inspirado a niñas y jóvenes de la región.

El talentoso grupo de música regional mexicana deleitará al público de la Costa Central el jueves 15 en Carpintería, el viernes 16 en Isla Vista, el sábado 17 en Guadalupe y el domingo 18 en el Marjorie Luke.
Por su parte, Las Cafeteras lo harán en marzo con su mezcla de ritmos afromexicanos, electrónica y rap, y con letras que abordan los retos de la comunidad inmigrante.
Se presentan el jueves 19 en Carpinteria, el viernes 20 en Isla Vista, el sábado 21 en Guadalupe y el domingo 22 en el Marjorie Luke.
Ballet Folklórico del Río Grande cierra la temporada en abril con 30 bailarines profesionales, egresados de un programa universitario de danza folclórica, dirigidos por Miguel Peña.
Sus funciones serán el jueves 16 en Carpintería, el viernes 17 en Isla Vista, el sábado 18 en Guadalupe y el domingo 19 en el Marjorie Luke.
Con ell@s, el ciclo completa su arco entre tradición y contemporaneidad, en un trayecto que conecta generaciones, comunidades y territorios a través de la música y la danza.
“Es una temporada que celebra las raíces del programa y al mismo tiempo mira al futuro. Queremos que nuestros jóvenes vean tanto a un mariachi tradicional como a una banda que habla de inmigración en clave de hip-hop. Todo eso con la conexión de la cultura de Latinoamérica”, afirma Hamilton.
Cultura y resistencia en tiempos difíciles
Más allá de la música y la danza, Viva se ha convertido en un bastión de resistencia cultural en un contexto político que genera temor entre las comunidades inmigrantes, algo que Hamilton lo reconoce.
“Hubo un momento en que me pregunté si era responsable invitar a la gente a un evento sin poder garantizar su seguridad. Pero luego pensé: no vamos a dejarnos intimidar por un gobierno que desprecia nuestras vidas. Viva seguirá aquí, con o sin amenazas”.
Para proteger a su público, el programa ha diseñado protocolos frente a posibles redadas de ICE.
“Mi trabajo no es facilitarle la labor a un agente de inmigración. Mi protocolo siempre será presentar un frente firme y mantener seguros nuestros recintos. Siempre sabemos dónde están las salidas de emergencia. Estamos preparados”, dice Hamilton con firmeza.
Ese compromiso de resistencia es parte del mensaje de Viva en este aniversario.
“No estamos aquí para hacer números de asistencia. Estamos aquí para brindar espacios de alegría, identidad y orgullo. La gente debe sentirse bienvenida y segura. Ese es nuestro compromiso”.
De la incertidumbre a la estabilidad
Durante años, Viva operó con presupuestos ajustados, sobreviviendo gracias a artistas que aceptaban cobrar menos y a donaciones anuales.
El costo operativo ronda los $200,000 por año, de los cuales históricamente el 10% provenía del National Endowment for the Arts (NEA), pero esos fondos se han vuelto cada vez más inciertos por los cambios de prioridades federales de la Administración de Trump y su agenda cultural anti minorías.
Ante ese panorama, la entonces Directora de Arts & Lectures, Celeste Billeci, lanzó antes de jubilarse una campaña de dotación exclusiva para Viva: $7.5 millones.
Hoy, esa meta está prácticamente alcanzada.
“Este fondo significa que Viva vivirá a perpetuidad. Ya no dependeremos de la buena voluntad de un político o de la generosidad momentánea de un artista. Tendremos una base sólida que nos permite planear el futuro con confianza”, subraya Hamilton.
Es así como el 85-90% del financiamiento seguirá viniendo de donantes locales y fundaciones, pero con la dotación asegurada, Viva ya no estará atado a los vaivenes políticos.
“Para nosotros, este fondo no es solo dinero en el banco. Es la garantía de que las próximas generaciones seguirán disfrutando de arte gratuito en sus comunidades”, insiste Hamilton.
Educación y legado
Además de los conciertos, Viva fortalece año con año su componente educativo.
La alianza con Mission Scholars ofrece talleres en español para padres sobre el acceso universitario, mientras los artistas invitados comparten sus trayectorias académicas con estudiantes de primera generación.
“Soy la primera en mi familia en ir a la universidad, así que sé lo importante que es escuchar historias de éxito”, recuerda Hamilton.
Ese trabajo educativo ha tenido frutos tangibles.
Uno de los ejemplos más citados es Ellie, una niña de Oxnard que en 2012 su padre la llevó al concierto de Mariachi Reyna de Los Ángeles en el Marjorie Luke Theatre.
“Era la primera vez que veía un mariachi solo de mujeres. Tenía 11 ó 12 años y decidió que eso era lo que quería hacer. Hoy toca con el Mariachi Reyna. Para Viva el Arte y much@s artistas inspirar a nuevas generaciones, y demostrarles que pueden tener una carrera en la música o artes es nuestra meta principal”, comenta Hamilton emocionada.
Dos décadas y un futuro por delante
Al mirar hacia atrás, el balance es claro: más de 100 clínicas artísticas, miles de asistentes y un legado de identidad cultural en comunidades históricamente marginadas.
Al mirar al futuro, la meta es aún más ambiciosa: consolidar el acceso cultural como un derecho, expandir las sedes y mantener a Viva como un símbolo de orgullo en la Costa Central.
“Viva no va a irse a ninguna parte. Queremos que la gente se una a nosotros cuando se sienta cómoda, sea ahora o más adelante. Nuestra misión no cambia: abrir espacios donde nuestra comunidad celebre su cultura y se sienta segura”, concluye Hamilton.
Así, el 18 de septiembre comenzará una temporada que no solo celebra 20 años de historia, sino que inaugura una nueva etapa.
