A gritos y bocinazos: residentes de Chicago desafían redadas de ICE y crean redes de resistencia comunitaria

Por Redacción
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Lo que comenzó como una jornada tranquila de domingo se convirtió en una escena caótica: helicópteros sobrevolando el área, camionetas negras con vidrios polarizados y al menos dos docenas de agentes federales armados patrullando las calles. Los residentes, alarmados, salieron de sus casas para documentar y confrontar la operación.

“ICE está aquí”, decían los mensajes de texto que se propagaron rápidamente entre vecinos. “No pertenecen aquí”, gritó Dawn Ardito, una empresaria local que grabó los hechos con su teléfono. “Nuestros vecinos sí pertenecen aquí”.

Los agentes afirmaron que buscaban a un “criminal fugitivo”, al que describieron de distintas formas: “miembro de una banda”, “sospechoso de asesinato” y “delincuente sexual”. Sin embargo, las autoridades locales se limitaron a verificar que se trataba de agentes federales y no participaron en el operativo, en cumplimiento de la Ley de Confianza del estado de Illinois, que prohíbe la cooperación policial con el ICE.

Durante casi dos horas, los vecinos grabaron, gritaron y tocaron las bocinas de sus autos en señal de rechazo, hasta que los agentes abandonaron la zona. “Si puede suceder aquí, puede suceder en cualquier lugar”, dijo Ardito. “Solo es cuestión de tiempo para que todos lo veamos frente a nuestras puertas”.

En los barrios latinos de Chicago, los silbatos se han convertido en símbolo de resistencia. Desde el inicio de la llamada “Operación Midway Blitz”, que según el Departamento de Seguridad Nacional ha dejado más de 1,000 detenciones de inmigrantes en Illinois entre septiembre y octubre, organizaciones comunitarias distribuyen miles de kits con silbatos y folletos bilingües que explican los derechos de los inmigrantes durante redadas.

“Formen un grupo, hagan ruido”, instruyen los folletos, diseñados para alertar a los residentes y documentar las detenciones. Belmont Cragin United, una de las principales redes de apoyo, ya ha entregado 30,000 kits y planea alcanzar 100,000 antes de fin de mes.

“Los inmigrantes son el aceite que hace funcionar nuestra comunidad”, afirmó Alonso Zaragoza, organizador de la iniciativa. “Esperamos que esta idea se expanda a otras ciudades”.

Sin embargo, el miedo ha transformado la vida cotidiana. En Little Village, la comunidad latina más grande de Chicago, las calles están más vacías y los vendedores ambulantes evitan salir. “La gente tiene que quedarse en casa para estar segura”, advirtió Eréndira Rendón, de The Resurrection Project, una organización que brinda apoyo legal y comunitario.

Para protegerlos, grupos como Cycling x Solidarity han recaudado fondos para comprar toda la comida de los vendedores durante los operativos, evitando que sean detenidos. “Una vendedora lloró de alivio cuando compramos todas sus empanadas y pudo irse a casa con su hijo”, relató Rick Rosales, organizador del grupo.

Mientras las calles se convierten en escenario de resistencia, Chicago es también el epicentro de una batalla legal entre el estado de Illinois y la administración Trump. Un tribunal federal permitió temporalmente la federalización de la Guardia Nacional, pero bloqueó su despliegue en el estado. El propio Trump apeló ante la Corte Suprema para autorizar el uso de tropas en Chicago, alegando que los funcionarios federales habían sido “amenazados y atacados”.

La jueza federal April Perry, sin embargo, desestimó esa descripción, señalando que el gobierno confundía protestas pacíficas con disturbios. Las autoridades estatales han rechazado la solicitud de emergencia, calificando de “exageradas” las afirmaciones sobre la violencia en la ciudad.

Mientras los tribunales deliberan, las comunidades continúan organizándose. En vecindarios como Belmont Cragin, Little Village y Mount Prospect, los residentes tejen redes de apoyo para resistir los operativos y proteger a sus vecinos. “Nos hemos unido como nunca antes”, dijo Ardito. “Ahora sabemos que si tocan a uno, respondemos todos”.