Por Alíz Ruvalcaba
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El pasado 24 de mayo, cientos de personas se dieron cita en las afueras de la prisión federal de Lompoc con el fin de demandar mejores tratos y servicios para los reclusos del centro correccional, el cual ha sido el foco de los casos presentados en la Costa Central, hasta la publicación de esta edición el número de reclusos infectados con COVID-19 ya ha escalado a los casi 970, donde 860 casos aún continúan activos.
Después de diferentes esfuerzos por parte del Departamento de Salud del Condado y otros legisladores, el estado de California aprobó el no tomar en cuenta los casos activos de COVID-19 registrados en una prisión federal, para de esta manera alcanzar los números requeridos en el plan impuesto por el Gobernador Gavin Newsom.
Mientras que el Supervisor del Segundo Distrito del Condado de Santa Bárbara, Gregg Hart asegura que las líneas de comunicación están abiertas entre el Departamento Correcciona Federal y el Condado de Santa Bárbara, para asegurar el trabajo de proteger la salud pública tanto de sus residentes, como de los reclusos en Lompoc, pero la realidad para los familiares y reos dentro de la prisión… es una muy diferente.
“Recibí la llamada de mi hermano que está recluso en la prisión de Lompoc y nos dijo que no le permitirían hacer llamadas telefónicas al menos en las siguientes 2 o 3 semanas, me dijo que estaba enfermo y que no estaba siendo atendido a pesar de que iba todos los días a quejarse de dolor a la enfermería,” explica Marina Santana.
Santana añade que lo más complicado para los familiares es no tener información sobre sus seres queridos que están dentro de la prisión.
“Mi hermano tiene asma, alta presión y diabetes, lo han llevado al hospital a hacerle la prueba ya varias veces, algunas sale positivo a COVID-19 otras negativo, pero no ha tenido un trato digno por parte de los que lo atienden. Hay un doctor bueno que va a la prisión una vez por semana y él fue quien pidió se le diera la atención y las pruebas, pero fue muy difícil todo el tiempo que no pudimos saber de él”, expresó Santana.
La intención de esta manifestación fue clara y directa para los organizadores, ya que buscan tratar de manera humana a todos aquellos que están encarcelados, que liberen a todos aquellos presos que son adultos mayores, quienes tienen condiciones médicas que los ponen en riesgo, aquellos que no tienen crímenes violentos en su récord y que no pondrán en peligro a sus familias ni a la sociedad, para que se les pueda a atender sus enfermedades en casa.
Para Ana Rosa Rizo-Centino (co-productora de ¡Qué Madre! en KZAA) era imperativo estar ahí representando a las madres que siempre velarán pos sus hijos, y reclamar que este trato que están recibiendo los reos, es inhumano al no darles el tratamiento necesario cuando es una emergencia mundial.
“La segregación de la información donde se dividen el número de casos del COVID-19 del Condado de SB, y no se toma en cuenta los datos verídicos de la prisión están enviando el mensaje de que esas vidas son sólo números y que no importan” explica Rizo-Centino.
Para ella esta protesta fue una hermosa coalición de diferentes agencias y familiares donde estuvieron presentes junto con El Centro, Casa de la Raza, y otras entidades, siguiendo el liderazgo de LoveYourInmate.org quienes movilizaron no solo a familias a nivel local.
“Sino de todo California e incluso algunos que viajaron desde ciudades del Sur como Atlanta para hacer escuchar sus voces”.
Rizo-Centino dice así que fue muy emotivo poder ver a toda la gente haciendo ruido y enviando mensajes armonía a los reos, ya que ellos pudieron escuchar que había gente afuera que no los había olvidado y que estaban luchando por su bienestar.
Al día de hoy, se han registrado ya 3 muertes de reclusos víctimas del COVID-19 en las que se encuentra la de Efrem Stutson.
“La muerte de Efrem no puede ser ignorada, es un hombre de raza negra, que tenía COVID-19 y no fue tratado dentro de la prisión, lo que hicieron fue soltarlo y mandarlo en un bus Grayhound para que se fuera con su familia sin importar el riesgo en el que puso a los pasajeros y a su familia, cuando su familia lo recibió vio la condición en la que estaba y al llevarlo al hospital confirmaron su diagnóstico y falleció, eso está pasando aquí en nuestro condado y no podemos ignorarlo”, explicó Rizo-Centino.
Los críticos de las autoridades aseguran que es sabido de una sobrepoblación de reos y que es imposible mantener las órdenes impuestas por el estado para acatar las reglas de distanciamiento social, por lo que el gran número de infectados, en un espacio tan limitado como lo es el interior de la prisión de Lompoc, pone en riesgo no sólo a todos los que están reclusos, sino al personal que trabaja dentro de la correccional, y por ende a la comunidad entera.
“Las paredes de esa prisión no son impenetrables, no por nada tantos reos han sido afectados, la única manera por la que el virus llegó a los reclusos fue porque los guardias y el personal entran y salen a la comunidad y lo contagiaron a los que ahí habitan” explica Rizo-Constantino.
Para los protestantes, esta es la razón precisamente de que los números de infectados en la comunidad no se pueden separar, ya que el personal sale de un punto fuerte de infección y regresa a la sociedad poniendo a todos en riesgo, al dividir estas estadísticas se les olvida que hay que poner atención a este problema.
Además, Rizo-Centeno aseveró que es conveniente para las autoridades olvidar que el 79% de los reclusos son gente de minorías, “por eso es que no les prestan la importancia necesaria”, recalcó.
En las próximas semanas se espera que las familias puedan recibir alguna respuesta que les indique si será posible que los reclusos con buena conducta, con condiciones de salud delicadas, y de record criminal no violento podrán ser puestos en confinamiento dentro de sus hogares en lo que se controla la expansión del COVID-19, por lo que los organizadores aseguran que se realizará otra manifestación en las afueras de la prisión federal de Lompoc en una fecha próxima.
“Esto no significa que estarán en libertad completamente, sino que únicamente estarán confinados en casa”, comenta Rizo-Centino.
Las participantes aseguran que este no fue un evento único y que continuarán hasta que sus peticiones sean escuchadas, la protesta no fue la primera opción, pero tuvo que llevarse a cabo ya que sus plegarias habían sido ignoradas.
“Tenía miedo de venir a la protesta, no quería que mi hermano fuera a ser maltratado ahí adentro y más cuando no sabíamos nada de él para asegurarnos de su bienestar, los que están en esta área de la prisión son los que han cometido crímenes no violentos”, aclaró uno de estos.