Por Aliz Ruvalcaba
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El título de ésta columna me suena más real que nunca, creo que nunca dejo de aprender a ser mamá, cuando pienso que todo está bajo control (rara vez siento esto-pero cuando pasa,) hay siempre algo nuevo que me cambia la jugada.
Como sociedad, estamos viviendo tiempos de incertidumbre en muchas áreas de nuestra vida, en cuanto a la estabilidad laboral, de salud, económica, escolar con nuestr@s hij@s y la más importante de todas (en mi opinión) es la estabilidad y salud mental.
Enfrentamos nuevos retos a diario, ya sea algo tan trivial como ir al supermercado y no saber si lo vamos a encontrar lo necesario, tratar de encontrar un balance en casa para que nuestr@s hij@s no se ahorquen los unos a los otros mientras decidimos cuánto es mucho tiempo de televisión o videojuegos, y hasta hacerla de maestras en casa de temas que a lo mejor desconocemos.
El período de aislamiento forzado que estamos viviendo es algo que la mayoría de nosotros no habíamos experimentado.
En mi caso personal, tiendo a irme a la ansiedad, el perder el control es mi principal miedo, y este 2020 me está poniendo a prueba con toda su fuerza.
Por primera vez escucho a mi voz interior decir que “¡estoy lista para aceptar el reto!”.
Soy consciente de mi problema de querer controlar todo lo incontrolable, de tener en mente un plan en caso de que pase lo peor, créanme que en mi mente tengo soluciones para los escenarios más irreales que podrían ocurrir en cualquier momento, pero lo que me he dado cuenta es que cuando salgo de mi mente y me pongo en acción, puedo tomar esa responsabilidad de lo que sí está bajo mi control.
Mi reto ahorita es que todos sobrevivamos de la mejor manera esta crisis en casa y eso significa tomar ese control de lo que sí puedo hacer, por lo que lo primero que decidí fue darme el permiso de no ser perfecta, ni querer hacer todo lo que los demás piensan que debería estar haciendo.
Desde el inicio de esta contingencia, pude ver el privilegio que tengo de estar en casa con mis hij@s (aunque nos volvemos loc@s a diferentes momentos del día), agradezco poder tener la oportunidad de que en mí está como ellos contarán a sus hij@s y niet@s cuando a ellos les toque leerlo en los libros de texto.
Cuando se hable de la gran pandemia del 2020 quiero que ellos puedan decir que lo recuerdan con agrado, que tuvimos maratones de películas (más televisión de la que deseo aceptar), que dibujamos, que tomamos clases a veces por internet y a veces sus maestros fuimos nosotros.
Hay que tomar esta oportunidad para hacer lo que tengamos pendiente en casa, con 1 hora (o 20 minutos), que dediquemos a algún proyecto podemos avanzar lo que hemos tenido estancado por meses.
Por cada abrazo que no podamos dar, hay que hacer una llamada a algún ser querido y preguntar cómo están.
Hay que conectarnos más. La naturaleza nos está agradeciendo este respiro que le estamos dando.
Hagamos nuestra parte al ser amables, manejar nuestra paciencia y encontrar al menos tres cosas que podamos agradecer al final del día.
A nosotros por nuestra cultura, nos cuesta más ese distanciamiento social, muchas veces no lo entendemos y otras porque simplemente no lo vemos necesario, yo te invito a tomarlo como un logro personal, un acto de bien que hacemos por proteger a los nuestros y a los demás.
Si yo cambio mi perspectiva y digo que yo me quedo en casa porque ese es mi granito de arena para no arriesgarte a ti, podré sentirme agradecida del saber que tú te quedas en casa para cuidarme a mí y los míos.
Para lograr una mejor salud mental hay que sentir que tenemos las áreas básicas cubiertas.
Si necesitas apoyo porque has perdido tu trabajo, no tienes cuidado de niños, o te hace falta lo necesario para alimentar a tu familia, visita la iglesia St. George ubicada en el 1032 E Mason st. en Santa Bárbara, ahí ofrecen una gran variedad de servicios y recursos disponibles para nuestra comunidad.
A ti, que, como yo, aprendemos día a día a ser mamás, te recuerdo que lo estamos haciendo bien, estamos haciendo lo mejor que podemos por nuestro bien y el de nuestros hij@s y eso, sea lo que sea, ya es suficiente.
¡Tú eres suficiente!