Por Max Vásquez
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Aproximadamente el 76% de las áreas oceánicas ricas en biodiversidad también contienen excelentes lugares para surfear, lo que presenta la oportunidad para que la comunidad conservacionista movilice una tribu global de surfistas que desean proteger estas áreas al igual que ellos.
Ese fue el resultado final de un estudio realizado en parte por el Catedrático asistente de Ciencias Ambientales y Gestión de Recursos (ESRM) de la CSU Channel Islands (CSUCI) Dan Reineman, con la Coalición Save the Waves y Conservation International. Las dos organizaciones se fusionaron para formar la ahora entidad denominada Surf Conservation Partnership.
Para el estudio, Reineman y sus co-investigadores de Surf Conservation Partnership examinaron 3,700 ubicaciones de surf en todo el mundo, proporcionadas por la compañía global de pronóstico de surf Surfline Inc, y las compararon con áreas con ecosistemas marinos y costeros biológicamente diversos.
Muchos lugares para surfear estaban ubicados en áreas clave de la biodiversidad y la mayoría no estaban protegidos de actividades que pudieran dañarlos.
“Descubrimos que de muchos miles de lugares para surfear en todo el mundo, más de una cuarta parte no solo están en áreas importantes de biodiversidad o cerca de ellas, sino que actualmente no se encuentran en áreas marinas protegidas”, indicó Reineman.
Al mismo tiempo el experto enfatizó la importancia de, “proteger estos lugares para surfear, lo cual también podría llevar un beneficio para la biodiversidad, y viceversa».
Así, la Surf Conservation Partnership tiene como objetivo utilizar esta investigación para alentar a los grupos conservacionistas locales, regionales y nacionales a proteger los rompientes de surf que se superponen con áreas clave de biodiversidad.
“La necesidad de implementar la conservación de los océanos nunca ha sido tan grande”, explicó Jack Kittinger, Ph.D., Director Senior del Programa Global de Pesca y Acuicultura de Conservation International.
“Movilizar a los 32 millones de personas que surfean en todo el mundo podría tener un gran impacto en la forma en que protegemos los ecosistemas oceánicos vitales”.
El estudio involucró una comparación de tres bases de datos globales diferentes: una con todas las áreas del océano que están protegidas de actividades como la perforación y la pesca comercial; otro con todas las áreas clave de la biodiversidad; y un tercero con el mapa de Surfline de los lugares de surf más deseados del mundo.
Reineman explicó que estos resultados brindan a las organizaciones de conservación otra herramienta en su misión ambientalista.
“En lugar de centrarse únicamente en la protección de la biodiversidad por sí misma, también pueden centrarse en la protección de las olas y utilizar el deporte cultural y económicamente significativo como lo es el surf, para aumentar también la protección de la biodiversidad”.
De acuerdo al Director Ejecutivo de Save the Waves, Nik Strong-Cvetich la idea de investigar formalmente los lugares para surfear, y dónde se superponían eran áreas críticas de biodiversidad, surgió de un proyecto realizado por Save the Waves hace algunos años.
«Observamos los 50 mejores lugares para surfear a nivel mundial y cómo se entrelazaban con los puntos calientes de la biodiversidad. Entonces recopilamos datos anecdóticos y descubrimos que había una superposición del 76% entre los mejores lugares para surfear y los lugares calientes de biodiversidad».
El siguiente paso será hacer correr la voz y alentar a varias organizaciones en diferentes partes de Estados Unidos y del mundo para proteger las olas de surf que se encuentran dentro de ecosistemas oceánicos críticos.
Kittinger indicó un aspecto importante en su misión, como lo es el hecho que por primera vez en la historia, los Juegos Olímpicos de Verano en Japón contarán con el surf como disciplina deportiva este próximo verano, lo que presenta una oportunidad ideal.
“El surf será el centro de atención y este análisis científico de dónde se alinean el surf y la biodiversidad, nos ayudará a dirigir nuestros esfuerzos hacía donde pueden tener el mayor impacto”, finalizó Kittinger.